Jordan Saura 101

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(Megara)

Si hay algo que odio, es retractarme. Siempre prefiero comprobar todo antes de sacar una noticia. Si no está comprobado, no lo publiques. Simple y efectivo. Prefiero levantarme a las cuatro de la mañana y rogarle al señor de la imprenta que saque las copias a última hora que perder la credibilidad que me he ganado a pulso por años. 

Sin embargo, aquí iba, preguntando a todo el mundo por Briggite Lee para decirle que había cambiado de opinión. 

Mátenme. En serio, ni siquiera presentaré cargos. 

Pero evidentemente, nunca hay un asesino en serie fugado cuando uno lo necesita, de modo que me encontré a Briggite antes del último periodo, y alejé rápidamente a todos los chicos que la rodeaban a pesar de que aún no se había hecho pública su ruptura con Jordan. 

—Te he estado buscando —murmuré de mala gana.

Ella me dedicó la sonrisa más radiante que jamás vi en una persona.

—Y yo te he estado esperando —dijo animadamente—. Salgamos de aquí, pasa mucha gente por los pasillos.

La seguí obedientemente hasta la cancha de fútbol, completamente vacía. Briggite no se detuvo hasta que llegamos a la mitad. 

—Libre de testigos —dijo echando una mirada a su alrededor—. ¿Cuándo empezamos?

Puse los ojos en blanco pero tuve que admitir que era totalmente evidente para qué la estaba buscando.

—Cuando tú digas. Eres la que paga después de todo. 

—Oh, es verdad, el pago. Cerremos eso primero, porque lo haces por eso, ¿cierto?

—Ciertamente no intento comprarme un puesto en las animadoras, si eso es a lo que te refieres.

Su respuesta fue rápida y supe que llevaba pensándolo desde antes.

—¿Y qué tal Sarah? 

—No necesita mi ayuda para ser una de las mejores animadoras.

—Pensé que como era tu mejor amiga…

—Pensé que habías dicho que podías darme 100 dólares, tal vez más —le recordé.

Si ella creía que yo necesitaba tener una razón para no huir, estaba equivocada. Una vez que decidía algo, se necesitaba una situación de emergencia para hacerme cambiar de idea. No tener auto antes de empezar la universidad era una emergencia.

Briggite se alisó el pelo con una sonrisa de negociadora.

—Sí, pensé que lo entenderías. Conduzco un Porsche y vivo en una mansión, obviamente puedo darte más de 100 dólares.

Se miró las uñas, esperando. Si ella pensaba que iba a fijar un precio por mi cuenta…bueno, vale, tal vez estaba en lo cierto.

—Eso pensé. ¿En cuánto vamos a dejar esto?

¿Por qué todo sonaba como el libreto de una mala película? Solo faltaba agregar el: “te haré una oferta que no podrás rechazar”. Aunque olvídenlo, esa fue una buena película.

—¿Cuánto te falta para el auto que quieres?

Pensé en mis siete mil dólares ahorrados y en lo que me iba a costar la universidad. 

—Mil dólares —susurré de mala gana—. Pero está bien, solo…

—Vendido por mil dólares.

Juro que iba a decir “solo dame doscientos y considera pagado cualquier gasto”.

¿Cómo es eso de tener tanta plata que puedes solo sacar mil dólares de la nada? Bueno, no creo que salga de la nada. Seguramente de la cuenta de sus padres.

Seduce a mi ex-novio (Disponibles los primeros capítulos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora