CAPITULO 1.

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No puedo, ni podré dejar de recordar tan repetidamente aquella vez que tu mirada se cruzó con la mía a pesar de todos aquellos pelos, que invadían mi cara a causa del viento impidiéndome la vista un poquito, pero no lo suficiente como para mirarte y saber desde un principio que eras tú, que eres tú, el que hace que mis labios besen miel con tan solo un beso, el que hace que mis llantos terminen en risas y carcajadas que ahora anhelo,  el que en mi cabeza protagoniza la obra de teatro de mis pensamientos. Aquel cuales abrazos se convirtieron en mis lamentos, aquel con ojos brillantes ocultando un mundo entero totalmente desconocido en ellos. Y no, aún no puedo, no puedo dejar de recordarte sin pensar que jamás volverás, ahora solo compartiremos el cielo, por favor, necesito que mires al cielo para ver las constelaciones que te dibujo en él.

Aunque tarde o temprano tendría que ver todo aquello que una vez quise desvanecerse y convertirse en polvo mientras se alejaba de mí dejando un fuerte viento formado por risas y carcajadas y un suave aroma que olía a besos. Y no, aún no puedo dejar de recordarte, y que no pasa un día en el que no desee que no llegase ese otra vez, otra vez aquel silencio hiriente que me acompaña, otra vez aquel fuego lento y enriquecedor que me deja más quemada que a los árboles un incendio forestal, otra vez aquel mar que me ahoga en un mar de lágrimas y me envuelve en aquel lejano recuerdo tuyo y mío, y más nuestro que para nosotros, otra vez esa alegría ajena que me llena, otra vez ese suave y frágil cántico de ángeles que en vez de llenarme me vacía, dejándome tan fría como la nieve y tan lejana como tu recuerdo. Otro Otoño, otro Invierno, otra Primavera y otro Verano sin sentir que las hojas caen, que la nieve se convierte en la protagonista, que las flores nacen tan bellas como siempre y que el calor nos acompaña día y noche.  Pero no, no puedo dejar de imaginarte haciendo una gran obra de arte con las estrellas, y es que ya no escuchamos las preciosas sinfonías que nos cantan lo truenos, o el ritmo de las canciones que nos canta la lluvia, y no, ya no podemos ver aquellas constelaciones en el cielo  que hicimos nuestras. Y que si un "nosotros" quiero serlo todo pero no puedo ser nada, otra vez ese sentimiento que me revuelve y me deja en un vacío aterrador, otra vez un día mas sin una de nuestras aventuras llenas de acción, otra vez aquel frío que recoge y aborrece a mi corazón, pero siempre quise decirte, que nunca me pudiste haber amado mejor.

Supongamos querernos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora