Kagome abrazaba por el cuello a la bestia de dos colas, se sentía feliz de volver a ver a sus amigos, pero se sentía triste de dejar a la pequeña niña. Ella se sentía plena al estar jugando con la pequeña Rin, olvidando todo.
Olvidando a Naraku.
Olvidando a la Perla de los cuatro espíritus.
Olvidando a él.
Cuando salió de las tierras del youkai de melena plateada los antiguo pensamientos volvieron bruscamente. Ella empezó a recordar al hanyou de ojos dorados.
—"Inuyasha... Parece que no puedo entrar a tu corazón, ya que le pertenece a Kikyo"
El dolor volvió, pero no era como hace días, parecía que su corazón había entendido que aunque amase al híbrido, éste nunca le correspondería con la misma intensidad.
Kagome cerró sus ojos y miró las aves que la rodeaban, una de sus manos se alejó del cuello del dragón y lo extendió hacia las aves. Ella quería ver si podía alcanzarlas.
Los segundos pasaban y un grito la hizo estremecer, el grito empezó como algo débil que después tomó fuerza y ahora empezaba a hacerle doler los oídos.
Quiso ordenar que el dragón bajase pero la bestia también sufría, gritaba y empezaba a tambalearse de un lado a otro.
—¡ah-un! —le gritó ella con miedo.
Ella vio como el suelo se acercaba a ambos y quiso hacer algo, pero antes de poder hacerlo el grito se volvió más fuerte. Tal grito hizo que al fin la bestia terminara estrellándose entre unos árboles.
Kagome no pudo agarrarse del dragón y se separó de él. No supo más de ella misma.
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Sesshomaru miraba el cielo nocturno, esperando la llegada de Ah-un, pero éste no llegaba.
—"la aldea no es tan lejos... Ya tenía que haber estado aquí"
Él frunció el ceño al ver que volvía a preocuparse, algo irónico para un demonio asesino a sangre fría. Pero lo hacía, se había empezado a preocupar al ver a Rin en ese estado, cuando vio como la miko caía al suelo. Su corazón se estaba volviendo débil, como se decía.
—¿ha vuelto Ah-un? —preguntó de pronto la niña de cabellos oscuros, ella se había ido a su habitación pero al ver que su protector no volvía se preocupo— ¿cree que la señorita le haya pasado algo? —volvió a preguntar la pequeña.
Él solo cerró sus ojos y bajó la mirada hacia su pupila.
—capaz Ah-un decidió quedarse a hacer algo... —y sin decir nada más se adentró a su castillo.
Pero ni él se creía en esa excusa.
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Para los amigos de Kagome pasaron tres semanas desde que ella se fue, creyeron al principio que se había ido a su tiempo, pero el híbrido descubrió que no era así.
Sango empezó a preocuparse por su amiga, pensando en el peligro de estar fuera por mucho tiempo. Temiendo que Naraku le haga daño.
Shippo miraba por la ventana de la cabaña de Kaede, esperando la llegada de su amiga. Deseando que de entre los árboles apareciera con su gran mochila amarilla y su gran sonrisa.
Pero nunca pasó.
Para Rin había pasado solo diez días de que Ah-un no volvía, de que no sabía nada de la sacerdotisa. Ella cada día se acercaba al daiyoukai y le preguntaba si había vuelto el dragón, pero siempre recibía una respuesta negativa.
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Tu dulce voz.
Short StoryEn una cabaña se encontraba dos personas en frente una chimenea, en la ventana se podían ver los pocos de nieve cayendo libremente. -¿crees que parara? -no te preocupes amor... ya saldrá el sol...