Capítulo Tres.

340 15 4
                                    

-¿Has pensado en eso?- Pregunto su maestro, viendo como el niño está sumido en sus pensamientos; Distraído en pocas palabras-.

-¿Has pensando siquiera en explicarme de que trata tal ritual?- Le respondió con otra pregunta, viéndolo a sus ojos analizando cada facción de su maestro-.

-Sí. ¿Te han dicho que responder con otra pregunta es de mala educación? Pero lo hare el día en que suceda.

-¿Falta mucho?- Se paró y se acercó a su maestro, analizando su cara y tratar de descifrarla. Han pasado dos años y ya tenía la madurez, según algunos de los otros Santos y podía entender que ni Manigoldo, el sucesor de Sage de Cáncer lo hacía. Aunque en realidad, él era un socarrón y un tanto idiota que se lanza a hacer cosas sin pensar en posibilidades negativas o positivas; A sus 14 años, se sentía preparado para muchas cosas y una de esas era hacer famoso ritual, hasta le parecía molesto un poco oír tanto de él y no saber que era.

-No, ya se acerca el día. Ahora sigamos el entrenamiento- Dijo señalando el jardín de rosas-.

-A ver, ¡Tú puedes más que eso!- Señalo las rosas blancas- Dañas hermosas rosas blancas para una técnica tan importante e ingeniosa, como para que no puedas concentrarte. Si no puedes, retírate.

-Si puedo, necesito un poco más de tiempo- Se sentó y observo a aquellas rosas- Pudo hacer sencillamente las otras habilidades, como esta puede costarle tanto. Eso lo enfurecía. No sabía que carajos hacer, pero si sabía que su Maestro tenía razón en algo y era que estaba distraído; Anteriormente con las otras técnicas se les hacía muy fácil de aprender y comprender y no era que no lo entendía sino que en su mente rondaba todavía aquel famoso ritual que su maestro nombro. Era frustrante a estas alturas que le pasara eso-.

-Albafica... Debo retirarme, me están llamando en la Sala del Patriarca; Por hoy terminamos, pero debes poner más concentración para que puedas clavarme esa rosa blanca, sino lo haces, es algo en el que estamos perdiendo tiempo- Hablo duramente, siempre lo hacía, cuando algo no me salía bien o lo olvidaba. Luego de eso simplemente se fue por la puerta del templo de Piscis. Nuestro hogar, no salía mucho de este lugar ni siquiera a las escaleras a admirar el cielo o algo parecido, al ser el sucesor de Piscis, era difícil poder hacer eso, todos aquí sabían que yo tenía la sangre envenenada al igual que mi Maestro, las únicas veces en la que podía salir, era cuando se trataba de entrenar con algún otro sucesor de alguno de los Santos Dorados. Por eso mismo decidí salir, y sentarme en aquellos escalones y observar el atardecer, aunque eso en cualquier momento se volvería negro y quedaría un cielo despejado mostrándome siquiera las estrellas. Tenía muy claro que si me volvía Santo de la doceava casa. Mi vida sería solitaria, al igual que la de mi Maestro, quien ni tuvo un hijo, aunque dijera que me consideraba como un hijo y compañero. Era reconfortante eso, pero igual, las pocas veces que fui al Pueblo Rodorio, vi a muchas personas. Mujeres, Hombres, Niños y Ancianos. Veía parejas con sus hijos, siendo felices, envejeciendo y muriendo felices y juntos, sabiendo que amaron, tuvieron hijos y nietos, cosa que el mismo sabía que no tendría por su condición y también si iba a ser Santo, tendría que tener de primera posibilidad a su Diosa y que cuando le tocara pelear para Protegerla y defender a todo aquel inocente y que en cualquier batalla moriría haciendo lo que le gusta-.

-¿Albafica?- Oí la voz un tanto conocido, cuando subí mi mirada, note a aquel chico, con sus cabellos rubios largos bajando, con su sonrisa característica que ponía al verme. Era Shion el sucesor de la Casa de Aries-. ¿Qué haces ahí? Es raro verte por aquí.

-Quise salir alguna vez por mi cuenta y admirar el cielo, no siempre me detengo a ver la belleza que hay en nuestro mundo...

-Me parece bien...

-¿Qué haces por aquí? Estas muy lejos de tu hogar- Mientras hacía un ligero movimiento hacia la izquierda, dando a entender que por aquel lado era su hogar-.

-Sí, lo sé. Pero fui a acompañar a mi Maestro hasta la Sala principal y me dijo que volviera a la Casa de Aries.

-Ah, entiendo...

-En aquel instante los dos se sentían incomodos, esa conversación era nuevo para los dos, nunca antes habían hablado a más allá de ¿Estas bien? Cuando sus Maestros en ocasiones los ponían a entrenar juntos. Ese momento era inexplicable. Cuando alguno de los dos se dignó a decir. Algo o más bien Alguien les interrumpió; Era el Maestro de Shion, quien lo veía preguntándose qué hacia el ahí y su Maestro Lugonis-.

-¿Shion?- Hablo su Maestro extrañado-.

-Si- Hablo apenado, sabía que tendría problemas, la cara de su Maestro mostraba que se llevaría un regaño o mejor dicho un castigo, por desobedecerlo y Albafica pudo notarlo-.

-Yo fui quien lo distraje, él me dijo que se tenía que ir, pero yo lo distraía con preguntas. Perdón si cause algún inconveniente- Hablo apenado tratando de que el regaño o lo que sea que vaya hacer el Maestro de Shion sea menor-.

-Tranquilo. Pero ya es tarde, debemos irnos. Shion despídete de Lugonis y Albafica- Hablo duramente-.

-Hasta luego Sr. Lugonis y hasta luego Albafica- Shion sabía que le esperaría un regaño muy fuerte por parte de su Maestro y mientras que se iba, pensaba en aquella conversación que tuvo con Albafica-.

-Es hora de dormir Albafica- Grito Lugonis mientras entraba en su habitación- Por favor ve a acostarte, no quiero fallos mañana.

-Está bien- Grito mientras giraba nuevamente a observar las flores, luego de que se retirara Shion y su Maestro, recibió un regaño por parte de Lugonis, conocía perfectamente a Albafica, sabía que lo que dijo era en cierta forma era mentira, hablo pero quien se quedó ahí sabiendo que debía irse era Shion, luego de ese regaño, cenaron en silencio, para así llegar a tal escena-.

-Lazos Rojos...Lazos rojos- A su Maestro se le había escapado el nombre de aquel ritual- Pensó cualquier tipo de formas que sería el ritual y tal nombre no dejaba de pasar por su cabeza, lo tenía inquieto. Era estresante, y cada día se acercaba aún más el día que cumplía años y por eso se le hacía muy inquietante y más con el misterio que tenía Lugonis-.

Para él; Albafica... No saber algunas cosas era molesto, pero se sentía furioso por sí mismo y con su Maestro por tal misterio y tenía la corazonada de que algo malo sucedería muy pronto y tenía muy en claro que eso sería por parte de aquel ritual y que todo terminaría de la peor forma posible-.

-¿Has pensado en alguna vez explicarme de que trata Lugonis?- Hablo para sí mismo y en voz baja, quedándose por fin dormido en aquel jardín-.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 25, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Albafica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora