Serena me espera en la entrada, mientras da saltitos. Puedo notar a kilómetros lo nerviosa que está. Voy hacia ella y me recibe con un abrazo.
-¡¡Es nuestro momento!!
Sin darme tiempo a responder, se gira, se recompone la americana y llama al pequeño telefonillo al lado de la imponente puerta de hierro.
-¡Sí, venimos por la entrevista...!
Un chirrido me hace dar un respingo. Es la puerta, colosal, de tres metros, que se ha abierto para dejar paso a nuestro posible futuro.
Serena me coge del brazo y comienza a corretear, cruzando una pequeña plaza rodeada por un jardín, hacia la puerta acristalada.
Nos van a hacer una entrevista a las dos, ya que hay dos vacantes, en una de las empresas financieras más poderosas del mundo. Recalco; del mundo.
No estoy nada entusiasmada porque prefiero trabajar en cualquier otra cosa que siendo secretaria de algún prepotente con traje, pero si me pagan cuatro veces más, habrá que hacer un esfuerzo.
Observo cómo Serena se ha arreglado, y decido que es excesivo; comparando su americana, camisa de cuello y corbata, con mi blusa y pantalones, puedo averiguar quién va a tener más posibilidades de entrar.
-¿Qué te pasa? No te veo nada emocionada.
Resoplo. Apenas son las siete de la mañana, y en el pequeño patio la actividad es desbordante. un gran número de hombres con traje cruzan el patio a velocidades vertiginosas, mientras que otros gesticulan con sus teléfonos móviles. Vemos pasar a dos mujeres, vestidas impecablemente con blusa y falda, ambas casi idénticas, y maquilladas y peinadas a la perfección. Un escalofrío recorre mi columna al pensar que esa puede ser nuestra vida a partir de ahora.
-Eh.- Serena me vuelve a la realidad. Hace un poco de frío.
-Vamos dentro, que me estoy congelando.
Serena avanza sonriente, y de repente se gira y comienza a andar hacia atrás sin mirar.
-¿Sabes, Blair? Quizás con el tiempo nos asciendan, y podamos ganar...
No me ha dado tiempo a avisarle de que se va a estrellar contra otro hombre trajeado.
-¡Uy!- Serena pone cara de sorpresa, y se gira.
Observo al que se ha chocado, y para mi sorpresa, parece de nuestra edad. Como el resto de personas allí, lleva traje, y su pelo está repeinado hacia un lado.
Detestable.
-Lo siento,no sabía por dónde estaba mirando, perdóneme...- Serena esboza una sonrisa de culpabilidad de lo más encantadora.
Me quedo boquiabierta al ver que el chico no le responde, sólo le mira con desprecio durante lo que me parecen unos segundos interminables, repasándola con la mirada de arriba abajo, y esbozando una cara de desprecio, se va sin decir palabra.
-¿Pero de qué va ese chaval?- Pregunto indignada.
Ambas observamos cómo comienza a hablar con su teléfono, y sale del edificio.
-Tranquila, ya sabes cómo son.- Serena sigue sonriendo, y pone tono de broma.- Soy un empresario súper importante y...
-Y como todos sean así la vamos a liar buena.- Respondo enfadada.
Serena me vuelve a agarrar del brazo.
-Venga, Blair, no seas aguafiestas. ¡Es nuestro momento!- Vuelve a repetir, mientras cruzamos la puerta acristalada.
Abro los ojos como platos al ver las inmensas columnas de mármol que rodean la entrada, una sala circular, las mesas de cristal con inmensos jarrones de flores, y las dos escalinatas de piedra que encuadran el espectáculo. Serena me arrastra hasta algo que parece una encimera de granito gris, donde una señora con gafas le mira con algo que interpreto como desdén. Me reprimo el resoplido.
-Hola, buenos días. Venimos por lo de la entrevista...- Serena esboza una sonrisa tan perfecta que podría salir en una revista.
-Claro, segundo pasillo a la derecha. Tercera puerta. No entren, se les llamará.- La secretaria esboza la sonrisa más falsa del mundo, y pongo cara de haberme comido un limón.
Andamos cruzando la sala redonda, y llegamos al pasillo dos, con el suelo recubierto de mármol blanco y negro, cortinas color crema y demás accesorios de lujo que quitan la respiración.
-Mierda.- Susurro, y Serena me observa.
Le hago un gesto con la cabeza, y vemos un montón de chicas, mejor arregladas que yo, pero no menos que Serena, apoyadas en la pared y charlando.
Serena va hacia ellas y les saluda. Yo, por el contrario, prefiero quedarme en el sitio.
Noto cómo algunas la saludan con efusividad, mientras otras se dedican a mascar chicle y mirarla por encima del hombro.
De repente, se abre la puerta. Todas las chicas se ponen rectas y dejan de hablar. La secretaria (casi una copia idéntica a la del mostrador), mira una carpeta, y dice dos nombres desconocidos. Dos chicas con aires de arrogancia se separan del grupo y entran.
Serena viene hacia mí.
-Hay que esperar un rato.- Me mira y sonríe. Me coge del hombro.- Ven a hablar.
-Prefiero quedarme aquí.- Le sonrío.
Se encoge de hombros, y vuelve con sus andares graciosos a hablar con su nuevo grupo de amigas.
Suspiro con exasperación.
Menudo fastidio.
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Mi peor error
Romance¿No sabes quién soy? La gente como yo no lee libros. Están escritos sobre nosotros. Soy Chuck Bass.