Tuve que reaccionar con rapidez cuando escuche a uno de los profesores vagar por el pasillo en el que yo estaba, si me veía fuera de clase iba a ir directa al despacho del director, pero tampoco tenía ganas de entrar en clase, así que corrí hasta mi aula para que no me descubrieran y toqué con suavidad a la puerta.
- Llega usted tarde...
- Lo sé profesor, pero es que me he mareado en el pasillo, ¿podría ir a la enfermería?
- Oh, por supuesto, y... Alex, ¿por qué no le acompañas?
- No es necesario de verdad.
-Pues claro que sí, a ver si te fuera a pasar algo de camino. No quiero tener que asumir esa responsabilidad.
- Claro señorita, yo me encargo - dijo Alex con una sonrisa pero podía notar la ironía en su voz.
Y tras esto no pude decir nada más. Lo último que quería era estar a solas con él pero no tenía más remedio. Caminé en silencio de camino a la enfermería sin esperarle, con la esperanza de que no se acercase a más de dos metros de mí, pero era una ilusión estúpida. En menos de treinta segundos estaba a mi lado y por si fuera poco me pasó el brazo por encima de los hombros.
- Apártate de mí Alex, no necesito que me acompañes a ninguna parte.
- ¿No estás tan mareada eh? Eres bastante buena mentirosa cuando quieres, esa vocecita de niña buena que has puesto ha sido tan adorable - dijo con una sonrisa ladeada.
- De verdad que me sacas de mis casillas, he llegado tarde a clase por tu culpa y encima me incordias. ¿No había otra persona en clase que me pudiese acompañar a enfermería?
- ¡Por Dios! Si hasta parece que mi compañía te repugna. No sé que te he hecho tan malo.
- No es algo malo que hayas hecho, es simplemente que preferiría que volvieras a no saber de mi existencia.
No sé como conseguí decir esa frase sin vacilar, por que la verdad es que estaba muy cerca de mí, y aunque no entendía su repentino acercamiento, tampoco es que me molestara que el chico más guapo del instituto y el futuro Alfa de la manada perdiera su tiempo conmigo. Lo que tenía claro que no quería era ser otra de sus aventuras hasta que mágicamente su Luna apareciera. Por esto mismo me tenía que mantener implacable.
Alex no me respondió, solo se limitó a mirar a la pared y caminar más rápido. Por fin se había dado cuenta de que lo que hacía conmigo era una pérdida de tiempo y quería deshacerse de mi. Cosa que no me extrañaba en absoluto, había durado demasiado su vista puesta en mi.
A los tres minutos, aproximadamente, llegamos. Volví a poner mi cara de niña-buena-enferma y entré a la enfermería seguida de Alex. En cuanto la enfermera escuchó el sonido de la puerta abriéndose se giró para ver quién era. Una mujer alta, delgada y rubia, no le eché mas de 26 años, aunque me sonaba de haberla visto por la manada, lo que explicaría sus impresionantes genes. Envidiaba los ojos castaños con los que me miró, su mirada era tan intensa que por un momento creí que me descubriría tan solo mirándome. Sin embargo en cuanto vio quién me acompañaba bajó la mirada, aunque no se si lo hizo de forma inconsciente o no, ya que en el instituto estas muestras de respeto no eran necesarias, ya que estábamos rodeados de humanos y teníamos que ser discretos, pero supongo que la intimidad de la enfermería le permitió seguir sus instintos.
- Buenos días Alfa, ¿le puedo ayudar en algo?
- Ah, no te preocupes Margarett, tan solo me quedaré aquí durante esta hora como de costumbre. Pero esta vez tendré compañía. Tráele un vaso de agua para disimular ya que ella es mi coartada.
Abrí la boca sin creer lo que estaba viendo, ¿no era la primera vez que Alex venía? ¿Estaba abusando de su autoridad? Esto hizo que mi cabreo se elevara a un nivel incalculable y antes de poder tan siquiera pensar en lo que estaba haciendo mi impulsividad me ganó la batalla.
- ¿Pero se puedes saber quién te crees? ¡Vas por ahí tratando a la gente con superioridad por algo que aún no eres! Ahora si que tengo algo en tu contra y... ¿sabes qué? Voy a volver a clase y tu coartada se va a ir a la mierda.
- No se te ocurra moverte de aquí, es una orden directa.
- ¡Te puedes meter las órdenes directas por donde te quepan! ¡No voy a ser uno de tus perritos falderos! Si quieres que te obedezca tendrás que ganarte mi respeto. Aún no me he transformado así que no vas a obligarme a nada. ¡Agh, odio a los abusones!
Reaccioné de inmediato cuando escuché el susurro de Margarett, estaba aterrada, y no era para menos. Acababa de faltarle a la orden de un futuro líder. Ya baja de energía me giré asustada, aunque no demostré que lo estaba, a ver a Alex. Estaba rojo de la ira, por un momento creí que se transformaría ahí mismo y me degollaría la cabeza, pero en lugar de eso se giró hacia la enfermera y le habló demostrando su enfado.
- Ve y busca a mi beta, su hermano y dile que su hermanita no se encuentra bien, que se la lleve a casa - tras esto se giró hacia mí - Tienes suerte de que no pueda hacerte daño, porqué de lo contrario no contarías lo que acabas de hacer. Mañana espero tu disculpa.
Sin decir nada más salió de la sala dando un fuerte portazo, poco después Margarett salió a hacer lo que Alex le había ordenado, no sin antes darme una mirada que transmitía la pena que sentía por mi. Y lo peor vino cuando me quedé ahí sola, cuando puede pensar bien en lo que había hecho.
Una ola de terror me azotó sin piedad. Tenía que hablar con mi hermano y relatarle lo ocurrido, no para qué me defendiera, sino para que tuviera cuidado. No quería que Alex pagara mis acciones con él.
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El día que te conocí
Teen FictionAbrí mis ojos y vi los suyos observándome. Estábamos en medio de la calle, empapados, rememorando el día que nos conocimos. Aquel día fue el comienzo de algo nuevo, una historia, una imagen,una película... o tal vez solo fue el día en que yo empecé...