"Los Tres Diciembres Anteriores"

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A/N: Escrito para el reto "Navidad con los titanes" para el foro del Cuartel General de Trost el cual se llevó a cabo en el mes de Diciembre de 2015, obteniendo un segundo lugar en la votación.

La historia original y los personajes son propiedad de Hajime Isayama.


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—¿Tú, Petra? ¿En la Legión de Reconocimiento?

Las miradas atónitas de sus compañeros eran un tanto curiosas si se omitía el hecho que no dejaban de reírse con practicado nerviosismo. Sin embargo, esto la hizo enojar un poco más, acusándolos con su dedo índice de una forma maternal.

—¡Y quién dice que no puedo!

—Sólo mírate...—Oluo Bozado sonrió jocosamente, cruzándose de brazos con su habitual aire de superioridad—Pulgarcita.

—¡Idiota!

—No es sólo eso Petra. —Eld Jinn habló con calma, sus cálidos ojos observándola con atención—¿Ya lo pensaste bien?

—¿Qué hay de tu padre? —Añadió Gunther Shultz a la conversación, su mano posándose en su barbilla pensativo.

—Yo nací para esto. —Ella era pequeña, de cabello anaranjado que destellaba como el dorado durante un baño de sol, de ojos acaramelados y menuda figura. Su boca se dibujó en una delgada línea mientras sus compañeros...amigos, de aquellos que se cuentan con una mano, incondicionales, de batalla, hermanos; la observaban desde diferentes puntos de vista pero que al final se unían en uno sólo: Petra Ral merecía un mejor estilo de vida, en vez de desgastar su aliento y lo más posible su vida, a causa de los seres vivientes, insaciables de obtener vidas humanas.

No era la más sobresaliente en su generación, llegando al quizá mediocre octavo lugar en cuestión de posición; aunque tenía habilidad para memorizar teoría y era sagaz en la defensa personal, además de una firme convicción que la hacía mantenerse firme a diferencia de las demás reclutas femeninos de su edad. Una extraña mezcla de dulzura y rebelión ante las injusticias y trivialidades de la vida, la cual la hacía única, diferente. Petra Ral era alguien especial.

Sin embargo, el recuerdo de su padre negándose a que se enlistara a la milicia, a salvar vidas humanas que no tenían alguna conexión suya resonaba en su memoria, noche tras noche, y en cada momento donde su cabeza caía al suelo durante entrenamientos fallidos. Amaba a su padre, el acogedor aroma de madera que inundaba su hogar, el pasar horas junto a él recolectando frutos silvestres, pero anhelaba más. Y aquel fuerte anhelo de sentir la fresca brisa del aire calarle en las mejillas y el gorgoteo de las aves mientras vuelan en el vasto cielo se resumía en unirse a la Legión de Reconocimiento—uno de los trabajos más controversiales y peor pagados según los estándares de Karanese. Aquellos que se unían a la Legión, daban sus vidas en vano, pero sólo aquellos que vivían la verdadera experiencia, el portar la capa verde bandera y desaparecer por meses ante las tierras dominadas por los titanes, cazadores en búsqueda de sus presas, para regresar victoriosos a sus ciudades y ser dignos de respeto; sabían que no era así, que no había nada más espeluznante y hermoso que dar la vida por alguien más.

Petra lo deseaba con todo su corazón. Tanto, que la respuesta que les brindó a sus amigos—hermanos fue tan convincente, que terminaron por aplaudirle, recibiendo un efusivo abrazo por cada uno de ellos hasta que se infundieron en uno sólo, entonando un sencillo himno que se conocía desde los tiempos más remotos de la Humanidad, aquellos que nadie sabe hasta el día de hoy.

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