Capitulo 3

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Mi vida era un completo desastre. ¡Demonios! ¿en donde se encuentra esta porquería de alarma? Mis deseos por vivir, eran impresionantes. A medida que pasaba el tiempo sentía que todo tenía un vacío. Al fin... La alarma de las 6:00am dejo de sonar, retomando el tema...

¿Alguna vez te sientes así? Muchas veces siento que soy tan feliz que podría morir, ya que estaría satisfecho con mi vida, otras veces, me siento tan mal que también siento que podría morir, me sentiría satisfecho de tanta mierda.

-¡Querido! -Conozco perfectamente esa voz chillóna y alegre -¡Hijo! -Mi madre...

Desperté con una sonrisa, no tan real y autentica como la suya. Observé de reojo el reloj y eran exactamente las 6:04am, ¿en serio? ¿tarde 4 minutos pensando en como me sentía?

-Tu distracción me divierte -Dijo mi madre sarcásticamente, viendome con una sonrisa. La cual, le devolví.

-Ojala hubiera reacciones tan repentinas en cada persona como en Facebook - reí con mi chiste malo, como si fuera el mejor del mundo -Siempre te daría me divierte.

Ella río fuerte y puso mi desayuno en la cama. Ella siempre era de esa manera, tan dulce, que jamas creería algo que no encajara con su dulzura.

-¿Y que dices de las historias? -Acaricio mi cabello y me miraba como si supiera que respondería.

Meti un pedazo de galleta a mi boca.

-Son una mierda -ambos reímos, como si fuera lo mejor del mundo. Siempre agradecí tenerla.

La conversación idiota había acabado, al igual que mi sonrisa simplemente se esfumó con tan solo pensar que tenia que ir a ver a Anabelle, mi psicológa. ¿Le diría algo esta vez? Había amanecido de humor.

En cuestión de segundos me aliste, quizás soy el hijo de flash... Amanecí de buen humor, y mis chistes son malísimos, lo siento por quien conozca algo de mi.

-¿Hoy dirás algo? -dijo Anabelle, a lo cual rápidamente muevo la cabeza asintiendo

-¿Fue mi culpa?

Ella rápidamente tomo su libreta. Maldicion...

-Hablame como una persona normal -dije entre dientes. Ella confundida, solo tomo su lapicero. -¡Sin una maldita libreta!, para luego decirles a los demás, que tan enfermo estoy o por que cosas he pasado. -Sus ojos brincaron y pude sentir a través de eso como revoloteaban los nervios en su estómago. Poco a poco soltó sus instrumentos...

-No, no es tu culpa. -Parecia como si nada hubiera pasado y retomo su trabajo, justo como quería.

-Fue un accidente, un accidente que pienso que pudo haber sido por mi causa.

-No fue tu culpa.

-Asi siento que fue -Mi voz se quebró, sonando desesperado.

-No lo fue, Matt.

-¡Si lo fue!, ¡No pude hacer nada! -En tan poco tiempo, ya estaba quebrado por completo.

-¿Porque lloras?

Que se viera tan calmada a la situación, me hacia molestar. Quebré en llanto como nunca antes, mientras mis manos tapaban mi cara, aun así, de inmediato mis lágrimas se secaban por el fuerte viento que entraba por la ventana y se estampaba en mi rostro.

-No fue tu culpa.

-Maldita sea. -La mire como si pudiera asesinarla, por su parte no sentí el mínimo de empatia hacia mi. Me levante tomando la silla y aventándola abriendo camino hacia la salida.

¿Carta de un suicidio, trae hechos peores?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora