(R)
No había dormido muy bien aquella noche, el inútil de Benjamín me había dicho que tenía un problema, algo sobre juegos, cifras, fichas y monos, gente de mucha plata y paquetes. Yo apañaba a mi amigo en todo lo que daba lugar -que a decir verdad, su vida era un constante misterio y poco quería que uno participara en el- pero a veces no entendía cómo podía ser tan idiota de ((ahí va el ejemplo boludo)), de comprar una palta a, pasar a afanarse un cajón entero -ese día lo persiguieron dos patrulleros y nunca lo agarraron-. En algunas cosas podía ser muy astuto, es decir, safaba como podía pero lo hacía, y algunas veces era completamente a lo grande, el barto no era nadie al lado de el Benjo. Pero en ocasiones así, solo quedaba reír -citando a marge de los simpsons-, ¿saben por qué? Muy simple, Benjamín solía desaparecer de vez en cuando, un día, dos, máximo cinco días, pero nunca había desaparecido por tanto tiempo, ¿medio mes parece poco? Quince preocupantes días. Siquiera, avisarme si estaba bien, aunque viendo la situación estaba seguro de que no.
"Veámonos en el café martínez del centro, a eso de las cuatro llego. Andá solo, por favor."
Aquél había sido el mensaje que mi amigo me había mandado, el comportamiento era sumamente extraño, ¿desde cuándo me pedía que fuera solo? ¿con quién más iría, a demás? Algo grave debía estar sucediendo, y yo lo estaba pasando por alto. Llegadas las cuatro, tomé mis pertenencias, celular, dinero y algo de abrigo, y salí al encuentro del rubio. Un rato después de haber llegado, divisé a lo lejos a mi viejo amigo; sus manos estaban guardadas en los bolsillos delanteros de su jean roto, traía puesta la capucha de su camisa a cuadros sobre su -más de lo normal- alborotado cabello, y lo que más me llamó la atención fue su caminar. No era típico de caminar tan erguido, sus pies salían disparados junto con sus pasos, raro.
Al ubicarme, se apresuró a llegar a mi, mirando a sus lados y chocándose con la gente como si lo persiguieran, raro x2.
-Perdón la demora, me había atrasado en... -No dejé que continuara hablando.-
-No importa, estás acá... ¿qué onda con tu ropa? Tu aspecto es, deplorable... -
-Mal día.-Suspiró entrecortadamente y tomó asiento frente a mi.
Al pasar una moza, pedimos dos descafeinados, me pedí un cheesecake al natural, pero él no se pidió nada, lo que activó finalmente la alarma en mi cabeza.
-¿Qué pasa, platinado? Ni siquiera pediste una porción de brownie... -
-No tengo hambre, estoy bien. -Intentó sonreír, pero al no lograrlo la frustración se apoderó inmediatamente de sus ojos y corrió la vista, como queriendo evitarme.
-Renzo, me buscan.- Finalmente y después de media hora de silencio sepulcral, habló.
-¿Qué?- Tuve que esperar a tragarme el pedazo de cheesecake que tenía trabado en la garganta.
El ojiverde agarró su cabeza con ambas manos y bajó su vista, escondiendo su rostro. Estaba desmoronandose.
-Me quieren matar, Renzo, me van a encontrar y no voy a volver a ver la luz, nunca más.- Hasta ahora lo vengo notando, sus ojos ya estaban rojos e hinchados, su piel pálida y pecosa resaltaba por lo maltratada que se veía. Su estado era un completo desastre.
-Benjamín, mirame, no te va a pasar nada man, calmate.- Aunque aquello me parecía una exageración, debía admitir que mi preocupación había aumentado un 100% y que no suelo sonar calmado cuando yo mismo pido calma.
El rubio agarró mi mano sobre la mesa, aferrándose a mi vida, a si mismo entrelace nuestros dedos y masajée con mis dígitos la piel de mi amigo, sabía de antemano que era de tranquilizarse rápido con mimos. La situación era alarmante, pero debía mantenerlo así hasta estár en un lugar seguro.-
Está bien, todo está bien.-
Transcurrida media hora, ya nos encontrábamos en el living de mi departamento. El ojiverde estaba sumido en sus pensamientos, acurrucado en uno de los sillones de la esquina. Le había preparado un té de tilo para bajar la ansiedad, pero poco había conseguido. Me frustraba tanto verlo en aquella situación, sabía bien que lo único que él quería era llorar, pero conmigo cerca no iba a derramar una sola lágrima, era muy orgulloso.
-Repasemos... ¿qué pasó hace quince días atrás? -
-Yo... Estaba... Y después en lo de Stéfano...-Hablaba, pensaba un tiempo, volvía a hablar.
-Ben, hey, despacito.-Extendí mis brazos hacia mi amigo, indicándole que podía encontrar refugio en ellos. Con la vista baja solo rechazó mi contacto y se hizo más hacia atrás, como si en un sillón chiquito y de un solo cuerpo eso fuera posible.
