0: Zinit.

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Soy Crouler, un discipulo de sacrogrito recuerdo mi infancia bastante bien, nací en Zinit en lo que se conoce como la ladera alta y jamas recibí un nombre por parte de mi "madre" en ese caso entonces poseía una naturaleza agresiva casi desde el primer momento que abrí los ojos, solía pelear a todas horas como si algo me impulsara en esa búsqueda por violencia sin sentido.

Fui encerrado en los calabozos, mi madre me atrapo con cadenas para que no acabar con más de los debidos, solo me soltaba para que mis... "hermanos y hermanas" pudieran ver las consecuencias de la desobediencia.

"Mi querido... todo esto es por tu bien"
Esas palabras solo alimentaban mi rabia, avivando una llama, mis tatuajes se contraían y expandían en mi piel como si quisieran hacer su voluntad, querían que fuera libre.

Mis pesadillas mas comunes eran provocadas por las araknas y pequeños brislones que subían por mi cuerpo, durante esos momentos no sabia si había una diferencia entre los días y las noches.
Mi mayor recuerdo esta grabado en mi mente al rojo vivo e igual que mis tatuajes, jamas desaparecería
-¿M-madre?
-Mi niño, te dejare salir de tu habitación...-no respondí solo guarde silencio.
-Tu mi niño de los ojos rojos, eres único en tu clase y por eso cazaras a un par de "visitantes' que llegaron a la ladera baja, seras mi rastreador.

Así viví durante años el día que cumplí los 8 años, mi único recuerdo de una verdadera hermana, Asae, una joven de 16 años, la única que me trato como un igual, me saco en la mañana de mi cumpleaños en busca de algo que no supe que seria hasta que fuera tarde.

Apenas si habíamos caminado un par de metros fuera cuando escuchamos la voz inundada en furia de Kali, corrí de todo lo que había conocido, pasaron un par de minutos pero para mi fue mas que una eternidad.

Asae la habían alcanzado algunas de las lanzas que nos arrojaban pero aun así no se detenía; la rabia subía por mi espalda... quería luchar, tenia que hacerlo.
-Ni se te ocurra pelear, si quieres ser libre y estar vivo para disfrutarlo.

Obedecí sin dudar, igual que un wauwau a su amo.

A duras penas llegamos a una cascada donde nos escondimos, detrás de nosotros había un esqueleto.
-Llegamos por los pelos...-Asae estaba eufórica de ver ese cuerpo.
Nos acercamos y tome una tela que tenia atrapada entre los dedos con un medio circulo al centro,  hizo el ademan  de que me la colocara, con jubilo me la coloque alrededor de la frente quitandome el cabello del rostro.

En ese instante una de las cadenas de una de las llamadas berserkermanas nos alcanzo atrevas de la cascada insertándose en la espalda de Asae, lo único que hizo fue abrazarme mientras tomaba una especie de libro con un frasco entre sus hojas y haciéndole presión como si de un interruptor se tratase nos rodeamos de una luz cegadora.

Cuando la luz se disipo estábamos en una especie de biblioteca con un niño de pelo azul y lentes observándonos.

-¡Por los dioses!

-Ayuda-susurre mientras Asae apenas respiraba.

Sangre y odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora