Blakeila Grace se peinó su preciosa melena ígnea hasta sacarle destellos rojizos. Se refrescó la cara y salió del baño, leyendo un capítulo de su último libro comprado. Le sentaba genial madrugar y siempre era la primera en entrar al baño comunitario, cuando todavía no había nadie.
-¡¡GRACE!!- Le importunó una voz desde la planta inferior, la que pertenecía a los chicos en el centro.
Keila puso los ojos en blancos y se acercó a la enorme escalera de piedra.
-¿Qué quieres, Kile?-Le dijo mirándolo con mala cara.
-Tu tío Lamie está al teléfono-respondió-. Dominik me ha dicho que bajes a hablar con él: es urgente.
La muchacha corrió a dejar el libro en su estantería y se apresuró a cambiarse de ropa, poniéndose unos cómodos vaqueros y una blusa blanca.
Espero que por fin me saque de aquí... pensó mientras bajaba las escaleras a toda prisa. Si algo odiaba Keila más que a su propio padre era al centro. Sí, tenía sus cosas buenas: las comidas, los compañeros, el director... Pero estaba atrapada, encarcelada, y ella deseaba volver a ser libre como una vez había sido. Keila quería despertarse a la hora que quisiera, pasear por los mercadillos, comer los lujosos manjares del palacio y terminar el día entrenando, tras haber leído un rato. Sin embargo, eso ya no formaba parte de su vida, desde hacía ya siete años, desde que su padre la dejó en la Tierra.
Kile seguía abajo y la paró cuando ella se disponía a seguir bajando. Cogió con delicadeza su muñeca, obligándola a cesar su marcha.
-Tú sabes de qué se trata, ¿verdad?- Le preguntó, con los ojos tristes. Keila había pocas veces a Kile así-. ¿Te irás?
-Kile, tengo prisa- dijo Keila, se deshizo del agarre del chico suavemente y le sonrió-. Luego hablamos. Confía en mí, ¿vale?
El chico moreno asintió y la siguió con la mirada mientras ella se deslizaba escalera abajo por la barandilla.
Blakeila travesó la recepción sin saludar a Tamara ni a Jonas, los recepcionistas del centro. Fue directa al despacho de Dominik, tropezando con los familiares de los chicos ingresados en la escuela y los trabajadores del centro.
Nada más llegó enfrente de la hermosa puerta de roble con refinados acabados, llamó con el corazón latiéndole con fuerza. Quería irse ya. Llevaba cuatro años encerrada allí y salía dos veces al año, cuando su tío Lam volvía a la ciudad.
-¿Quién es?- Rugió una voz nada amable al otro lado de la puerta. Dominik no hablaba, él escupía las palabras sin importarle la imagen que daba o la interpretación que pudieran hacer de ella. Sin embargo, nadie podía negar que llevaba a la perfección la escuela. Quizá por eso, pensaba Keila, seguía al mando.
-Blakeila Grace-respondió la muchacha, deseando hablar con su tío cuanto antes mejor. No tenía tiempo que perder.
-Pasa, niña, pasa-soltó Dominik, suavizando notablemente el tono.
Siempre se había portado bien con Keila. A veces, cuando era más pequeña, incluso le ofrecía caramelos o golosinas con la única condición de que no se lo dijera a nadie. Dominik la apreciaba por el color de su pelo, de un intenso rojo. Según él y sus creyencias, Keila había sido besada por el fuego al nacer. No había más chicos con el pelo rojo natural, así que Keila era su favorita y, de vez en cuando, la llamaba afectuosamente Key, como había hecho su padre en una época...
Grace pasó a la sala y se quedó delante de la puerta, con las manos en la espalda y mirando directamente a los ojos del director, esperando que le diera permiso para hablar con su tío.
-¡Por mil demonios!-Casi gritó-. Habla con Lam ya, Key. Ha dicho que es urgente, no te entretengas.
La chica sonrió y se acercó al teléfono negro. Cogió el microteléfono y lanzó una simple pregunta:
-¿Tío Lam, estás ahí?
-Valot draks-respondió al instante.
Lam hablaba en arrdo, un dialecto de la Tierra Árida (nación de Symell), para saludar a la gente. A ella siempre, siempre, le decía las mismas palabras "Valot draks" que significaban "Saludo al dragón". El color de su pelo era muy preciado casi tan preciado para Dominik como lo era en Symell.
-¿Qué es tan urgente, tío?
-El Orbe ha hablado, mi princesa-contestó, por su tono parecía alterado, casi asustado-. La misión ha sido proclamada y debes salir de ahí cuanto antes mejor. Tenemos muchas cosas que aclarar. Demasiadas cosas que hacer antes de que vayas a Symell de nuevo- Keila frunció el ceño-. El orbe te concede un deseo, como siempre. Lo pedirás nada más salgas de allí.
Keila asimiló como pudo la información.
-¿Me voy... para siempre?-Musitó.
-Para siempre-afirmó Lam, serio-. Desaparece, vete, como si no hubieras estado allí nunca. Haz lo que te han enseñado a hacer: crear confusión y caos.
Keila colgó tras despedirse y fue hasta la mesa donde Dominik pasaba las hojas de un informe bastante grueso, estampaba su firma en casi todas las hojas.
-Director Dominil-dijo con suavidad.
Cuando el hombre la miró a los ojos, ella los tenía del mismo color que su peculiar cabello. Brillaban como la sangre que se derrama al herir a alguien. Destellaban como fuego, como dos rubíes perfectamente pulidos. Un profundo color escarlata que gritaba por conseguir sangre, por matar.
-¿Key?- Llegó a pronunciar antes de que su cabeza reposara inerte en la silla.
Cerró los ojos y al volverlos a abrir continuaron brillando como antes, como esmeraldas, sin ningún rastro de rojo. Había calmado su sed de sangre, volvía a ser ella. Cogió un pequeño cuchillo que llevaba siempre escondido en la bota derecha y dibujó seguros trazos sobre la frente del director. La sangre emborronó su trabajo durante unos minutos, antes de que la limpiara y cicatrizara con ayuda de su fuego las heridas.
Muerto por el dragon, dejó escrito en la frente de Dominik, que se había convertido en su lienzo, en su lengua natal: Hokat po draks.
Después de eso, Keila se guardó el cuchillo y salió del despacho. Tenía muchas cosas que hacer y poco tiempo para realizarlas.
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Keila Grace
FantasyBlakeila Grace, una Creadora de Fuego, nacida en la Tierra Árida y la legítima reina de la Nación de Fuego, tiene que volver a Symell (su tierra natal) para cumplir la misión que se le ha destinado. Deberá usar sus preciados poderes sobre el fuego p...