Capitulo 2

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No sabía nada a cerca de esa persona.
-¿Sabes quien es?-Le pregunté a Cristina y a Noelia.
-Es un chico nuevo que viene del picacho.- me respondió Cristina.
-¿Le conoces?- preguntó extrañada su hermana.
-Si, bueno,no. Le sigo en Twitter.
-Ah entonces no le conoces Cris, solo le sigues.- soltamos una leve carcajada las tres. Era muy estúpida la situación. Tenia mucha curiosidad de saber quién era ese extraño chico de bonito nombre; Gonzalo Benítez...
Acabó el instituto y mis amigas y yo fuimos a mi casa.
-Quedaros a comer "plis".-Dije al llegar a la puerta.-no me apetece comer solita.-puse pucheros y se me quedaron mirando.
-Por mi bien.-dijo Cris.
Entramos las tres a casa. Entonces caí en la cuenta de que no tenía nada en la nevera que ofrecer a mis amigas salvo fideos al microondas.
Vi que estaban sentadas en el salón y fui hacia la puerta.
-Ey, os apetecen fideos chinos para comer ¿verdad?-sonreí.
Cristina y Noelia siempre habían sido mis mejores amigas y nunca nos habíamos separado. Juntas éramos tan felices que siempre nos olvidábamos de las preocupaciones que teníamos cuando estábamos reunidas.
Cristina era algo más alta que yo, pelo largo y negro, ojos cafés y delgada. Noelia era más bien bajita, pelo negro y algo más corto que su hermana.
Yo, una chica normal, ni muy alta ni muy baja, ojos marrones y pelo largo y castaño. Con unos kilos de más en todas y cada una de mis curvas y una autoestima más por debajo que un sótano.
Puse los fideos en el microondas y los puse en cuencos.
-Oye, venid a ayudarme a poner la mesa, ¿No?-Le chillé desde la cocina.
-¡Ya vamos!-Me gritaron las dos a la vez.
Nuestra amistad era prácticamente perfecta. Teníamos toda la confianza del mundo para decirnos lo que pensábamos en todo momento y nos gustaban las mismas cosas, nada podía salir mal.
Entraron en la cocina.
-Qué llevamos Clarita.-dijo Cris.
Noelia se puso a buscar en unos cajones y cogió el mantel mientras que yo servía los fideos en los cuencos.
-Cristina coge tu los cubiertos y las servilletas por favor.-le pedí.
-Vale.
Cogió lo que le pedí y se lo llevó al salón. Cogí los tres cuencos y los llevé al salón. Estaban las dos sentadas en cada esquina del sofá dejándome a mi en medio. Me senté y cada una cogimos nuestro cuenco, empezamos a comer tranquilamente en silencio.
Después de horas de risa y comida basura las tres decidimos irnos a dar una vuelta por el barrio.
Bajamos.
Estábamos paseando tranquilamente por un parque cuando me fijé en un chico que paseaba por allí. Era alto y moreno con una musculatura perfecta. Tenia ojos café y el pelo ni muy corto ni muy largo, tal y como me gusta a mi. Me quedé mirándole mientras avanzábamos. Entonces el levantó la vista y coincidimos en nuestras miradas. Pude notar rápidamente como mi pulso se aceleraba y el corazón me latía rápidamente.
-¡Clara!- me gritó Cristina. Me dio un susto enorme y me hizo volver a la realidad.
-¡Qué!-Le grite.
-Acabas de pisar una caca de perro. Ug.

un año cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora