3. Dakota y Jacobo

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Nunca he visto a Carlos tan arreglado. Digo...no es que bastante gel hagan la diferencia, pero sin duda ahora podía ver su frente y sus orejas tan blancas como sus brazos. Kevin llevaba una raya en el medio de su cabello haciéndolo mojado por su extra gel y mi cabello estaba incluso peor que el de ellos, mi papá dijo que ella era una niña bastante complicada y que se reiría de nosotros si no estuviésemos en su nivel. Yo tenía más gel y súper gel que Carlos y Kevin, yo tenía extra-mega-gel junto a extra-mega-aceite en el cabello.

Mi mamá horneó pastelillos rosa porque Dakota era una niña y las niñas aman el color rosa, claro está que ellos en ese entonces no sabían qué clase de hija tenían los Jones. Incluso su nombre era diabólico, a mí parecer, así sonaba Dakota Jones.

Ese apellido ni siquiera ha de existir aquí, en Guayaquil, una linda Ciudad de Ecuador donde nací y de seguro he de morir, porque a mis ocho años, jamás he viajado en avión.

Vi como un volkswagen escarabajo azul aparecía por la calle. Todos los chicos buena onda de quince años asomaron sus cabezas por la ventana de sus departamentos. Un cabello pelirrojo, como el de Carlos se distinguía desde el otro lado de la calle, salvo que este era súper-híper-mega-largo.

Jacobo, mi hámster seguía sin dar pistas de su existencia y lo estuve buscando por horas, pero ya lo habría dado por extraviado si la señora Jones no hubiese gritado: "¡Una rata!" a mitad de la calle. Detuvo el auto y Dakota no se inmutó, salieron del auto y sentí cómo un hoyo negro estaba creciendo en mi pecho consumiéndolo, nunca había sentido algo así y de repente mi vista se volvió cubierta por una cobertura de cristal; eran lágrimas.

La pelirroja pequeña salió del auto y vió como mis lágrimas caían, tomó a un gato blanco con manchas amarillas y grises muy peludo. Y antes de que cruzara la calle para ver su nueva casa, me sacó su dedo corazón.

Mi garganta sintió un nudo, como si trataran de asfixiarme internamente los recuerdos de Jacobo. Al estar yo de rodillas, como los soldados a quienes mi papá había derrotado, pude casi jurar cómo vi mi corazón caerse en la acera y romperse en dos.

Aquel día Jacobo y Dakota Jones rompieron mi corazón.

DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora