Keila y Kile lograron evadir a la bruja. O, al menos, no alertaron con su presencia sus sentidos. Sin embargo, cuando separaron sus labios, se quedaron unos instantes pegados. Keila dibujaba círculos en la nuca del joven y él le sonreía.
- ¿Se ha ido? - Preguntó entonces, preguntándose si debería quitar sus manos de la cintura de Keila o si las dejaba allí, donde estaban, manteniéndolos de alguna forma unidos.
-No lo tengo claro- mintió Keila. La bruja no estaba, había pasado de largo sin reparar en dos jóvenes que se besaban, y ella lo sabía. Sin embargo, el beso que había compartido con Kile todavía latía en sus labios y su corazón latía desbocado-. Aún la siento cerca- susurró.
Kile no preguntó más, no usó más las palabras. Volvió a unir sus labios con los de Keila y los dos se dejaron llevar. Por primera vez en los casi siete años que Keila había pasado dentro de la escuela, se podía permitir compartir unos minutos de libertad con el chico que se había ganado parte de su corazón. Le daba igual que tuviera que fingir que había una bruja en medio, porque realmente sabía que para Kile también era solamente una farsa, que deseaba besarla, tocarla, sentirla, desde hacía más tiempo que ella.
Sin embargo, su beso fue interrumpido por un estridente sonido que provenía de la calle. Keila se puso alerta y tensó todos los músculos de su cuerpo. Kile la miró con preocupación y se separó de ella para ir a ver qué había sucedido. Keila hizo lo propio.
Y se arrepintió nada más asomó la cabeza.
La bruja de Pokal había lanzado por los aires dos automóviles. Los había rastreado, sabía dónde estaban y ahora intentaba que salieran de su ajugero. Keila tuvo poco más de dos minutos para idear un plan con muchos contras y pocos pros, pero un plan que podría salir bien o no: enfrentarse directamente con la bruja.
-Kile, quédate aquí- le dijo-. Tengo que entretenerla un rato- cogió un coletero mientras hablaba y se hizo con habilidad una gruesa trenza que retenía todo su cabello. Kile asintió.
-Ten cuidado.
Ella sonrió y revisó que tuviera el cuchillo en la bota por si lo necesitaba.
-Nunca lo tengo- le respondió y salió del callejón.
La bruja giró inmediatamente la cabeza hacia ella. Tenía la piel grisácea, los ojos totalmente blancos y carecía de pelo. Sus enormes uñas eran sus mejores armas, aunque le impedían usar su magia con total eficacia. La bruja era una Dictadora de los cielos, una nacida en el Reino de los Cielos, y Lamie le había advertido sobre ella. "No es muy fuerte, pero nunca tienes que infravalorar a tu enemigo, Keila. La bruja te puede poner en ciertos problemas si te confías. Cabeza fría ante todo". Ella se había reído de él en ese momento. Una Creadora de fuego no podía tener la cabeza fría. Pero ahora eso le parecía lo menos indicado para hacer: reírse.
Keila avanzó hacia ella mientras formaba dos grandes bolas de fuego en sus manos. Sentía el cosquilleo que el fuego producía en su piel, el tirón que notaba cuando las llamas salían al exterior. Era todo un don, un increíble don que poca gente dominaba a la perfección. Y ella no formaba parte de ese selecto grupo de personas.
-Creadora- rugió la bruja, arrancando una señal de circulación de cuajo y lanzándosela. Sin embargo, Keila la calcinó antes de que entrara en su zona de confort-, hace años que te busco, que te huelo. Ya era hora de que salieras de tu sucio escondite-hablaba con una voz cavernosa, nada limpia-. Pokal es mío, Creadora. Solamente mío. De nadie más, ¿te queda claro? Así que márchate. ¡Márchate antes de que me arrepienta!
Pero Keila no estaba dispuesta a marcharse, tenía que reunirse con su tío Lam y le daba igual cargarse a una vieja bruja por el camino.
-Pokal ha sido demasiado tiempo tuyo, bruja- le dijo y lanzó una bola de fuego en su dirección. La concentración de llamas no tardó en expandirse y transformarse en siete amenazantes bolas-. Es hora de que cambie de manos. Y ha llegado mi turno.
La bruja logró parar cuatro con un coche que quedó reducido a cenizas y esquivó otras dos. La última golpeó su hombro con fiereza y empezó a amenazar su vieja ropa: el fuego se expandía por ella y por su cuerpo. Sin embargo, la bruja no parecía sentir la quemazón de las llamas. Elevó otro coche con su magia y se lo lanzó. Keila tuvo problemas para esquivarlo, pero finalmente lo consiguió.
-Necia- se rio de ella la bruja-. Eres una chica necia. ¿De verdad te crees que puedes arrebatarme lo que es mío con dos bolas de fuego? ¿Quién te crees que eres?
La comisura derecha del labio de Keila dibujó un trazo ascendente: media sonrisa se coló en sus labios.
-Soy Blakeila Grace, Creadora de fuego y heredera de la Tierra Árida- proclamó, solemne-. Y tú, bruja, ¿quién te crees para mancillar mi nombre y cuestionar mi poder?
La bruja no tuvo tiempo para responder. Keila logró formar otra bola de fuego pequeña y la unió a la más grande que había logrado reunir. La lanzó contra la bruja y ésta impactó de pleno en su cuerpo. Sin embargo, la bruja no gritó, no dijo nada; se dejó quemar en silencio, hasta consumirse.
Después de asegurarse de que estaba muerta, Keila se limpió el hollín de las manos y fue a buscar a Kile. La gente que antes caminaba sin preocupación alguna, habían echado a correr nada más la bruja había volcado los dos coches.
-Eso ha sido... - Empezó Kile, pero no supo como continuar. Keila le acababa de demostrar que todo lo que le había dicho era real. Ella creaba fuego a su antojo y tenía enemigos poderosos. Kile, por primera vez desde que la había conocido, se planteó quién sería.
-Fascinante, ya lo sé- bromeó Keila y le hizo un gesto con la cabeza-. Tenemos que irnos. Mi tío me espera y tiene poca paciencia.
-Pero- dudó el joven- ¿dónde nos dirijimos?
Keila no pudo evitar sonreír, la casa de su tío le encantaba.
-Está muy cerca de aquí, al lado del museo- le explicó mientras empezaron a andar-. Ya verás, te encantará.
Fue entonces, cuando Kile asintió, cuando Keila lo sintió. Un resquicio de magia, pequeño, casi imperceptible, pero real. Y provenía de su acompañante.
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Keila Grace
FantasyBlakeila Grace, una Creadora de Fuego, nacida en la Tierra Árida y la legítima reina de la Nación de Fuego, tiene que volver a Symell (su tierra natal) para cumplir la misión que se le ha destinado. Deberá usar sus preciados poderes sobre el fuego p...