Epílogo/Capítulo 6 (Parte I)

11.4K 942 389
                                    

—¡Deja de moverte! —exclamó la madre de JiMin, quien luchaba con su hijo para ponerle una coronilla de flores.

—¡Mamá! ¡No quiero ponerme eso! —replicó el omega, tomando de las muñecas a su progenitora quien le miraba con molestia.

—Hoy es un día importante, así que debes llevarlo —sentenció la mujer.

—Es sólo la Gran Reunión —dijo con simpleza acompañado de un puchero.

—Y es la primera vez que se va a celebrar aquí, en Busan, así que... ¡Déjate poner esto!

—¡Mamá!

Había pasado un año desde la última vez que vio a YoonGi. Esa misma tarde había partido del hospital a su ciudad natal, para comenzar con lo que sería su recuperación. En el transcurso de los meses, YonHye le visitó periódicamente para ver el avance de las secuelas y si los ejercicios terapéuticos estaban surtiendo efecto. Afortunadamente, aquella vez que había tenido sexo con YoonGi no quedó preñado, pues su cuerpo había pasado por una situación de sumo estrés y la "semilla" se vio afectada, así como la presencia de sus periodos de celo, que ahora eran cada seis meses, a comparación de cómo era anteriormente. Gracias a los ejercicios terapéuticos, fue que comenzó a entrenar, adquiriendo un cuerpo más definido, con los abdominales un poco menos marcados de lo que recordó alguna vez tener cuando era joven. Se había dejado de teñir el cabello, permitiendo que el color plateado natural se hiciera presente.

Se había vuelto demasiado bello en ese año que se dedicó a recuperarse por completo. Agradecía infinitamente a YonHye-noona por atenderle, puesto que las secuelas ya no eran tan graves. No se había curado del todo de la taquicardia y los temblores, pero al menos podía vivir con ello.

Ese día se había levantado demasiado temprano, la noche anterior los líderes Aulladores habían anunciado que asistirían y él sólo pensó que volvería a ver a YoonGi. No había tenido contacto con el alfa, ni siquiera noticias. Por momentos estuvo tentado a marcharse de Busan y buscarlo, pero aún existía duda, aún estaba la herida que había ido sanando con lentitud.

—¡JiMin! —reprendió la mujer cuando su hijo escapó de sus intentos por retenerse en su habitación.

El aludido, riendo por su fechoría, se fue a encerrar a su alcoba. Su madre le persiguió hasta ahí, tocando la puerta y queriendo entrar, pero su hijo había puesto seguro evitando que cumpliera con su cometido.

—¡Más vale que me abras o si no te tinturaré el cabello del rosa que tanto me gusta mientras estés dormido! —amenazó la mujer, causándole risa a su hijo —. ¡Hablo en serio, JiMin!

Sin embargo, aunque aquella amenaza fue dicha, el omega no abrió y estuvo ahí hasta que su madre se fue refunfuñando. Por la noche sería la Gran Reunión y se encontraba más hiperactivo, juguetón y travieso que alguna vez recordó la mujer. La madre de JiMin, a pesar de estar un poco molesta por no poder colocar aquella coronilla, se sentía feliz de ver a su pequeño alegre.

Las Cinco Céntricas asistirían a la Gran Reunión realizada, por primera vez, en Busan, siendo liderada la ceremonia por los Zafiro. Eso era un gran honor. La mujer estaba bajando los escalones cuando escuchó unas voces conocidas, ensanchando su sonrisa y apresurándose a bajar los últimos peldaños. Con una sonrisa de niña traviesa caminó hasta la sala donde vio a un TaeHyung sonriente, sosteniendo la mano de un avergonzado JeonKook, quienes escuchaban atentos a la planeación realizada por el alfa Zafiro.

—¡Tae-ssi! —exclamó la mujer al entrar, llamando la atención de los presentes.

¡Hola, señora! —respondió el saludo el ahora pelirrojo, quien soltó a su pareja y se acercó a abrazar a la mujer que siempre le recibía con cariño.

Dudando a amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora