Capítulo 16 - Malentendidos

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La Navidad había pasado y con ella, la noche de fin de año.

Según Draco, no había sido para nada memorable en comparación con las fiestas que solían hacerse en su casa; la Mansión Malfoy siempre tenía una cantidad desorbitada de invitados, todos de un estatus lo suficientemente alto como para que cada año, como si fuese una tradición, la portada de El Profeta fuese acaparada por la fiesta que se daba en honor a una de las familias más excéntricas y poderosas de todo el Reino Unido; sin embargo, lo habían pasado bien, pues justo ante de que diesen las uvas, tanto Draco como Harry se habían escabullido para tener ese beso de transición de año que todo el mundo espera tener al menos una vez en la vida. Estaba completamente sobre valorado, o al menos a ese punto en común habían llegado ambos chicos después del "momento". Había sido un beso como otro cualquiera, bueno no; este había sido estúpidamente incómodo y estresante, pues tenían más en mente no separarse antes de tiempo o esperar a que fuese medianoche que disfrutar propiamente el beso.

Era sábado, día dos de enero. Gran parte de los que se habían quedado en el castillo habían decidido ir a Hogsmeade y los que se habían ido a casa no volverían hasta el día cinco.

Tanto Harry como Draco habían decidido quedarse para vaguear y no hacer nada, cosa que a pesar de la creencia de muchos, hacían constantemente pero sin salir de la habitación. El moreno había salido hacia las cocinas, planeaba pedir algo de comida a los elfos y llevársela hasta Slytherin, así no tendrían ni que salir a comer en todo el día, era un plan perfecto; Draco, en cambio, había decidido quedarse en uno de los sillones de la sala común, pues si Harry podía ir sólo a birlar comida, no veía necesidad de levantarse del mullido asiento en el que estaba ligeramente recostado.

—¿Es ese el suéter de Potter?—Una voz que Draco reconoció de forma instantánea resonó tras él y a pesar de que los nervios se le hubiesen crispado de forma bastante exagerada se icorporó del sofá con parsimonia, giró la cabeza y vio a Pansy quieta, observándole con los labios ligeramente fruncidos. ¿Pero ahora qué rayos le pasaba?—Porque lo parece.

—No.—Una respuesta escueta, simple.

—¿Y la H entonces? Porque se parce mucho a los que los comadreja le mandan todos los años en Navidad.

—De herrete.

—¿Por qué ibas a tener un suéter con una H que pertenece a la palabra herrete?

Draco, algo nervioso, actuó de manera rápida, sin pensar demasiado en lo que estaba haciendo. Se llevó una mano a la frente y dio un ligero golpe en el lugar, como si realmente estuviese frustrado porque la muchacha no lo entendiese, como si se tratase de algo completamente obvio que hasta Longbottom podría haber entendido.

—Por Salazar, Pans. Es obvio, ¿no?—Palabrerío con un sólo objetivo. Que se le ocurriese algo con sentido para que Pansy se lo tragase.—La palabra herrete es una palabra que casi nadie conoce, y por tanto está muy infravalorada. ¿Qué sería de nosotros sin herretes? Hasta mis zapatos italianos tienen herretes, de una calidad superior como bien entenderás, pero al fin y al cabo, herretes.

¿Habría colado? El rubio esperaba que sí. Sin más observó a la muchacha esperando que si no lo había creído por lo menos cambiase de tema. Y así lo hizo ella; rodó los ojos como si Draco fuese un caso que no tenía solución y se sentó a su lado en el mullido sillón.

—¿No me vas a dar la bienvenida? O por lo menos las gracias por tan maravillosos regalos que elegí este año.

—Bienvenida, Pansy.—murmuró el rubio girando su cuerpo para quedar cara a cara con la morena.—Además, no me seas dramas porque te di las gracias en una carta.

[Drarry] - ¡SLYTHERIN!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora