Tu dulce voz.

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En medio de un bosque nevado se encontraba una cabaña humilde donde vivían dos personas, alejados de la sociedad.

El frío se filtraba por abajo de la puerta pero ambos se encontraban frente a una chimenea, disfrutando de un té caliente.

—¿lo hice bien? —de pronto el joven preguntó hacia la mujer.

—has mejorado —dijo ella con una sonrisa, él sonrió y acercó su mano para acariciar sus pálidas mejillas.

—creo que debo ir a buscar mas leña —habló el hombre levantándose del sillón.

—espera —pidió la joven tomando su mano con fuerza —no te vayas todavía...

—pero todavía estas helada... voy a buscar mas leña...

—pero Sessh... —susurró la joven.

Él se acercó a ella y beso su frente con dulzura.

—no me iré por mucho tiempo Kag... solo iré a traer mas leña... sabes que te amo demasiado  para abandonarte...

Ella empezó a soltarlo lentamente.

—¿me lo prometes? —dijo ella con los ojos fijos en él.

—es una promesa desde que nos conocimos... además tenemos que cuidar a mi princesita o a mi guerrero...

Ella dio una sonrisa y asintió, tocando levemente la barriga abultada.

Él sonrió y se fue por la leña.

La mujer empezó a temblar por el frío y empezó a toser.

—¿Sessh? —llamó ella levantándose lentamente del sillón, caminó solo unos momentos y cayó de rodillas.

—¿sucede algo amor? —preguntó él acercándose, al verla soltó rápidamente las leñas y corrió hacia ella —no te muevas... ahí te traigo la medicina...

La mujer asintió y se sentó en el suelo, él corrió hacia el cuarto que ambos compartían y tiró la caja en la cama, desparramando los medicamentos hasta que dio con el que buscaba. Corrió hacia su mujer y con un poco de té se lo hizo tomar.

—ya pronto tomaras calor —le dijo él, tomándola entre sus brazos y llevándola nuevamente hasta el sillón.

Ambos quedaron en silencio y ella dijo de pronto.

—Sessh... si muero...

—¡no! Tu no te vas a morir —habló firmemente el peli-plata.

—... cuídalo por mi... —siguió hablando la azabache.

—¡no Kagome! Ambos criaremos a nuestro hijo o hija, ambos le enseñaremos como se debe enfrentar a la vida... ambos le enseñaremos como amar...

Los ojos chocolates de la muchacha empezaron a brillar.

—...si muero... —y atrajo la cabeza del mayor hasta su pecho, sin importarle como su marido negaba repetidamente —ámalo como lo hice yo cuando se encontraba en mi interior...

—Kag... no morirás... tú sobrevivirás... y te quedaras conmigo... ambos moriremos juntos... sin importar nada... prométeme Kagome... prometemelo...

La mujer tomo su rostro entre sus manos y miró sus ojos dorados.

—te amo mas que nada en el mundo... soy muy feliz a tu lado, pero Sessh... se que no podré cumplir tu promesa...

Él se acercó a ella y la abrazo con fuerza y amor.

—por favor...

—lo siento mi amor... pero es mi culpa por ser tan débil... lo siento por hacerte daño...

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