3: Reinó Sadida.

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Desde hace mucho había escuchado de esa isla boscosa y misteriosa para el extranjero; para sus habitantes era como si incluso el más pequeña de las hortigas transmitiera un mensaje mediante del Wakfu que inundaba cada ser viviente en la isla, este sin duda era el lugar más vivo de este mundo. El viaje desde Astrub fue de poco más de un día, ni mi compañero ni yo conocíamos la coordenada del zaap por lo que era necesario el viaje por mar. La armadura de los mercenarios de Astrub era bastante ligera en realidad, cargaba conmigo una espada de una mano qué parecía de manufactura Bwork algo tosca quizás, pero era eficaz por otro lado mi compañero que se hacía llamar el caballero de Astrub cargaba una lanza casi de su mismo tamaño. Mientras atravesamos el puerto acompañados por dos guardias reales recorrimos el pueblo en el cual la mayoría de casas y chozas colgaban de los árboles. Al ver el palacio esperaba algo... Diferente, no sé si sería la palabra más adecuada, pero fue una sorpresa al ver que el árbol central y más grande la isla era el hogar de los nobles, en verdad vivían en perfecta armonía con la naturaleza; una vez dentro fuimos guiados por varios de pasillos y un par de... ¿Ascenflores? Qué conectaban los diferentes pasillos y pisos del lugar, seguramente si no hubiera sido guiado me hubiera perdido en aquel laberinto. Fue entonces que llegamos a la sala del trono, el rey, un hombre con una barba color verde la cual se asemejaba a un pequeño bosque con brazos que seguramente podría aplastar a algún despistado que le ofendiera, pero había algo... Una tristeza inexplicable en toda la sala del castillo... A mí compañero y a mí nos hicieron salir un momento escuché un poco de lo que decían atravesar de la puerta; la reina había muerto hacia poco. Nos volvieron a llamar dentro pude ver a dos niñas: una ocra y una sadida, seguramente se trataría de la princesa que estaba con los ojos rojos de estar llorando.

-Bienvenidos jóvenes, deben ser de los qué me habló Ditocas -exclamó el rey, su voz seguramente sería un estruendo normalmente pero ahora trataba de ahogar una tristeza sin fondo.

-Así es su alteza, - dijo mi compañero que hasta ahora nunca me había dicho su nombre -Estamos honrados de esta oportunidad. -Todo esto lo decía mientras se mantenía apoyado en su rodilla derecha entonces me dirigió una mirada esperando que hiciera lo mismo, pero pese a eso me mantuve de pie y en silencio.

-Esperamos grandes cosas de ambos y que puedan solucionar nuestro pequeño problema... De plaga canina... -Poco a poco el rey empezó a explicar la situación sobre como una serie de milubos había plagado la parte este de la isla. Al principio no me parecía la gran cosa, nada que unos soldados no pudiesen solucionar hasta que escuché sobre un altar a la luna y varios de esos lubos convertidos en criaturas humanoides- cómo se imaginarán necesitamos un poco de ayuda extra -Fue entonces que, como una flecha un pensamiento cruzó mi mente: no enviaría a su ejército pues está misión era un suicidio, era claro que éramos desechables para él y su corte, pero entonces continuó -Habíamos contratado a un tal Milkar... Un experto en este tipo de criaturas, pero su escolta y él desaparecieron, quiero que lo encuentren y lo traigan de vuelta. - ¿Alguna cosa más que debamos saber de estas criaturas su alteza? -Mi compañero pensaba lo mismo que yo, su tono de voz lo demostraba.

-Nuestra biblioteca está a su disposición durante esta noche para que busquen toda la información que necesiten y por supuesto recomendaría tener cuidado con las heridas abiertas para evitar enfermedades y quizás un baño desparasitante luego de la misión por aquello de las pulgas -el rey soltó una risa forzada

-Partirán mañana, por la mañana para acabar con ese altar- el caballero de Astrub me miró esperando que hablara.

-Discúlpeme, - era mejor que pensara lo que fuera a decir para no enojar al rey y mucho peor... Enojar a Ditocas.
-Pero algo no me cuadra ¿Los Lubos la estaban atrapados en alguna parte de la isla?

- Así es... Se habían encerrado en una prisión abandonada cercana al claro que están ocupando y es en ese mismo lugar donde se creo el altar.

- Parece que alguien los dejo salir-Inquirió mi compañero.

Una vez terminada la audiencia los guardias nos llevaron a la biblioteca cómo bien indicó el rey. Pasó cerca de una hora hasta que por fin encontramos algo que parecía útil.

-Crou...- me llamó mi compañero

-No me llames de esa forma-me queje volteándole a mirar- ¿Que sucede? -deslizó el libro por encima de la mesa para que pudiera ver lo que estaba escrito.

-No me llames de esa forma-me queje volteándole a mirar- ¿Que sucede? -deslizó el libro por encima de la mesa para que pudiera ver lo que estaba escrito

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-Él tipo que escribió esto... ¿No es al que contrato el rey?
-Si, es este tipo... No parece que haya mucha diferencia a lo que nos contaron sobre su reacción a la luz lunar, salvo por esto último...los Metales y sonidos que los alteran -¿Alguna idea de que hacer ahora? -mientras decía esto guarde el libro en la bolsa que mi mochila para seguir leyendo después.

-Por ahora seguir el plan del rey del altar, luego seguiremos desde ese punto si salimos vivos.

-A veces llegas a ser bastante tétrico ¿Lo sabias?

- No eres el mejor para decirme algo así.

-Buen punto, anda que nos guíen a las habitaciones será un largo día de caza mañana.

Una vez en la habitación y con la noche tomando el control escuché un leve golpeteo en la puerta de su cuarto, era la princesa que me observaba nerviosa y su amiga que trataba de hacerlas regresar a su cuarto por la hora, se la pasaba vigilando a todo lado con una expresión de miedo. Fue entonces que el caballero sorprendido corrió a ponerse el casco para que no pudieran ver su rostro, cosas suyas supongo.

-Disculpé...- dijo la princesa. - ¿Qué sucede?

-Le respondí mientras me ponía en cuclillas para estar a la altura de la niña. -Como princesa le pido, -no podía ocultar su nerviosismo al hablar, seguramente estaba tratando de imitar a su difunta madre -Que proteja al príncipe a toda costa -no pude evitar soltar una risa, la chica se puso roja de la rabia mientras lo hacía.

-Lo prometo por mi nombre y por el honor de los mercenarios de Astrub -no me creía lo que decía sentía como me sonrojaba de la vergüenza, pero era lo mejor para la niña con delirios.

-Ya está Amalia, regresemos -dijo la ocra aterrada de que alguien las viera fuera de su dormitorio.

-Vale Eva, gracias señores -se fueron corriendo por el pasillo...
- ¿Nos dijo señores? -El caballero se había vuelto a quitar su casco y me miraba confundido, en el momento en que cerré la puerta.

- Eso parece...

- Por cierto, eres bastante bueno con los niños, no me lo esperaba -Se burló de mí.

-Calla, y duerme, nos espera un largo día.

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⏰ Última actualización: Feb 13, 2020 ⏰

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