05. Volando cabezas ¿Disfrutando? ¡Por supuesto!

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Me desperté bañado en sudor. Había estado soñando con comida otra vez. Nunca creen caramelos asesinos en sus sueños. Uno se me había acercado y me había intentado besar, pero me mordí la lengua cuando un grito femenino resonó en mis tímpanos a punto de dejarme sordo.

Al caso que cuando desperté oí un grito proveniente de la cocina, el lugar en el que estábamos antes de que me cayera sobre Dylan. Quien ahora estaba prácticamente encima mío. Lydia nos miraba incómoda, como si hubiera visto algo de lo que yo nisiquiera me enteré.

-¿Qué pasó? ¿De quién fue ese grito?

-No sé -dijo Lydia-. ¡Vamos, levántense!

Me paré y Dylan estiró sus brazos para señalarme que lo alzara. Lo cargué en mi espalda para no caerme en las escaleras.

Ya en el piso inferior vi como un caminante había atrapado el brazo de París, quien le dio un puñetazo soltándose, pero la mordedura había quedado bien marcada en su piel.

Lydia corrió hacia ella y la atrapó en plena caída. Estaba desmayada.

-¡Vamos! ¡Qué buen momento para desmayos! -dijo Erika-. Lydia, llévala a la habitación de arriba.

-Pero no podré hacer nada, Nathan es el que sabe cómo curar...

-¡Nathan está ocupado ahora! -gritó Erika. Dando fin a la conversación.

Lydia subió las escaleras con el lívido cuerpo de París a cuestas, hasta desaparecer entre las sombras.

-No seré tan idiota otra vez- murmuré.

Gran mentira. Todos lo sabemos.

Al menos esta vez no intenté tomarme una autofoto con un zombie. Encontré un bate de béisbol, lo tomé sin permiso alguno y me acerqué a las ventanas. Lancé el primer golpe, y la cabeza del primer zombie salió volando hacia dentro de la casa.

-¡Sí! -festejé-. ¡Esto me gusta!

Me disponía a volar más cabezas. Pero la temerosa mirada del pequeño Dylan me hizo recordar que debía protegerlo, y no comportarme como un loco frente a él por mayor sed de sangre que tuviera y por más loco que realmente estuviese.

-Percy, Nathan, Jonathan, Amai -nombró Erika- Reténganlos e intenten cerrar las entradas.

-¡Yo no haré eso! -chilló Amai-. Si lo hiciera me morderían. Y terminaré muerto, como París.

Al muchacho se le notaba fácilmente el miedo en la voz. Estaba aterrorizado por desconocer a aquellas cosas. Aquellos caminantes cuyo origen para nosotros era incierto. Pero debíamos aguantar. Además, tenía tan poco aprecio por la vida de París que no se notaba en él ni una pizca de preocupación por su compañera; sólo por él mismo. Es más, la había dado por muerta. No me apresuré en acercarme a él para mandarlo a la mierda.

Mi error.

-Si no vas a ayudar en nada, ve y sal por la puerta. Sé comido por ellos -espetó Erika empalando a Amai con su gélida y severa mirada gris-. No necesito inútiles en mi brigada.

-¡Erika! -la llamó el pequeño Dylan-. ¿Y yo qué? ¿También puedo ser comida de zombie?

Su ceño estaba fruncido, y lágrimas comenzaban a resbalar por sus mejillas. Lo abracé con fuerza, pegándolo a mi cuerpo, ofreciéndole un cálido hogar donde podía llorar.

El pequeño se escondió en mi camisa roja, rodeando mi cintura por debajo de ella. Le lancé a Erika una mirada fulminante, acompañada después por la de Bonnie, quien había logrado cerrar una ventana y la había trabado con una madera gruesa y casi irrompible. La albina se dirigió hacia Percy para ayudarlo y yo quedé frente a mi otra amiga.

-Cálmate -le dije seriamente.

Su respuesta fue un chasquido de lengua, un ceño fruncido e irse a ayudar con las ventanas.

Amai estaba temblando con la vista baja. Cuando levantó su vista, sus ojos celestes estaban cegados por una mezcla de sentimientos incomprensible.

-Sé que soy un inútil -dijo.

Tras esas palabras, se dio vuelta sobre sus talones y echó a correr. Supe cuando estuvo fuera con el segundo portazo.

-Está más loco que yo -acoté.

Dylan rió suavemente y luego me miró a la cara. Sus lágrimas habían cesado. Hice que me soltara, para correr hacia la ventana que Nathan estaba intentando cerrar. Un caminante estaba manteniéndola abierta intentando meterse a través de ella.

Corrí y tras empujar al moreno a un lado hice que la cabeza del zombie explotara entre la madera de la ventana y mi bate.

Aproveché el instante para cerrarla y trabarla con una gruesa tabla de madera.

-¡Nathan! Ve con Lydia y París -le grité al pirómano.

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⏰ Última actualización: Feb 05, 2018 ⏰

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