Prologo

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Prologo

1 de Octubre del 2014

                

-¡NO! – me digo entre sollozos – ¡No puede acabar así! No sobreviví a tanto para morir de esta manera.

Meto mi cabeza entre las rodillas y rompo a llorar.

Ahí me encontraba yo, sentado en una esquina, con la cabeza en las rodillas, llorando, en la pequeña bodega del colegio, completamente a oscuras. No había nada que pudiera hacer; esas criaturas me tenían acorralado. Salir, sería igual a una muerte espantosa. No podía quitarme la vida de una manera rápida y sin dolor; la única arma que traía conmigo era un pedazo de fierro viejo. La bodega estaba prácticamente vacía, no había nada con lo que pudiera defenderme.

Cierro los ojos, y comienzo a rememorar todos los recuerdos felices con mi familia, mis amigos, pero sobre todo con Anna, antes de que este maldito virus arrasara con todo el planeta.

Me levanto, seco mis lágrimas, Cojo la máscara anti-gas que esta a un lado de mí y me la coloco. Agarro el pedazo de fierro firmemente con las dos manos, y me pongo a un lado de la puerta. << Si iba a morir, moría luchando>> Me dije.

Pego el oído a la puerta, pero no logro escuchar nada. Los infectados se habrían de haber alejado. Al fin de cuentas, podría tener una oportunidad de vivir aun. Tomo aire, y abro la puerta lentamente, mientras que con mi mano izquierda sujeto con fuerza el pedazo de fierro.

El pasillo se encuentra en un completo silencio que me hiela la sangre; La única luz que hay es la de una lámpara de techo, la cual se prende y apaga repetitivamente, las paredes de ladrillos rojos, que alguna vez estuvieran llenas de boletines de clases y anuncios para el baile primavera, se encuentran con manchas de sangre y suciedad. Miro alrededor buscando señal de algún infectado, pero no logro ver a ninguno. Empiezo a caminar sigilosamente para no llamar la atención de algún infectado. Sé que están aquí, en alguno de los salones.

Me encuentro en el segundo piso, por lo que tengo que bajar las escaleras y seguir el pasillo que lleva a la puerta de entrada. Paso por uno de los salones, y me asomo para ver si no hay algún infectado, pero lo único que veo son hojas de libretas y libros regadas por todo el piso del salón.

 Paso por otro el cual se encuentra igual, sin señal alguna de infectados. Sigo caminando con cuidado de no pisar o patear nada que haga algún ruido, hasta que me fijo de un rastro de sangre que lleva del pasillo a uno de los salones. Mi respiración se empieza acelerar al igual que los latidos de mi corazón. La tenue luz que daba la lámpara se deja de apreciar, por lo que vuelvo a quedar a oscuras. Bajo la mirada no quiero ver lo que haya dentro de Salón, pero aun así volteo ligeramente y los veo; tres se encuentran deambulando por el salón con sus miradas perdidas hacia el techo, mientras un par se encuentran devorando el cadáver de lo que pareciera ser una persona. Su piel se encuentra completamente pálida, casi rosando lo transparente, la cual deja ver las venas azules por la falta de sangre. Casi todos se encuentran con heridas profundas y rasguños, con manchas de sangre y la ropa hecha jirones.

Están distraídos por lo que volteo hacia al frente para seguir mi camino y bajar las escaleras. Pero al hacerlo me quedo petrificado del susto. Un infectado se encuentra justo en frente de mí, con la boca abierta y mandíbula caída, un líquido negro le escurre por un lado de la boca, sus ojos se encuentran impregnados en rojo. Sin pensarlo dos veces le doy un fuerte golpe con el pedazo de hierro, por el cual suena un crujido estremecedor al romperse el cráneo. Arranco a correr.

Puedo escuchar los gruñidos atrás de mi; mí corazón comienza a latir más deprisa sintiendo como si fuera a estallar. Todo empieza a transcurrir en cámara lenta. Llego hasta las escaleras, pero un grupo de infectados ya se encuentran subiendo para llegar hasta mí. Me doy la vuelta y continúo corriendo hasta entrar en uno de los salones. Cierro la puerta de golpe justamente cuando un infectado metía su mano para agarrarme. Su mano cae cercenada a un lado mío, la cual a un continúa moviéndose. Pongo dos sillas enfrente de la puerta, pero sé que eso no los detendrá; empiezan a azotarla y es solo cuestión de minutos para que la derriben. Me asomo a la ventana y veo que aun es muy alto para saltar, pero no me queda otra opción.

Cojo una silla y la arrojo hacia la ventana, la cual se rompe. Si meditarlo por un instante salto. Puedo escuchar cómo se quiebra algo, pero no logro saber si fue alguna pierna, un brazo o ambas cosas. Caigo tendido en el suelo, y empiezo a sentir como comienzo a perder el conocimiento. << Hasta aquí acabo todo>> me digo. Cuando una luz me ciega. Pudiendo solo escuchar que alguien grita:

-¡Charly!- dice una voz femenina, que conozco.

- Aquí estoy- digo con dificultad, y me desmayo.

Mi Vida En Días OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora