Capítulo 3.

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No podía mover las manos, ni los pies, nada. Estaba completamente inmóvil.
-No me interesa pedir dinero para tu rescate... Porque tampoco me interesa que seas rescatada. -La voz familiar avanzaba hacia mí. La verdad estaba muy asustada, demasiado que creía que me iba a mear encima.
Intenté chillar pero una benda amortiguaba mis gritos, y los ahogaba, esto era muy desagradable y agobiante...
La persona me tomó las mejillas y me besó la boca por encima de la benda, yo me intentaba apartar pero me tomaba mis mejillas con más fuerza, y tuve que ceder porque llegó un punto en que me ardían las mejillas del dolor.
-Dios Delilah, hechaba de menos esto, pero te comeré la boca como es debido. -Me bajó la benda hasta el cuello y devoró mis labios, estaba aterrada y no me podía apartar... ¿Qué podía hacer? Ni siquiera sabía quién me estaba besando.
Lo intenté abofetear pero la cuerda se aferro más a mis muñecas causandome un fuerte dolor en las venas.
Su lengua se deslizaba dentro de mi boca, y chocaba con fuerza contra mis dientes, con desesperación buscaba mi lengua, pero no correspondí nada.
Por fin, se separó por falta de aire y tuve la oportunidad de chillar con todas mis fuerzas y de pedir auxilio; pero volvió a taparme la boca.
Sentí pasos por encima mía, eso quería decir que estaba en un sótano o en un piso inferior. Voto por el sótano, olía a humedad y se respiraba polvo.
-No nos queda mucho tiempo juntos Delilah... Pero volveré por tí, lo prometo, te amo.
Y con esas palabras pronunciadas se marchó y me dejó sola. Yo gemía tratando de poder gritar, y sentí que alguien abrió la puerta. Me sentí tan aliviada de que me quitara la benda y las ataduras preguntándome qué me pasó y quién lo hizo.
Era un hombre de la misma edad que mi hermano, su atractivo era semejante al de Chris, y sus ojos eran cristalinos.
Yo sollozaba, y el hombre me abrazó en consolación.
Le pregunté que dónde estábamos, y él me respondió que estabamos en unos apartamentos antiguos a las afueras de la ciudad. Tras haberme tranquilizado, el propuso llevarme a casa y yo acepté, supe que podía confiar en este hombre.
Me llevó a casa y mi hermano me abrazó preocupado al ver que cuando cruce la puerta de la entrada volví a sollozar y a llorar.
Me acabo de dar cuenta de que llamo todo el tiempo "mi hermano" a Dylan. Tiene nombre y es Dylan.
Dylan quería denunciar mi secuestro, pero no había pruebas suficientes de quién era el secuestrador, ni siquiera el hombre que me ayudó sabía quien pudo hacer semejante cosa...
En todo caso, estaba muy agotada y cansada y decidí dormir con Dylan por si sufría pesadillas. Se me quedó como trauma, de por vida tendré eso grabado en mi cabeza; cómo no podía mover las manos, cómo me besaba aquel baboso, cómo estaba atada a esa silla en un sótano de unos apartamentos, y cómo esa bestia sabía mi nombre.

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