Misión

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Ella termina el perfecto delineado que enmarca mis ojos, me sorprende la facilidad con la que lo hace.

Coge un labial de tono encendido y me lo aplica con delicadeza en los labios, siguiendo su forma a la perfección y sin un ápice de inseguridad.

Analizo mi aspecto en el espejo. Traigo una capa de maquillaje tan gruesa que parezco otra. Mis facciones se han visto exageradas o disimuladas dramáticamente, mis labios resaltan demasiado con el carmín que la señora Magnusson ha elegido para mí y mis pestañas están tan rizadas y gruesas que tocan mis cejas cuando pestañeo.

Tomo las lentillas de contacto que están sobre el tocador y me las pongo.

Hugo ha insistido sobre todo en que debo ocultar el color real de mis ojos. No me dio una razón específica, pero yo deduzco que es por ser muy fáciles de recordar.

El vestido blanco pegado al cuerpo me resulta asfixiante, pero todos coincidieron con que la imagen que debo proyectar esta noche sería seductora.

Miro a Verónica Magnusson, pidiendo su opinión.

-Hermosa- dice ella simplemente. Parecería un comentario amable si no tuviera esa irremediable expresión de asco en el rostro. Sé que me odia, y mis sentimientos hacia ella no son muy cordiales tampoco, pero no hay otra alternativa.

Doy un vistazo a la habitación: las ventanas enrejadas impiden que escape por ahí, las múltiples alarmas y cámaras de seguridad avisarían a los demás si hay algo de lo que preocuparse, por lo que me quedo tranquila.

-Richard vendrá pronto- le digo.

-Cómo sea- responde mientras comienza a maquillarse ella también. No va a salir, pero quizá sea una obsesión o un simple pasatiempo.

O tal vez está igual de demente que sus hijos.

Bajo las escaleras como puedo con los tacones altísimos que me han elegido. Me pregunto cómo haré para no caerme en toda la noche.

Llego a la habitación donde tenemos captivo a Raoul. Intento no mirarlo cuando entro, sino que me concentro en Velkan y Hugo, que están junto a los líderes Panthera.

-Estás espectacular- comenta Grunt.

-Gracias- digo yo, miro a Raoul un momento. Está vestido con un fino traje color marfil, y se acomoda una reluciente corbata de seda - ¿En serio tiene que venir?

-En esta ocasión si- dice Hugo- aún no tienes los contactos suficientes como para que te den acceso a ciertas áreas.

Hay cierto tono de reproche en su comentario.

-Me estoy esforzando- me defiendo.

-Y lo haces bastante bien- asegura Velkan- pero no se puede comparar con la relación de años que tiene Raoul... además de que mucha gente no te quitará la vista de encima en toda la noche.

-¡Les dije que teníamos que elegir una imagen más sobria! ¿Cómo se supone que voy a escabullirme al archivo si tengo puesto este...?

-No te escabullirás. Yo lo haré- vuelvo la cabeza hacia Raoul. Está encerrado en una caja de cristal idéntica a la que tenía en América, donde me encerró a mí.

-¿Qué?- pregunto mirando a Hugo. No me habían explicado eso.

-Vanessa... tu trabajo esta noche no es formar parte de la acción, sino ser una distracción. Raoul será quien se haga con los archivos...

-Oigan, se dan cuenta de que aprovechará cualquier momento para escaparse o para delatarnos ¿verdad?

-No es problema.- dice Hugo.

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