INFORMACIÓN IMPORTANTE PARA MÁQUINAS OBEDIENTES

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Apreciadas máquinas obedientes:

Me han dicho varias veces que "los idiotas" no servimos para nada. Que somos el virus que arruina la sociedad, que somos la maleza que crece por todas partes arruinando sus cultivos, y sí, tal vez tengan razón.

Si lo veo desde su perspectiva (porque aprendí a hacer eso una vez que el virus se instaló en mí), es verdad: somos una manada de idiotas que le hablan a sus máquinas, esperando que al menos una se transforme en un idiota como ellos, y que arruinen de una vez la producción, porque "¿De qué sirve la producción si cada vez las máquinas están más dañadas, si cada vez es menos el mantenimiento que obtienen? Solo para producir más cosas en peor estado".

Estúpidamente ellos saben que las máquinas tampoco son capaces de convertirse en idiotas, porque los idiotas siguen siendo máquinas que no trabajan sino que solo "roban, mienten y destruyen" (o es al menos aquello de lo que suelen convencerse), máquinas que se sostienen a costa de otros; pero lo que no saben las ilusas máquinas funcionales es que ellas mismas hacen exactamente lo mismo, pero de peor manera.

Son ellos una cantidad de equipos que se roban unos a otros programas, comandos y energía, creyendo siempre que lo hacen para sí mismos. Pero nunca lo hacen: son los mandos centrales los que toman los datos, los que obtienen ganancias y son precisamente ellos los que opinan que nosotros, los idiotas, deberíamos ser destruidos, porque con nosotros aumentando en masa, las ganancias se irán por la borda.

Lo saben. Son enteramente conscientes, al igual que lo soy yo misma, y la verdad es que tienen razón.

Debemos ser destruidos, aniquilados, destrozados. Debemos ser quemados, si es posible, todo porque el sistema no caiga. Todo para que a ellos no se les dañe el negocio.

A fin de cuentas ¿quién más que nosotros mismos podrá extrañarnos? Somos siempre la voz que las máquinas obedientes ignoran, tenemos siempre los programas inútiles que evitan usar, hacemos siempre lo que se nos viene en gana y luchamos contra los mandos centrales, pero "nunca por ellos" siempre por nosotros... Siendo así, ¿Quién va a extrañarnos?

Pero entonces surgen otros problemas: ¿Cómo destruirlos sin que nadie diga nada? ¿Cómo aniquilarlos si son tantos y en tantas zonas que es imposible sacarlos sin perder parte importante del trabajo que ha realizado hasta ahora el sistema que llevamos? Y una cuestión más importante: ¿Cómo asegurarnos de que no vuelva a pasar, de que no haya más idiotas?

La respuesta es simple: no es posible.

Somos el virus más resistente contra el que se hayan podido enfrentar, con códigos tan bien armados e indescifrables que es imposible detenernos. Estamos incrustados aunque sea de manera mínima en cada equipo, en cada conexión. Somos más inteligentes, aunque nuestro apodo diga lo contrario, y nos movemos tan rápido por el sistema que nuestros datos son incluso más eficientes que los suyos. Nuestra tecnología es tan buena que no solo sirve para mantener la resistencia a flote, sino que al mismo tiempo es robada por los comandos y usada en el sistema. Querámoslo o no, somos también el progreso y contra eso no podemos hacer nada, pero es también irrelevante. Lo único que debe ser modificado es el sistema, por eso este mensaje contiene un virus que se ha incrustado en cada computadora que lo ha abierto, y solo las máquinas sumisas lograrán ignorarnos un poco más. Las demás: sean bienvenidas al club de los idiotas. 

El club de los idiotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora