El viento daba en su cara como boxeador a saco de boxeo, mientras caminaba hasta su lugar seguro.De la iglesia emanaba una luz tan brillante, que pensó que el mismo Dios estaba frente a ella. De rodillas se postró en medio camino y extendió sus manos al cielo.
-¡¿Dios, eres tú?!
-No, niña. Soy Park Jihyo probando las luces. –en aquel momento la luz se apagó dejando ver a dicha persona caminando hacia su lado.
-Ah. Yo que pensaba estar en el mismo cielo. –dramaticamente tomó su pecho, y con un movimiento agitado de muñeca comenzó a echarse aire.
-Tranquila, nunca sucederá.
-¿Qué quiere decir?
-Nada. –así como se detuvo a su lado, se fue del mismo y no miró atrás.
-Sigamos, Nayeon. –se dijo antes de continuar con su paso.
En cuestión de minutos estaba frente a su casa dando saltos de emoción, pues había llegado hasta su agradable hogar. La transformación surgió, y de una diva presumida pasó a ser una hija virgen más. :v
-¡Ya llegué! –gritó alegremente, cerrando la puerta y aspirando el dulce olor de su hogar.
-Hola Nayeon. –saludó la menor del lugar, haciéndose a un lado para que la susodicha pasara.
-Adiós. –mientras subía los escalones a la menor le pasó por la cabeza hacerla rodar.
-Tomé prestado tu makeup. –dicho esto, Nayeon rodó por las escaleras como pelota de baloncesto.
-¡¿Qué?! –como una fiera caminó hasta la menor, penetrándola con su intimidante mirada.
-Voy a salir. –con un poco de terror tomó la manija de la puerta y le dio vuelta.
-¡Quítate esa capa de payasa que no te queda! Ahora. –la miró con los ojos bien abiertos, y la señalaba con su dedo.
-¿Qué está pasando?
Con un movimiento rápido Nayeon atrapó a su hermana en un abrazo, y la llenó de besos a más no poder. Disimulando así que anteriormente había rodado por las escaleras y gritado a su hermana.
-Nada, ya me voy. –se despidió y subió las escaleras, no sin antes dedicarle una mirada mortal a la menor, quien se paralizó y forzó una sonrisa a su padre.
En la mañana siguiente Mina despertó como de costumbre, parada en la puerta del baño.
-Maldita la hora que fui sonámbula. –gruñó abriendo la puerta delante suyo.
Vistió con unos jeans obscuros desgastados, una camisa de slipknot, convers viejos y su cabello sin peinar. Con aquellas ojeras daba un poco de miedo, pero no haría nada para verse mejor.
Con un café cargado y un humor de mierda se subió a su auto dando un portazo, pero al instante recordó que había olvidado su cámara. Al intentar abrir la puerta, como esta no cedía salió por la ventanilla tirando el café al suelo y resbalando.
-Increíble. –gruñó poniéndose de pie y caminando hacia el departamento nuevamente.
-Cámara para tomarle fotos a Nayeon, y otro café para estar bien despierta. –sonrió.
Por otro lado Nayeon se levantaba a dolorida por la pasada caída del día anterior. Había caído como aguacate maduro escaleras a bajo, pero se sentía peor que eso.
Con extremado sueño se dio una ducha y se preparó como normalmente hacía. Esta vez con más dedicación a su atuendo, estaba dispuesta a encontrar a alguien mejor que su novio aquel día. Pero antes debía cerrar algo.
Tomó su teléfono y marcó al número del susodicho, esperando a que la llamada fuera contestada se sentó a admirar sus uñas.
-Hola bebé. –comenzó–Se que contigo no sirve la la..
-Parate. Tengo que decirte algo duro, emocionante y rápido. Duro para ti, emocionante para mi y rápido porque se me hace tarde.
-Suelta el chiste.
-en visto que eres muy pasivo, y no me complaces el corazón... Terminamos. Chao. –y colgó, soltando un grito de alegría que seguramente se escuchó en la planta de abajo.
