Mi corazon roto

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Yuri miraba a Jotaro patinar y no podía creer que él hubiera aceptado ser el entrenador del presumido niño, pero el mocoso sí que lo había impresionado, cuando comenzó a realizar la coreografía con la que gano en su debut en el Grand prix, el mejor que nadie sabía lo complicada y desgastante que era esa pieza.

Las horas transcurrieron, una tras otra, y pronto se encontró dormitando en las bancas de la pista de hielo, viendo el cabello negro de Jotaro, su alto, su cuerpo grueso.

Otabek...

Yura, ¿Quieres casarte conmigo? – pregunto Otabek, aquella noche en casa del cerdo cuando los gemelos cumplían dos años. Recordaba la cara de amargura de Jotaro e Irina; Viktor lloraba como magdalena y Yuuri, los había felicitado con sinceridad. Esa había sido una y podía asegurar que el día más feliz de su vida, claro después de su boda.

Meses después, la boda se había celebrado en Hasetsu, en ese lugar, donde siempre lo hacía sentirse en casa, mas ahora que su abuelo ya no estaba con él; y los dos años siguientes fueron los más felices y más cortos de su vida. La vida era injusta, con él más veces que con la mayoría, Beka dejo de patinar después de que le fue diagnosticado un tumor en el cerebro que impedía su coordinación, el lugar era complicado de operar, y la quimioterapia no había hecho nada que se detuviera el avance de la enfermedad, cinco años fueron en total, y en todo ese tiempo, ese hombre le brindo solo palabras de fuerza, le apoyo en todas y cada una de la competencias, fue en su quinto aniversario, la última vez que hicieron el amor, que ellos se despidieron, esa noche lloro, más de lo que nunca lo había hecho, se maldijo a sí mismo, por haber conseguido ni un pedazo de su amado, pero él, le pidió que no lo hiciera, que egoísta que había sido el moreno.

Años después J.J, no sabía cómo, pero había entablado una rara relación con el Canadiense, además este aparentaba ser más maduro y concentrado, en muchas cosas lo fue, incluso, su forma salvaje de tomarlo, lo hacía sentirse vivo, todo superficial, un año de relación, fue incluso más de lo que se hubiera imaginado, el hombre era todo lo que él ya no sentía, pero como siempre decía el rey J.J, nunca se rinde, mentira, se rindió aquella noche cuando el pecado de Yuri, un aborto en un temprano embarazo de cuatro semanas. Pero como Leroy no entendía, sus hijos solo eran para su Beka, y él no lo era, y el canadiense descubrió que el hada rusa se había quedado sin alas. Con lagrimas en los ojos aquel hombre se fue una noche de verano, el se quedo frio y estático. No sentía nada, Yuuri lo ayudo a salir de esa segunda depresión.

Yuri despierta –

El rubio abrió los ojos y creyó, por un instante ver la silueta de su marido, tomo aquello tan distante y beso los labios de Otabek – No te vayas Beka – Lloro pero jamás despego su cara del pecho contrario, no quería enfrentar la realidad – Ese no era Beka, lo sabía, dejo que ese cuerpo caliente lo protegiera y se dejo llevar a un nuevo sueño, lejos de malos recuerdos.

Lleno de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora