Después de los mensajes que intercambié con Alex me quedé dormida. Aunque estaba intrigada, estaba demasiado cansada para mantener un minuto más los ojos abiertos.
...
Me desperté con los gritos de mi hermana, al principio eran confusos pero conforme abrí los ojos y entendí lo que decía salté de la cama.
- ¡Si quieres que te lleve a clase tienes diez minutos para bajar o andarás!
No sé muy bien como lo hice, pero en ocho minutos exactos me duché, me vestí, me arreglé el pelo y tuve tiempo de cogerme una manzana para comer por el camino. Una vez en el coche me dediqué a comer y a canturrear las canciones que sonaban por la radio. En cuanto mi hermano aparcó me giré para hablar con el.
- Ayer le envié un mensaje a Alex...
-¿Y que te dijo? - me preguntó Jason con intriga.
- Que tenía que hablar conmigo... la verdad es que todo esto no me cuadra.
- No sé que es lo que le pasa pero si me dice algo te avisaré enana.
- Vale chucho.
- ¡Deja de llamarme así!
- Lo haré cuando tu dejes de llamarme enana, ¡mido un metro setenta!
- Pero eres mi hermana pequeña - me dijo con ternura, y tengo que admitir que me bajó las defensas. Odiaba que hiciera eso.
Sin decir nada más bajó del coche y a través del cristal amenazó con dejarme encerrada dentro si no bajaba rápido. Cosa que no me hubiera molestado tanto de no ser por qué a primera hora tenía clase con la profesora Schwer, una alemana con mucho carácter que no soportaba que nadie llegara tarde a sus clases de historia avanzada. Todo amor y simpatía. Abrí la puerta, bajé y la cerré de un portazo, recibiendo las miradas de toda la gente del parking del instituto. Maldije en voz baja y mi hermano se río entre dientes, por lo que yo le lancé mi mirada de advertencia.
Caminé cabizbaja hasta mi taquilla y saqué mis libros, tras esto me dirigí hacia el aula y me senté en la ultima fila. Como aún era pronto estaba sola, por lo que me conecté los auriculares al móvil y le di al play en mi canción favorita. En seguida me cambió el estado de ánimo, cerré los ojos y susurré la letra de la canción. Estaba tan centrada en ello que no me di cuenta de que había alguien más en clase. El caso es que noté una mirada que me estaba perforando así que abrí los ojos, me giré para ver quien era y ahí estaba otra vez, Alex, mirándome sin disimulo alguno. Me quité un auricular y le pregunte:
-¿Se puede saber que te pasa a ti?
-¿A mi? Nada. No sé por qué lo dices.
- Pues porqué ayer también estabas mirándome de la misma forma, cuando nunca antes te habías dado cuenta de mi existencia.
- Pues claro que sabía de tú existencia, eres la hermana de Jason.
- ¡No me digas! Ahora va enserio, ¿que te pasa conmigo? De verdad que me incomoda que se me queden mirando.
- Pues no entiendo porqué, es normal que te miren, eres preciosa.
- Wow, para quieto. ¿Y eso desde cuando? ¿Es que has hecho una apuesta con tus perritos falderos sobre cuanto tardarías en hacerme caer a tus pies como las demás? Porque eso no va a pasar.
- Primero de todo, no vuelvas a llamar así a mis amigos, y es una orden directa. Segundo, no, no he hecho ninguna apuesta. Y tercero, no eres como las demás, y eso es lo que te hace más interesante.
- Suponiendo que me creo todo lo que me has dicho, ¿podrías contestarme a mi pregunta inicial?
- Tendrás que esperar un poco para enterarte el porqué de mi cambio de actitud.
- Y... ¿cuanto tiempo significa un poco?
- Me gustaría que lo averiguaras por ti misma.
- No me gusta esperar, diría que soy impaciente.
- Esto te va a valer la pena, créeme.
- Más te vale, pero deja de observarme o tendré que hablar con mi hermano.
- Corre a hablar con tu hermano mayor para que resuelva tus problemas.
- Dentro de un mes eso habrá acabado.
- ¿Solo un mes? Estoy impaciente por ver que guardas dentro.
- No eres el único.
Acabé con la conversación al cortar el contacto visual con el y recolocarme el auricular. Unos cinco minutos más tarde empezó a llegar la gente, por lo que supuse que quedaría poco para que entrara la profesora por la puerta. Guardé mis auriculares y mi teléfono y saqué mi libro de historia y un lápiz. No tenía muchas ganas de prestar atención, pero por lo menos no le daría un motivo a la profesora para expulsarme de clase, no tenía ganas de recibir un sermón.
Alex me hizo caso y no volvió a molestarme con su mirada, por lo menos durante la clase de dos largas horas que tuve que soportar. Por lo menos me distraje viendo como Jessica y Anne se pasaban notitas intentando que la profesora las viera. Casi podía escuchar lo acelerados que estaban sus corazones. Eso era lo único que tenía ganas de que me sucediera a mi también con la transformación, que se agudizaran los sentidos. Pero no me quedaba mucho de todas formas.
Al sonar el timbre recogí rapidamente todas mis cosas y salí de clase, pero tropecé con algún estudiante y por no haber cerrado bien la mochila todos mis libros y cuadernos cayeron al suelo, algo muy típico en mí. Me agaché a recoger y los pasillos se fueron despejando por lo que llegaba tarde a clase pero no le di demasiada importancia. Estaba a punto de incorporarme cuando noté un tirón en mi brazo y como mi espalda chocaba con las taquillas, el agarre era fuerte pero no me hacía daño. Levanté la mirada para ver quien era y vi a Alex, pero antes de que pudiera pedirle una explicación se agachó y llevó su boca a mi oreja.
- Estate segura de qué estaré en primera fila el día de tu transformación.
Y tras esto se fue, dejándome confusa en el pasillo.
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El día que te conocí
JugendliteraturAbrí mis ojos y vi los suyos observándome. Estábamos en medio de la calle, empapados, rememorando el día que nos conocimos. Aquel día fue el comienzo de algo nuevo, una historia, una imagen,una película... o tal vez solo fue el día en que yo empecé...