-Los del casino... Ellos quieren... ¡Yo no ví nada! -Habló totalmente alterado, abrazándose a sí mismo y echándose a sollozar entre sus propias extremidades. Me levanté de mi asiento y me apoyé en en el borde de su sillón, abrazándolo contra mi, ésta vez no fui rechazado y lo primero que hizo fue esconder su rostro en mi pecho. No lo escuché, pero sentí la humedad de sus lágrimas en mi camisa, no iba a decirle nada, tenía todo el derecho del mundo a desahogarse y llorar, era lo mejor que podía hacer.
-Benjo, si realmente no viste nada, nadie va a estar atrás tuyo...-Usé mi voz más relajada para intentar explicarle, pero eso fue peor. A continuación, mi amigo se levantó fugazmente y corrió hacía la computadora, entrando en dos movimientos de dedo a la página oficial de Gran Encuentro, y con esa rapidez abrió otras veinte páginas de noticias y de portales de información sobre el barrio, mostrándome casos sobre secuestro, amenazas y hasta hallazgos de cuerpos descuartizados por mano de obra sicaria, o como él lo dijo "por los dos patovicas que cuidan del señor de pelo blanco". Benjamín estaba actuando como un niño, pero ciertamente sus descripciones y las de los casos que había encontrado tenían una certera cantidad de coincidencias, aterradoras. Comenzó a hablar sobre el camino que ellos recorrían desde el casino hasta el descampado/terreno bélico donde luego se cometían los hechos. También me habló sobre otro cuerpo que lo acompañaba en la camioneta en la cual lo tuvieron cautivo y que creía que esa era la persona de la que hablaba el viejo cuando se lo cruzó en las escaleras.
-Y si sabias de todo esto...¿Por qué no lo reportaste? Sabes que Brian te iba a tomar la denuncia si realmente explicabas bien cómo...-Me vi interrumpido por un alarido de parte de mi compañero.
-¡Es que vos no entendes! ¿¡¡Te pensas que me iban a creer!!? Renzo, ellos tienen mi historial, y si metía una denuncia seguramente los del casino me iban a buscar, me iban a encontrar y ahora no estaría acá contándote...No, no sé para qué te conté, es tarde, ya no me podés ayudar...¡ya no me podés ayudar! ¡NADIE PUED...! -Se calló cuando recibió una veloz cachetada de mi parte, lo había dejado algo aturdido.
-Primero calmate, idiota. Segundo, ¿pensás vos que no contándome nada ibas a saber salir de ésto? Mirá cómo estás, ni siquiera podes estar más de cinco minutos parado, y pretendes que una persona te entienda en ese estado deplorable, Benjamín. Y tercero, si vos no te querés ayudar a vos mismo, perfecto, pero no me vas a ver a mí ahora quedarme de brazos cruzados, porque pienso hacer algo y no me vas a frenar. -
Estaba decidido a ponerle un fin al calvario por el cual estaba pasando.
Pero me detuve a observarlo mejor, me di cuenta que me estaba enojando al pedo con él porque en partes tenía razón, ¿qué pasaba si lo agarraban antes de que pudiera hacer algo?
O incluso, si él no hubiera recapacitado cinco minutos para contestar mis mensajes...
-...pero, aún así es tu problema, y sabes que yo no te quiero generar más así que... Podemos armar un plan. - Tomé asiento a su lado y me quedé mirándolo, esperando que no reaccionara de mala manera por el golpe. Se lo veía tan metido en sus pensamientos que su imágen frente a mi parecía congelada; cruzado de piernas sobre la silla del escritorio, sosteniendo su mejilla con su diestra y observando al vacio infinito de la unión entre una pared y la otra. Pareció advertir mi mirada, por lo que sus ojos se centraron en mí.
-Sí... Está bien. Lamento no habertelo dicho antes, tenía miedo...tengo miedo...-
-mi ñoño, vení.- Acerqué la silla de rueditas hasta mi y lo abracé con fuerza. No acostumbraba a mostrarle este tipo de afecto, pero la situación me había puesto en modo hermano mayor y debía hacerle entender que todo estaría bien. Teníamos un grave problema entre nuestras manos y resolverlo nos podría costar la vida, porque nadie que intentara enfrentarse a gente así evitaría las consecuencias de tales actos suicidas, pero no todo dependía de Benjamín o de mi, podíamos pedir ayuda y hacer movimientos por lo bajo, sin llamar la atención del casino ni de la central de policía en sí -aunque inevitablemente fueramos a necesitar su ayuda-. Por eso ya tenía mi ás en la mano, y pensaba usarlo cuanto antes. Mi cabeza estaba trabajando más de lo que en 26 años había maquinado, y en realidad eso era bastante. Esperaría a que él se durmiera y yo pudiera trabajar tranquilo, así se empieza.
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Raptado.
Mystery / ThrillerDebemos tener cuidado con lo que escuchamos, de otra forma, podemos terminar bajo la mira de algún predador.