Los tamborileos de los botes de basura se llegaron a escuchar hasta el comedor de esa prestigiosa escuela de música donde una directora completamente furiosa de la rabia se presentó frente al pelinegro denominado Aike, el cual estaba tocando su intento de batería a "escondidas de todos" en su habitación en donde había distintos tipos de tachos de basura como tambores y dos latas de coca cola como platillos que estaban agrupados de forma que parecieran el dichoso instrumento que estaba tocando Aike con dos lápices de colores como baquetas.
El pelinegro amaba la música, pero no la música que enseñaban en esa dichosa escuela donde había entrado pensando que todo tipo de músico tendría su oportunidad de triunfar; pero se había equivocado totalmente y solo la ópera era lo que se destacaba pero ahora no podía volver atrás y siendo su tercer año en esa escuela sus padres tampoco dejarían que se cambiara por que estaban invirtiendo demasiado dinero en cada cuota para que tuviera los mejores estudios y si dejaba ahora serían tres años totalmente perdidos.
—¡Aike!¿Otra vez?—preguntó de muy mala gana la señora, con varias arrugas ya y con la mirada censada de repetirle todo el tiempo al menor lo que debía hacer. Como si fuera un bebé el cual debían ir detrás de él para que no se comiera algo tóxico, así veía la directora al chico.
—Pero es de Adele—se excusó el muchacho con el ceño levemente fruncido en confusión—No me moriré de hambre como los que tocan Queen en las calles, por lo menos tendré más clase ¿No?—preguntó con un poco de diversión el muchacho pero de todas formas con inocencia—Con una buena cantante podré presentarlo en la muestra, "Rolling in the Deep" es una canción más acercada a la clásica.—
Aike siempre quiso formar una banda y recorrer el mundo, pero la muestra de la escuela era en una ópera y para conservar la fachada del lugar lo que se tocaba o mostraba debía tener relación con esta y varios representantes iban para llevar a la fama a los mejores alumnos de sexto año y por eso se debían preparar de la mejor forma.
Aike sabía que podía impresionar a uno de esos representantes pero no por medio del violín así que siempre trataba de mostrarle a la directora en lo que era bueno a pesar de que esta lo viva corrigiendo diciéndole que ser un baterista reconocido era difícil y muy pocos lograban llegar a la fama la cual seguramente le duraría poco. Por eso quería que sus alumnos fueran más como Andrea Bocelli que Joshua Dun ya que Andrea se seguía escuchando y pagaban mucho más para verlo en el escenario del coliseo Romano que para ver al joven baterista de esa "mediocre banda" como la llamaba la señora mayor.—¿Debo volver a repetirlo, Aike?—preguntó la mujer, masajeando su cien con una de sus delicadas manos las cuales estaban adornadas de un color rojo en las uñas.
El menor se levantó y negó rápidamente, bajando la cabeza un tanto apenado y arrepentido pero era solo para parecer que le tenía respeto a la señora.
—No, señora—.
—Muy bien, le diré a Alicia que venga a juntar todo esto—comentó mirando con un poco de desprecio el intento de batería del muchacho antes de hacer un ademán para que saliera de la habitación—Ve a comer, por cierto, creo que no hace falta aclarar que estás castigado— finalizó mientras salía detrás del chico de la habitación, donde ambos cambiaron el rumbo. La mujer a su oficina y Aike al comedor.
El comedor tenía el techo como una cúpula la cual estaba pintada de colores dorados, rojos u azules con un motivo ¿floral? Realmente Aike no le encontraba sentido a esos estampados y parecía que jamás se los encontraría.
Pero el techo no era lo único que parecía anticuado, sino que, también varios alumnos de ahí lo eran. Aunque no por la edad sino por sus pensamientos, bueno ¿Qué se podía esperar de una escuela en la que solo la música clásica era la música predilecta? No demasiado realmente, todos se portaban de forma aburrida y estructurada y los más "rebeldes" eran señalados con el dedo o eran cubiertos por su apellido. Había mucha preferencia en el lugar.
Con la vista hacia sus pies se dirigió a una de las mesas para sentarse junto a su grupo de amigos y comenzar a hablar de forma tranquila como si lo anterior, que lo había desilusionado, jamás hubiera pasado.
No comió ya que no tenía hambre, tenía hambre a gloria y fama pero no tenía hambre de La ratatouille que preparó el comedor de la escuela ese día.
Su mente estaba pensando en los exámenes,en cuantos días faltaban para las vacaciones y cuanto dinero le faltaba para comprarse esa batería que tanto quería.
Sus padres no sabían del trato en la escuela y Aike tampoco quería decirles por que pensaba que lo trararían de desagradecido pero el chico sabía que algún día sería alguien conocido con ese instrumento; solo faltaban tres años y podría cumplir sus sueños.
ESTÁS LEYENDO
El último concierto.
Teen FictionSon tres chicos, todos un desastre. Ellos deben presentar su trabajo anual en la gran Ópera de Garnier, pero la música clásica o la ópera no es lo suyo. Aike, Luma e Iñaki deberán enfrentarse a las peores decisiones de su vida, o tal vez las mejores...