Estaba libre para cualquier hombre, lista para enterrar vivo a su ex y feliz como una lombriz. Solo debía retocar su maquillaje un poco y preparar su relleno.
-Un poco por aquí, otro poco por acá.... Y listo.
Llegó más emocionada que nunca, una sonrisa grande y opacadora en su cara tenía y con sus manos ésta cubría. No era como si amara su sonrisa tanto como su rostro, la hacía ver tierna cuando lo que buscaba ella lucir era una apariencia seria, única, divina, perraza, dominante. Todo menos tierno, Como la diva que era.
De pronto solo vio negro, y fue cuando se dio cuenta de las manos que habían tocado su hermoso rostro y tapado su perfecta vista.
-¡¡Ah¡¡ ¡¿Quién eres?! Homúnculo con patas de pollo, ¿cómo te atreves a tocarme? —amenazó con pegarle.
-Hola para ti también. –sonrió–. Pasaba, te vi y no dudé en venie hasta acá.
-Ah, gracias por pensar en mi.
-Hoy estás más hermosa que ayer. ¿Cúal es tu secreto?
-No se vive en el ayer, querida. –sonrió, mostrando su brillante dentadura de conejo.
-Eres un lindo conejito.
-Espera... ¿Qué?
-Tus dientes... Son perfectamente tiernos y perfectos para morderme.. —esto último lo dijo tan bajo que fue imposible de escuchar para Nayeon.
-Ah... Ah. Mis dientes... No, equis. No soy un conejo. –frunció el celo y se volteó.
Mina se apresuró a preparar su cámara, una vez ya se acercó por detrás y tocó su hombro. Nayeon al verla puso cara de confusión y papa desnutrida. Aquella fotografía se quedaría con Mina toda la vida.
-Dame eso. –estiró su mano para alcanzag el objeto, pero Mina fue más rápida m
-Lo siento, me tengo que ir. –corrió lejos, para que no le quitasen su tesoro.
-Cobarde. –gruñó entre dientes– ¡Te voy a demandar!
En su interior estaba saltando como niña pequeña, al fin tenía una admiradora, stalcker, paparatzi, en fin, todo lo que había soñado tener. Se sentía como estrella de K-Pop en su punto más alto de fama.
Ciertas personas se acercaron a su lado, y como era costumbre besaron su mano con torpeza, haciendo irritar a la mayor.
-Les dije que no llenaran de baba mi mano al besarla. —Sana y Momo se rieron escandalosamente, causando vergüenza en Nayeon—. Ugh.
-Sanquense yo les enseño. — ¿Cómo una persona podía empujar tan fuerte? Momo y Sana no lo sabían, pero fue doloroso.
Un estruendoso clack hizo la pierna de Mina al pegar contra el suelo tan fuerte. Pero no le importaba, iba a besar la mano de su amada. La sonrisa y el rubor en las mejillas de Nayeon fue novedad para sus amigas, un sinnúmero de teorías y preguntas pasaron por sus cabezas. Pero en aquel momento solo fangirlearon inconscientemente por la manera en que una miraba a la otra, y el rubor sus mejillas.
Se tapaban la boca entre ambas con cada movimiento de Mina, que cada vez sus labios estaban más cerca de la mano de la mayor. Todo pasaba en cámara lenta.
-Ya besa mi mano, espantapájaros. —y esa cariñosa palabra fue la que la impulsó a besar su mano —exceptuando el empujón de Sana— con delicadeza.
Nayeon estaba en una especie de trance, mientras que Mina solo disfrutaba de su hermosura y el dúo fangirleaba silenciosamente.
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Hola, Hola.
Algo corto pero con amorsh. (づ ̄ ³ ̄)づ
No se si a alguien le pase que no tiene idea de lo que pasó anteriormente, pero tiene tanta paja que ni se lee de nuevo siquiera el final y escribe una pendejada? ;v en eso me resumo.
Bye.—