25 de noviembre del 2015.
Me pongo el birrete en la cabeza. Me río de mi misma ¡Por fin! El año terminó y mi nueva vida esta por llegar. Estoy nerviosa. No sé que pasara. Pienso que no tengo que adelantarme demasiado, porque según mamá las vueltas de la vida pueden decepcionarme y tengo que estar preparada. Suena mi teléfono. Es Julieta.
¿Lista para nuestras nuevas vidas nena? Atte: Julieta.
Rodeo los ojos. El año que viene nos iremos a vivir juntas para poder estudiar ¡Parece que después de todo el destino esta de mi lado!
— ¿Cariño, ya estás lista? — Pregunta mamá desde el otro lado de la puerta.
— Si, en un segundo bajo.
Guardo el birrete y la toga en mi mochila. Me miro. Un vestido azul liviano y mis tacos de corcho, ya esta comenzando a hacer calor y debajo de la toga quiero estar fresca. Bajo las escaleras y me encuentro a mi familia, vestida en formal y hogareña. Mi madre peina a Guille por quinta vez.
— ¡Muy bien! ¡Vámonos! — Les digo ansiosa.
¡Quiero recibir mi diploma!
Luego de dejar el auto en el estacionamiento improvisado, entramos al gimnasio de la escuela. De inmediato me encuentro a mis amigas. Alex, Mariana y Julieta ya tienen puesto el birrete y la toga.
— ¡Ve a ponértelo rápido! Pronto nos darán nuestros lugares. — Me dice Mariana.
Tiene razón. Tomo mi mochila y me voy trotando torpemente al baño de chicas. Me alejo de los asientos y de la gente, mientas camino meto la mano para buscar mi celular y pedir a Mariana que me guarde un lugar junto a ella pero cuando estoy por llegar al baño freno de golpe al chocarme contra el pecho de alguien, tiro mi teléfono al piso y se desarma con el golpe. Me agacho, recojo los pedazos hasta que unos zapatos de vestir y el final de una toga en frente de mi, me llaman la atención. Levanto la cabeza lentamente. Sus ojos azules me observan, me levanto lentamente mientras nos miramos fijo. Con el birrete en la mano pasa su peso de un pie al otro.
— Hola Julián. — Lo saludo.
— Me recuerda a cuando te conocí. — Me dice.
Que ironía.
— Por lo menos ahora puedes hablar... — Le contesto amablemente.
Él mira al suelo con una media sonrisa.
— Mierda, estaba tan aterrorizado ese dia.
Levanto las cejas, habla como para si mismo.
— Y... ¿Como estas? — Pregunto con cautela.
Miro su rostro. Su pelo perfectamente limpio, brillante cae en su frente, sus ojos radiantes y sus mejillas rosadas me dicen que esta mucho mejor sin mi.
— Bien, porque encontré la manera de resolver lo que me hace mal. — Me dice neutral.
Yo bajo la mirada y asiento. Entiendo perfectamente cuando me dicen que están mejor sin mi. "Yo tambien estoy mejor sin ti" pienso para mi misma con enojo pero ni siquiera sé si es cierto.
— ¿Y tú?
Julián me saca de mis pensamientos.
— ¿Yo que? — Contesto sin pensar.
— ¿Como estas?
— Ah... bien, bien. Contenta de que por fin terminó todo.
Mi voz es dura, tengo que controlarme. Él levanta una ceja entendiendo el doble sentido ¡Dios! Cálmate. ¿Esto es lo que querías no? Deja de actuar como imbécil. Nos quedamos en silencio por dos segundos.
— Bueno voy a ponerme las cosas, o no voy a llegar a la entrega de diploma. — Le digo forzando una sonrisa exagerada.
Cuando paso a su lado él toma mi brazo de golpe para detenerme. Se me para el corazón, me sonrojo y lo miro a los ojos. Cuando me devuelve la mirada, ya no veo lo radiante de su rostro que tenía hace 2 minutos. Lo noto pálido y de su mirada emana oscuridad, como siempre desde que lo conozco. Por unos segundos volvemos a ser lo que fuimos todo este año pero luego me suelta y recobra la compostura.
— Espera... — Me dice amablemente.
Yo me acaricio despacio en la parte de mi brazos donde clavo sus dedos.
— ¿Qué pasa? — Pregunto.
— Necesito decirte algo.
— Soy toda oídos. — Contesto confundida.
— Pero no ahora, no aquí. — Me dice sonrojándose. — Necesito que nos veamos después de la entrega de diplomas.
¿Qué?
— ¿No puedes decírmelo ahora? Nos están esperando todos. — Le pido.
Él niega con la cabeza y con un poco de vergüenza en su rostro, pasa su mano por la nuca.
— Esta bien. — Me rindo curiosa de saber que me tiene que decir. — Dime en donde y a que hora.
Larga un suspiro.
— Después de la entrega de diplomas, cuando acabe todo, necesito que me veas en el estacionamiento. — Me indica.
— ¿En que parte?
— En donde empiezan los autos.
— Okey... ahí me tendrás — Le digo mirándolo a los ojos.
Se queda mirándome un momento y luego, sin decirme nada se da media vuelta y se va para la multitud. Yo me meto en el baño. Me toco el pecho. Mi corazón salta, curioso y confundido al mismo tiempo. ¿Qué es lo que tendrá para decirme? ¿Querrá pedirme volver? ¿Pedirme perdón? Tal vez sólo terminar en buen plan conmigo.
La euforia no se calma ni siquiera cuando salgo ya con mi toga y birrete puesto. Camino hacia la multitud. Mis padres me saludan desde los asientos, su cara refleja orgullo y felicidad, Bruno esta junto a ellos que me saluda con una sonrisa que yo devuelvo de inmediato pero estoy pensando en otra cosa.
Mariana agita su brazo y señala un asiento vacío a su lado con una sonrisa en su rostro. Yo camino hacia ella. Mientras estoy llegando mi mirada se desvía hacia donde él esta sentado. No puedo controlarme, es más fuerte que yo.
No me mira, esta con Martín que le habla enérgicamente mientras lo mira fijo.
Decepcionada por no haber cruzado mirada con él, me siento.
— ¿Por que te tardaste tanto? Tuve que decirle que no, a tres chicos que querían sentarse. — Me regaña Mariana.
— Me crucé con Julián en la puerta del maldito baño. — Contesto.
Ella ahoga un grito.
— ¿Y que pasó? Hace tiempo no hablaban ¿No?
Asiento.
— Me pidió hablar y estoy realmente nerviosa, no se que quiere.
Mi amiga pone una mano en mi hombro tranquilizadora.
— Tranquila, seguramente quiere resolver lo que pasó la última vez que se vieron, además sabes que cualquier cosa nosotras tres, te cuidaremos.
La miro con una sonrisa.
— No cometeremos el mismo error de dejarte sola con él dos veces, a menos que tu quieras claro, pero mientras estaremos vigilando.
La abrazo, tiene razón. Voy a extrañar mucho a Mariana, Alex y Bruno. Será largo hasta que lleguen las vacaciones y puedan ir a visitarnos.
Nuestra directora Laura toca el micrófono dando lugar a la ceremonia. Yo sonrío, positiva, esperando que digan mi nombre para recibir mi diploma de secundario completo
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Solo tuya [1] (BILOGIA)
Lãng mạnIvanna es una joven de 17 años que se muda con su familia al otro lado de la cuidad por culpa del trabajo de su padre, pese a esto deberá pasar su último año de secundaria en una escuela nueva, donde no conoce a nadie, antes de irse a la Universidad...