"¿Otra vez Heaven?"
Suspiró al mirar la camiseta blanca con huellas de patas en el medio. Amaba a Heaven, era su pequeña. Pero últimamente había decidido que las camisetas de Louis eran su lugar favorito para pisar.
"La he malcriado demasiado ¿Cierto?" Bush negó sonriente "Hey ¿Qué tal si vamos por unas malteadas? Este sol está acabando conmigo" Los chicos asintieron y subieron a sus motos. El humo saliendo de estas, ellos corriendo en las calles como rayos veloces.
Era un verano de 1957, el astro rey lanzando sus más brillantes rayos a la tierra, la fresca brisa haciendo danzar las hebras de sus cabellos y el arrullador sonido del motor de las motocicletas de "The Rollings" en la carretera. En las calles de Norwest no había quien desconociera al grupo ni mucho menos a la minina persa que los acompañaba en varias carreras.
De la misma forma no existía nadie por los alrededores que no hubiera visitado Dory's la dulce pastelería en las esquinas de Bluest en frente del instituto San Peter. Conocida por el compás del ritmo del Rock que invade los oídos de quien cruce la puerta de vidrio estampada con varios colores pastel. En sus ventanales varios signos musicales junto al rostro de Elvis, en las paredes los retratos de los iconos del mejor ritmo creado, mesas con variedades de colores, bancos giratorios y el cocinero obeso exclamando "¡Lista la orden de la mesa 5!"
Pero lo que más resaltaba entre todo aquello eran los meseros.
Jóvenes vivaces sobre ruedas, con faldas de puntos hasta la rodilla o pantalones de tiro alto. Sus patines salmón, sus verídicas sonrisas y aquel ánimo tan brillante como los primero rayos que el sol muestra al amanecer.
Harry era el más brillante rayo de sol de Dory's.
Aquel hombre alegre de rizos y hoyuelos encantadores. Siempre tropezando con sus largas piernas y recibiendo cumplidos por parte de las clientes.
"Querido ¿Podrías llevar el pedido de la mesa 3?" mencionó América con varios pedidos en sus manos "Como ves estoy sobrecargada"
Aceptó gustoso y tomo los pedidos de batidos, América era la más longeva de las sirvientas en su propio local. Siempre estuvo la duda en el porqué Dory's y no América's siendo este su nombre, nadie le llevo la contraria sin embargo.
Las tardes eran siempre tan cálidas como encantadoras en Dory's con Carl tomando los pedidos entre risas y Molly tarareando canciones de Bobby Darin cada día. Amaba la forma en la que los vestidos de las damas giraban y como los caballeros sonreían tontamente al compartir la malteada con sus compañeras amadas, sonrisas deslumbrantes se mostraban todos los días en sus clientes como si dentro suyo aquella sensación que te hace formular aquella curva en los labios se activara al cruzar la puerta.
Rodando sobre sus patines como en una danza aérea dando vueltas y más vueltas sintiéndose volar sobre los cielos tocando las nubes. Tan libre y tan feliz que su danza es interrumpida sin serlo realmente.
La misma sensación de tocar los cielos sigue y tal vez esté en lo más elevado llegando al éxtasis al notar aquellos ojos cían similares al firmamento con facciones tan suaves como, supone, son las blancas nubes y pestañas tan largas que daban sombra en los pómulos, oh esos pómulos tallados por escultores, es ahí que su mente hace clic al sentir el frío entre sus largos dedos más la viscosidad de la bebida.
Oh diablos.
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Espítiru aventurero
Fiksi PenggemarAmbientada en los 50's Sirvientes sobre ruedas, grupos con chaquetas de cuero. Harry trabaja en Dory's, una vida entre patines y rock and roll ambientando el lugar. Louis vive entre motos, chaquetas y camisetas marcadas por las huellas gatuna...