En pleno Julio la playa estaba a rebosar, no parecía haber hueco ni para un mísero alfiler. Fastidiado, comenzaste a caminar para alejarte, con la esperanza de encontrar algún trozo de playa no tan conocido como las principales y que estuviese vacío...
Y lo hiciste. Entre un montón de rocas había un trozo de playa de unos diez metros de largo, aunque no estaba desierto por completo... un muchacho que te resultaba familiar estaba tumbado sobre su toalla a la sombra de unas rocas y tenía toda la pinta de haberse quedado dormido.
Te acercaste un poco por la curiosidad de saber quién era, dándote cuenta de que era el nieto de tu vecina anciana, a quien llevabas años sin ver.