Capítulo 1

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El amor es un humo formado por el vapor de los suspiros; alentado, un fuego que brilla en los ojos de los amantes; comprimido, un mar que alimentan sus lágrimas. Una locura razonable al extremo, un hielo que sofoca, una dulzura que conserva.

William Shakespeare.

- ¿Me has oído, Ash? - me pregunta mi hermana mayor, de forma inquisitiva.

Claro que te he oído, tu voz chillona la está oyendo todo el vecindario.

- ¡Tierra llamando a Aislin! - grita en un intento nefasto de llamar mi atención.

Levanto un segundo la vista de las paginas gastadas del libro, y me asombra ver que su pelo está recogido en un moño que aparenta ser un nido de pájaros en lo alto de su cabeza. Nunca va tan desastrada, pero deduzco qué como acaban de comenzar las vacaciones de verano y no hay nadie que pueda verla así, es la solución más fácil para soportar esta oleada de calor que abrasa Carolina Beach en Carolina del Norte a finales de junio.

- ¿Me has escuchado? -pregunta Kara, posando sus manos en las caderas.

En un acto reflejo cierro el libro que tengo entre las manos, y miro dubitativa a Kara que me fulmina con esos penetrantes ojos avellana, esperando una respuesta muy poco convincente por mi parte.

Asiento lentamente intentando recordar lo último que ha dicho. Pero, lleva horas hablándome ¿cómo pretende que me acuerde de todo lo que sale de su boca?

- ¿Sí? Y ¿qué tienes que decir al respecto? - me interroga intentando poner esa voz autoritaria qué pone siempre que pretende descollar.

-Pues...- arrastro las letras intentando ganar tiempo, y digamos que, el tamborileo que provoca Kara con las uñas sobre el granito de la isleta de la cocina, no ayuda para nada en concentrarme en recordar el tema sobre el que hablaba.

Gruño y maldigo interiormente a Shakespeare, y a mí misma.

A mí por; tener un hipocampo tan debilucho.

Y a Shakespeare por; escribir novelas tan absorbentes y embriagadoras. Maldito Romeo y su romanticismo.

- ¡Dios! - exclama totalmente frustrada- ¡Tú y tus libros! ¿Se puede saber de qué se trata esta vez? - me pregunta de manera rigurosa.

-Romeo y Julieta- contesto con un suspiro lleno de ensoñaciones acerca de cierta pareja mortífera.

- ¿Otra vez? ¿Cuantas veces te lo habrás leído en tus diez y siete años de vida? ¿Tropecientas mil? -bromea con la voz severa de siempre.

-Ja. Ja. - le respondo mientras bajo de un saltito del taburete de la cocina, y me dirijo al sofá con uno de mis libros favoritos en las manos.

Me desplomo sobre un mullido cojín, y abro por la página sobre la que me he quedado. Pero antes de que me pueda sumergir en la romántica Verona, el libro resbala entre mis dedos. Me apremio en percatarme de que el libro, lo ha apresado mi molesta hermana que, al parecer, no sabe estarse quieta.

-Ahora vas a escucharme- decreta.

Se sienta a mi lado en el sillón y comienza hablar sobre, no sé qué, invitación a una fiesta, pero, como insisto en no prestarle atención dirijo mi mirada hacia la ventana, qué en estos momentos se me asemeja que requiere toda mi atención. Está cerrada pese a qué parece que dentro de casa estemos a más de cincuenta grados. Ahogo un grito cuando al enfocar la vista al exterior, entre la oscuridad del jardín contemplo la silueta de un individuo, parpadeo un par de veces incrédula.

Demon PriceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora