Al momento de irse de mi casa y yo tener que cerrar la puerta, el no me dejo. La expresión en mi rostro lo decía todo y el con tan solo una mirada atacó mis labios, besandolos y yo correspondiendo.
No era uno de esos besos tiernos de pelicula. Era uno brusco, con respiración agitada, lleno de pasión.
Como si cada uno necesitara del otro para vivir, y por mi parte, era asi.