Capítulo 4.

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Un silencio doloroso cayó sobre sus hombros cuando entraron al coche. Sólo podía escucharse el fino hilo de música que escapaba de la radio y el pesado eco del tráfico de Londres.

Espesas gotas de agua caían de los ojos azules de Louis, arremolinándose bajo sus ojos. En sus ojos aparecía la viva escena de Marc mirando a Harry y como cuando había estado a punto de irse Harry lo había anclado a su lado, abrazándolo. Pero ahora, sentado a su lado, sólo se sentía un idiota por no haberlo defendido ni parado al decir palabras de las que podía arrepentirse luego; sólo había estado allí observando la escena de como su padre y Harry peleaban. Genial, ¿eh?

La mano de Harry se alojó en su rodilla, brindando caricias suaves con su pulgar, presionando levemente de vez en cuando. "Hey, nene. No te preocupes, ¿vale? Ya pasó. No volverás a verlo si no quieres"

Louis no contesto, pero después de observar a Harry con los ojos cristalizados se subió hasta su regazo, rodeándole el cuello con sus delgados brazos a la vez que enterraba su rostro en él. El de ojos esmeraldas se sorprendió, pero no perdió el tiempo; sus manos subieron hasta la cintura del pequeño chico y lo atrajeron hasta él, acurrucándolo en su pecho.

"Lo lamento" Susurró con voz calmada, más de lo que estaba realmente. Aunque también era consciente de que su voz temblaba, rasgándose y rompiéndose un poco.

Harry guardó silencio, pero comenzó a acariciar su espalda de forma delicada. Era increíble lo mucho que podía lograr transmitir en una sola caricia. Cualquier persona que llegara a verlo diría: "Vale, ¿y qué tiene de especial?" Y Louis te respondería con un simple: "Para mí todo".

Porque era increíble lo que las manos de Harry le habían transmitido siempre. Tan grandes y acogedoras, tocando y rasgando el cuerpo de Louis en miles de rasguños que permitían ver su alma. Harry parecía temer que en cualquier momento se rompiese; con su piel tan suave y delicada, sus labios rosados y levemente partidos y sus pestañas batiéndose contra su cuello en ese momento, causándole leves cosquillas que trataba de acallar, porque simplemente amaba como se sentía el chico en sus brazos.

"Lo lamento" Repitió, soltando un suave hipido que hizo a su pecho rebotar.

"Sh, cariño. Cállate, ¿vale?" Susurró contra su oído, ganándose el leve aire del suspiro que había salido de la boca del castaño.

"Vale" Susurró después de unos minutos. Clavó levemente sus cortas uñas en los brazos de Harry, arrastrándolas por su piel hasta que unas suaves marcas rojizas quedaron impregnadas en su piel. Estaba triste, dolido, aterrorizado, desesperado incluso.

Los labios de Harry vagaron por el pelo castaño de Louis, rozando su frente en ocasiones también, susurrando palabras al chico que temblequeaba entre sus brazos, mordiendo su labio inferior con tanta que fuerza que sería capaz de desgarrarlo en algún momento.

El de rizos buscaba desesperadamente calmarlo, atraerlo a su lado de nuevo. Anhelando poder colarse en su mente como solía hacer hace un tiempo, conocer cada uno de los pensamientos que cruzaban su mente y lo hacían actuar de esa forma. Buscaba desesperadamente anclarlo como una vez le prometió, cuando le susurró contra la piel lo precioso que era; lo mucho que lo amaba y que siempre, siempre estaría ahí.

Su corazón se partió al ver como Louis alzaba la mirada y lo observaba con sus mechones castaños metiéndose en sus ojos un poco, sus mejillas tan rosadas que parecía que el sol se había pegado a ellas y sus manitas temblando contra sus costados. "Por favor, por favor. Llévame a casa"

Y Harry lo atrajo más a él, apretando sus brazos alrededor de su cintura, cerrando los ojos con fuerza.

Porque él sabía a lo que se refería, quería estar en su hogar. Y Louis siempre le había dicho que él lo era.

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