ONE

3.3K 387 240
                                    

Yo era un psiquiatra, y joder, realmente uno muy bueno.

Es difícil decir lo que hace a un psiquiatra bueno en lo que hace. En mis primeros años gané mucha experiencia en el negocio, y, no mucho después, casi tuve más clientes de los que podía manejar.

No estoy diciendo que un suicida que entrara a mi consultorio tendría la vida resuelta en un día, pero mis clientes confiaban en mí, y yo realmente sentía que los ayudaba. Me volví altamente recomendado, y el costo de mis consultas subió también, así que estaba acostumbrado a pacientes de «alto nivel».

No estoy seguro de cómo los Park me encontraron, pero supongo que fueron dirigidos en mi dirección por sus previos psiquiatras, ya que muchas veces ese es el caso. Alguien entra a tu oficina y, por cualquier razón, eres incapaz de ayudarlo, así que tienes que hacerle algunas remisiones.

Un día recibí una llamada de Seulgi Park, una señora de dinero dueña de varias propiedades, que quería que tratara a su hijo Jimin. Al parecer, ningún psiquiatra del estado hasta ahora había podido tratar el caso del muchacho, así que yo era su última opción.

Jimin era el típico drogadicto, lo suyo era la heroína. Como cualquiera en mi campo, puedo decirte que tratar a este tipo de personas es un dolor de cabeza, si no están sobrios, estarán drogados y no se podrá razonar con ellos.

No lo hubiera tratado de no ser porque la señora Park me ofreció el doble de la cantidad que yo normalmente cobraba, no podía negarme. Fue la peor decisión que he hecho en mi vida.

Conocí a Jimin un lunes en la mañana. Por experiencia, sé que los de su tipo se retrasan en sus citas, en el mejor de los casos ni siquiera aparecen y tienes una hora libre, pero él llegó quince minutos antes.

Ciertamente, parecía todo un heroinómano. Bolsas bajo los ojos, cabello desordenado, en este caso rosado, y cara de cansancio. Parecía tener alrededor de veintidos años, era bajo e inexplicablemente delgado, llevaba puesta ropa muy holgada que solo acentuaba aún más su delgadez.

Y es que, para mí, él no era tan mayor, Yo tenía veintiséis años, no era tanta la diferencia de edad.

Le di la bienvenida a mi oficina y le ofrecí asiento. Se sentó y empezó a frotarse las manos y a explorar la oficina rápidamente con sus ojos; se veía ansioso.

— Así que, Jimin, soy Jeongguk. Cuéntame un poco de ti.

Por primera vez me miró a los ojos. Vaciló por un momento y después habló.

— Mire, esta es la octava o novena vez que empiezo con rodeos, así que solo iré al grano. Mi mamá probablemente le dijo que uso drogas, y así es. Uso heroína y cocaína si puedo obtenerlas. — Abrí la boca para preguntarle si alguna vez había usado ambas al mismo tiempo y explicarle lo peligroso que es combinarlas, pero se me adelantó. — No, siempre las uso separadas, no soy idiota.

— No pienso que seas idiota. — Mentí. — He conocido a muchos en tu situación, créeme.

Jimin no paraba de mirarme con sus pequeños ojos. Le hice la obvia siguiente pregunta. — ¿Por qué consumes?

— Bueno, las noches que no quiero dormir, uso cocaína. — Dijo mirando al suelo y frotando sus manos. — Y las noches que no quiero soñar, uso heroína.

— Perdona, ¿las noches que no quieres dormir usas cocaína? — Pregunté, solo para asegurarme.

— Correcto, doctor. — Dijo, volviendo su mirada hacia mí.

— Dime Jeongguk. — Le observé con una mirada relajada. — ¿Por qué no quieres dormir, Jimin?

— Porque no quiero ver a Owee — Respondió registrando mi reacción a esa palabra.

OWEE [kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora