He vuelto, he vuelto a pensar en ti, pero esta vez no entraste en mis pensamientos solo, sino acompañado, con el pensamiento del inevitable olvido, sí, aquel que me arrebatará grandes momentos de mi mente, aquel que hará que te olvides de mi nombre algún día lejano a este. Y es que sigo en el tren de los deseos esperando llegar a esa estación en la que tu estas haciendo todos y cada uno de mis deseos realidad. Y pienso, y pienso con miedo de caer dormida en aquella cama que me envuelve, pero no mejor que tus abrazos. La otra noche tus besos me encontraron, y me abrazaron, pero no para siempre, dejándome así en la absoluta desesperación y en la inmensa soledad. Y que aún lo intento, intento ver el número exacto de tus lunares en algún sitio y no llenarme de nostalgia y melancolía. Estoy cansada, ya que todo lo que me rodea me recuerda a un nosotros el cual ahora me suena ajeno.
Pero encontrarás a otro amor, que te cuide mejor que el nuestro, que te arrope con mejores abrazos que los que tenía el nuestro, y te besará mejor que como nuestro amor lo hacía, y te acogerá lloviendo, tronando, o aún así el cielo se caiga, en mejor hogar que el de nuestro amor, y tendrá una risa más bonita que la de nuestro amor, y la sinfonía de su voz será mejor que la de nuestro amor, y guardará y conservara el aroma a besos que dejaste también en nuestro amor, pero los conservara mejor que como nuestro amor lo hacía, y te amará mejor que yo, y aunque rece por que no encuentres ese amor que también buscándote está, sé que lo encontrarás. Pero digamos que queremos seguir queriendo querernos, supongamos querernos. Y es que lo intento, intento ser fuerte, pero tu me hiciste débil. Débil como un vaso de cristal, o como el tintineo de tus ojos al mirarme, cuando me mirabas. Y tengo miedo a dormir, debería dormir, pero no me dejas, ya que mientras en mis sueños apareces mi ceño no hace más que fruncirse sintiéndote lejos, ya que si me despierto porque he tenido una de esas pesadillas no recordaré que conmigo es donde justamente ya no quieres estar. Pero aún así no puedo, no puedo dejar de imaginarte contando las gotas que se juntan y forman un solo camino en las ventanas del coche, aquellas gotas que decías parecerse a nosotros ya que fuera como fuese al ser dos nos juntamos, y fuimos uno. Y no te mentiré, tengo roto el corazón, pero como siempre digo, nunca me pudiste haber amado mejor.