capítulo 02.

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10 de septiembre de 1975
Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería

Remus

Había decidido colocar un encantamiento despertador porque la profesora McGonagall quería verlo antes de que todos fueran a desayunar. A la seis de la mañana se disparó la alarma que no dejaría de sonar hasta que todas las personas que estuvieran durmiendo en la habitación se levantaran.

Remus se revolvió en la cama y se subió el edredón hasta la cabeza, tratando de ahogar el ruido y maldiciendo el momento en que había encontrado el encantamiento.

— Lupin, joder — Se quejó James, tomando un libro y arrojándolo con la intención de darle en la frente. Remus rió. Pudo haber hecho que el despertador sonara dentro de su cabeza, pero la idea de molestar a James por tratar de ridiculizarlo delante de los alumnos de primero la noche anterior le pareció más atractiva —. Apaga esa maldita cosa.

— Arriba, hasta que no se despierten todos la alarma no va a parar de sonar — Respondió, abandonando la comodidad de su cama y comenzando a vestirse —. Y agradece que lo único que te está molestando en estos momentos es ese ruido insoportable, porque con lo que hiciste debería ponerte a limpiar el salón de pociones durante un mes.

James soltó una carcajada y se levantó, caminando hacia la cama de Peter y saltando sobre este para despertarlo.

— Despierta pastelito — Dijo James, tomandolo de las regordetas mejillas. Peter gruñó en respuesta, lanzandole un puñetazo — ¡Pero que amargado! Pensé que te gustaba que te dijeran así ¿O es que te molesta si no soy una linda Hufflepuff?

— ¿Por qué no te vas a molestar a Remus? — Espetó Peter, sacándoselo de encima con un empujón. James suspiró con alivio cuando el ruido del despertador cesó.

— Creo que ya se fue, tenía que hablar con McGonagall o algo así — Explicó, arrastrando los pies mientras regresaba a su cama, pero en lo que su cabeza rozó la almohada, la alarma se disparó por segunda vez —. Lo mataré cuando lo vea.

***

Remus caminaba por los pasillos del castillo con destino al despacho de la profesora McGonagall, observando tranquilamente todo lo que pasaba a su alrededor. Una de las cosas que más disfrutaba de su deberes como prefecto era ser uno de los primeros en levantarse y de los últimos en irse a la cama, aunque los otros lo consideraran una verdadera molestia. Le gustaba poder disfrutar de la soledad del castillo en la noche, escuchar el ruido de las lechuzas que cazaban cerca de él, el eco de sus pasos y las conversaciones que mantenía con Lily mientras patrullaban, ver como el castillo comenzaba a cobrar vida en la mañana a medida que los elfos domésticos se ponían a trabajar y los alumnos despertaban para dirigirse al Gran Comedor. Le gustaba apreciar las pequeñas cosas que el resto podía considerar aburridas.

Se detuvo frente al aula de Transformaciones y golpeó la puerta con sus nudillos tres veces. Al escuchar la voz de la profesora McGonagall indicándole que pasara, empujó la puerta suavemente y entró.

La anciana mujer salió de una puerta que se encontraba bien disimulada al fondo del aula y se sentó en su escritorio, sobre el cual tenía un montón de libros y trabajos por corregir, un tintero y una pluma roja.

— Buen día Lupin, toma asiento. Tenemos algo importante que discutir — Saludó McGonagall y con un movimiento de varita conjuró una silla de madera para que Remus se sentara.

a coat in the storm ➸ wolfstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora