nara

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El oráculo es precisamente al contrario de lo que alguien que sepa un ápice de historia podría imaginarse.

Está en un desván oscuro, recubierto de vendas, tirado en una silla y lleno de joyas. Creo que es así precisamente como el señor D desearía pasar su infinita vejez. Cuando Derek, Barbie Tenebrosa y yo nos acumulamos a su alrededor, una neblina con aspecto de que si la tocas las manos se te quedarán pegajosas sale de su boca, y empieza a emitir un sonido susurrante que ni en el mundo feliz y amable de los furbis de colores podría llegar a denominarse vagamente como voz.

Cuatro semidioses partirán a lo desconocido

En busca del hijo del mar.

Enfrentándose a aquel que cayó en el olvido,

De su misma sangre les intentará embaucar.

Pero a un gran peligro se enfrentarán al encontrarle,

Pues la más poderosa arma esconde.

Hijos del rayo, hueso, sol y caduceo acudirán a su destino.

Dispuestos a destruirlo o preservarlo.

Y cuando el oráculo queda en silencio, todos a una soltamos la tontería más grande que se nos ocurre:

-¿Peligros y mar? Yo desayuno eso todas las mañanas.-salto yo.

-¿Otro hijo de los tres grandes? Esto empieza a resultar peligroso.-se le ocurre a Derek.

-Falta un hijo del caduceo… ¿Alguien sabe qué es un caduceo?-pregunta Barbie Tenebrosa.

-Deberíamos establecer un horario de idioteces. Ya sabéis, para que no se nos apelotonen.-concluye finalmente Derek.

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-Con que un hijo de Poseidón, ¿eh? Y por lo que ha dicho el oráculo, no es muy amigable. Llevaos a un hijo de Hermes, eso ha vaticinado el oráculo, ¿no?

-¿Caduceo es Hermes?

-¿Te aplaudo?-la contesté, de mal humor. Realmente no tenía muchas ganas de ir de misión, y mucho menos con Barbie Tenebrosa.-Podríamos llevarnos a Asier, pelea bien y puede contribuir a un buen ambiente de equipo.-digo, dirigiéndome a Quirón.

-¡Sí! Podríamos llevarnos a Asier por… por todo eso que ha dicho.-aporta Derek, sin ayudar demasiado realmente.

-La verdad es que yo también tenía en mente a Asier, por lo que ya está decidido. Partiréis al amanecer.

-Genial.-refunfuña Grace.

-¿Verdad?-dice Derek, sin entender realmente la ironía de la voz de Barbie Tenebrosa, y se va animado a donde la hoguera para contárselo a Asier. Grace me mira suplicante, como si yo pudiera hacer algo para evitar esta misión.

-Si te convocan a una misión tienes la obligación de ir, y más si es Ares, el superagresivo dios de la guerra.

-Fantástico. Qué bien nos lo vamos a pasar.- murmura Barbie Tenebrosa por lo bajo, y se va arrastrando los pies a su cabaña, y yo voy de la misma manera a la mía.

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Cuando se hace por la mañana, me despiertan la luz del sol y el ruido de los campistas. Me levanto vagamente, sin ganas algunas de ir a la chupiguay misión, y me visto con vagería.

Cuando termino, para comprobar que no me he puesto nada al revés, voy al espejo. El collar de rayo, el de cuentas, la pulsera de viento, todo en orden. Fuera me esperan Asier y Barbie Tenebrosa con la misma cara de sueño que yo debo tener, y a Derek revoloteando por ahí cual abejita feliz.

Quirón está fuera, en su silla de ruedas, y cuando me ve frunce el ceño y dice:

-Tu camiseta…

-Sí, sí, la dichosa camiseta. A lo mejor otro día.- Quirón suspira y me da una mochila negra, y antes de que me dé tiempo a abrir la boca, Quirón habla:

-Sabía que te olvidarías de hacerla. Por eso te he preparado yo una.-sonrío.

-Gracias, mamá. Cómo me conoces.-bromeo.

-Oh, que escena más emotiva. Si queréis, Quirón puede venirse también y así la continuáis.-dice Grace. La miro con toda la furia que puedo y estoy a punto de soltar algo ofensivo, pero Derek nos interrumpe.

-Oh, no. Parece que el cielo se está encapotando. Mejor será que salgamos cuanto antes y encontremos un refugio en el que resguardarnos.-miro arriba. No hay ni una sola nube en el cielo.

-Venga, marchaos o os mojaréis.-añade Quirón, y así, nos dirigimos al pino y abandonamos el campamento.

Estuvimos andando un buen rato, sin rumbo fijo, y al final nos paramos a descansar en una cueva. Cabía decir que no había caído una sola gota.

-¿Qué vamos a hacer?-preguntó Derek.

-Bueno, lo más seguro es que si es el hijo del mar malvado, quiera hacer algo contra los dioses. Propongo que investiguemos el Olimpo y sus alrededores.

-Asier tiene razón. Nos llevará tiempo, pero podemos conseguirlo. Cuando llegue el momento, debemos estar preparados…-pero algo me interrumpió. Algo que parecía el polvo dorado de un reloj de arena había hecho una nube frente a nosotros, y formado una figura de hombre, que emitió una risa aterradora.

-Pequeños semidioses estúpidos.-dijo.-Siempre malinterpretáis las profecías. Y por eso os destruiremos. Tú, Nara, la que siempre se siente acorralada en el campamento. Tú, Derek, cuya luz queda apagada por la sombra de sus superiores. Tú, Asier, que jamás podrás decir lo que grita tu interior. Y tú, Grace, quien nunca quiso nada de todo esto. Si os unierais a nosotros, tendrías libertad de movimiento, para hacer lo que quisierais.

-Ya estamos en un bando.-suelto.-Lárgate.-la figura volvió a reír.

-Bueno, no podéis decir que no os avisé.-y con una última carcajada se disuelve y el viento se lo lleva.

-¿Sabéis que era eso?-pregunta Derek. Todos negamos con la cabeza, excepto…

-¿Asier?-él me mira.

-No, yo tampoco.

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⏰ Última actualización: Feb 22, 2014 ⏰

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Crónicas de un semidiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora