Epilogo.

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Antes de comenzar, preparen sus pañuelos morras y morros. Dejo este espacio para que cuando termines de leer me digas mi sentencia de muerte.

4 años después.

Estuvo 2 días en el hospital, los doctores tomaron la decisión que sería mejor que se quedara algún tiempo mientras se calmaba. Jade lloraba todas las noches, recordándose todas las palabras que se arrepintió de haberlas dicho, no podía dejar de pensar en ello, cuando salió del hospital, se dirigió a su cuarto de hotel, saco todas sus cosas y tomó su vuelo de regreso a Estados Unidos. Tenía que distraerse con algo, sin embargo, los fanales con ese hermoso antifaz negro no podían escaparse de su mente aunque lo único que estaba haciendo era hacerse daño.

La reacción de sus padres al enterarse de que su hija había terminado en la luna de miel con su esposo fue bastante...extraña, los dos no dijeron nada, simplemente se encerraron cada uno en habitaciones diferentes y no salieron de ahí por más de un día. Jade confesó su bisexualidad, ellos lo tomaron con que era una etapa, aunque en algún momento tuvieron que confrontar la realidad y apoyarla, la castaña se distrajo trabajando en distintos trabajos como siendo mesera o secretaria de uno de los empresarios más importantes del país, a Jade le gustó la idea de llenar una solicitud para tener un puesto más importante, lo consiguió y se convirtió en la jefa de su ex-jefe. Empezó a poner su tiempo en la empresa, dedicó un poco a sus amigos y familia, la única razón por la que se postuló fue la de distraerse y no pensar en Louise, la culpa la delataba todas las noches antes de dormir ¿Quién no podía pensar en eso? Tuvo algunas citas, y una pareja formal, Bradley, una empleada que sinceramente quien no se podía enamorar de ella, solo duraron 2 meses, no volvió a distraerse en parejas.

Adoptó un perro y lo llamo 'Rick' consideró en ponerle el nombre del fallecido animal, pero la imagen de la cabeza decapitada del perro solamente la recordaría cada vez más. Jade Thirlwall a sus 28 años había sido una versión totalmente distinta a la que era hace 4 años, respecto a Jed ellos seguían siendo amigos, salían a bares y a antros, pero hasta ahí. Jade se negaba completamente a hablar de Louise, juro que nunca volvería a Brasil ya que le traían bastantes malos recuerdos. Se puso en contacto con Leigh, su ex-pareja, ella ya había cumplido los 30, ya tenía esposo pero no descartó la oportunidad de volver a iniciar una amistad. Ser la dueña de una empresa no era nada fácil, Jade no era de las magnates que iba a club de stripper, ni manipuladora, menos adicta al sexo. Solo era Jade pasando medio día en la oficina y el tiempo que le sobraba se la pasaba con su perro, y a veces con su familia y amigos.

¿Digo, quien no quisiera pasar su vida así?

Algo que si la afecto, fue el alcohol. Hace 2 años, fue a un club junto con varios de sus ex-empleados, a 'divertirse' y dejar el trabajo hacia otro lado. Esa fue una de las peores noches de su vida. ¿Por? Se dejó llevar por el momento y tuvo una sobredosis de droga junto con alcohol, volvió a ser internada en el hospital con una multa, buena vida ¿no?

Se puso en contacto con Stephanie, ella ya tenía hijos y se dedicó a ser maestra de música, si no fuera por ella, Jade estaría encadenada y desbastada toda su vida. Porcierto, hasta la fecha jamás volvió a tocar el piano, cosa que se sintió a gusto con ello. Su asistente Jeff abrió la puerta, distrayéndola de sus pensamientos.

"Señorita Thirlwall, la quieren en la sala de conferencias" Y eso, era una prueba clara de su rutina diaria.

🌺🌸🌺.

Al llegar a su apartamento, se quitó el gran saco que traía y lo arrogo, restando importancia a donde caería. Estaba exhausta, todo ese poder que tenía se lo debía heredar a alguien, Jade ya se había decidido de jamás tener hijos ni casarse. Claro, habría una excepción si encontraba alguien que curara la agonía que ocultaba a diario. Su apartamento era gigante, aunque igual oscuro. Se encontraba en la punta de uno de los edificios más altos de América del Norte, el brillo de los edificios y la noche traspasaba la gran ventana de cristal.

Brasileña  | Jerrie. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora