Pensamiento 64

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Él la miraba, mientras si mismo se encontraba llorando y gritando con cada parte de su alma:
No me alejes de ti. Cantaban sus aguados ojos.
No creas mis negras blasfemias.
Por favor, sabes que estoy mintiendo...
No me escuches.

Ella daba fin a su mirada, sin derramar una sola gota de agua...
Estiraba el cuello y hacia chocar su mandíbula por los temblores que el no llorar le provocaban.
Dios ayudame, no puedo seguir con vida a su lado.
Sus mentiras y sus engaños serán los causantes de nuestro propio homicidio.
Pídeme que me quede. Bramaba en su mente.

Él cayó arrodillado a sus pies, agarrándola fuerte de la cintura...
Era obvio, no quería que ella marchará. Pero aún así le estaba golpeando que huyera de él.
-Que Dios me ayude- susurro ella en voz alta por fin.
-Si ella se va... Quiero morir, Señor- susurro él, mientras su oscuro corazón le era arrebatado de su pecho, e incrustado en el de su amada.

Las mentiras lograron lo que el demonio siempre soñó...
Ambos muertos en vida y
cada alma se apago...

Sol_Escarlata

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