Aquella mañana solo esperaba fuera rara, de hecho, siempre lo esperaba...
Pero la monotonía de mi vida hacia de esta algo intrascendente para mi... y para el resto del mundo... en fin...
Inicie mi rutina matutina como siempre; mire el celular esperando que aquel mensaje llegara, que idiota soy al esperar eso. Proseguí y me fui a duchar, maldita sea, a veces odio mi cabello que no es tan largo pero me estresa a veces, aunque amo tenerlo así. Después de ducharme, busque ropa en mi armario, una camisa negra con el logo amarillo y negro de mi murciélago favorito, un Jean azul oscuro entubado, unos zapatos negros de tela y, por último pero no menos importante, mi extraña manera de ser y mi problema de identidad, una gorra de mi kriptoniano preferido.
Y eso fue todo por esa mañana, el resto se compone de unas monótonas clases y un aburrido viaje de ida y vuelta de mi casa al colegio y viceversa.
En la tarde, simplemente me senté a ver series y, como si ya fuera rutinario, quede dormido.
Al cabo de un buen rato desperté, me levante para ir por algo de comer, sentí mareo, algo normal para mi, supongo.
Salí de la habitación baje las escaleras, busque en la alacena y el refrigerador, pero no encontré nada que me gustara.
- Hola Carl - escuche detrás mio, aquella voz era delicada y pausada. Sin embargo, era una voz que no escuchaba hace muchos años.
Me gire y la vi, confirme la correspondencia de esa voz.
- Hola - respondí al cabo de unos segundos. - ¿Que hace ella aquí?- pensé para mis adentros.
- Interesante pregunta Carl, pero eso no es importante, no ahora. Y cuéntame, como has estado pequeño.
Por un momento dude si habría ducho aquella pregunta en voz alta, o si realmente aquello estaba pasando. Pero
- Veo que...- La analicé de arriba a abajo- tu estás mejor...
- ¿Porque lo dices así? - Y avanzo lentamente hacia mi hasta tenerme frente a frente.
Recuerdo aquellos ojos, aquella piel, aquel aroma que desprendía de su cuerpo como si jamás se hubiera ido, y, aunque ya pasaron 5 años desde que desapareció sin razón alguna, por lo menos no era una razón para mi.
Depronto, sentí una descarga de adrenalina.
- ¡Espera! - Inhale Hondo- ¡¿Que haces aquí?! - pensé en voz alta - ¡Mierda! - Esta vez si lo pensé para mi.
- Oh, Carl, pequeño pequeño Carl. En absoluto has cambiado, y dime, ¿donde esta tu rutina? ¿Que acaso aún esperas ese mensaje? - Dijo con una serenidad y tranquilidad que siempre me inquieto.
Siempre odie como aquella mujer me predecia, lo odie como se odia tener la flor más bella. Así la odio.
- ¿Aún esperas que la rutina de tu vida se rompa?
- Perdiste el derecho a saber todo eso, lo perdiste el día que te marcharte... Y, aún así te espere, te espere como no tienes idea, pero ¿sabes?, me canse, me canse de esperarte... de esperarnos...
- Jajaja
- ¿Solo eso dirás?
Y acortó más la distancia, sentía su respiración, su aliento, y... el roce de sus labios con los míos se hizo evidente.
- ¡Aaaaaaah! - Grité.
Estaba sudando, maldita sea, ¿donde estaba?
Y su rostro estaba ahí, al otro lado de la habitación, por un momento dude, si aún seguía dormido o lo anterior había sido un sueño.
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Es algo que no dice nada. Pero, es más que una simple frase, pero, ¿que te parece? ¿Deberia continuar? Tu, lector, ¿Que crees?
