Ella lo mira y tuvo que ahogar un suspiro para que no se diese cuenta, se sintió realmente tonta en ese momento, pero es que la belleza del chico hacía voltear a cualquier mujer que pasase por su lado, por lo menos era lo que pasaba nada más llegar él, pensaba Giselle.
Sumida en sus pensamientos continua observándole.
Aquellos rizos tan perfectos y negros como el carbón era una de las cosas que más resaltaba de él, aparte de ese rulo que se le colaba siempre sobre su frente.
Pero lo que más lo caracterizaba era ese hoyuelo en su mentón y aquellos ojos tan intensos, sacudió la cabeza y volvió a la realidad.
-Sí, tienes toda la razón, la primera vez que vine a Oxford me quedé completamente enamorada de este lugar-dice sin apartar su mirada de él, que aún seguía deleitándose con el hermoso paisaje. Ella también mira a su alrededor.
-¿Te has dado cuenta de que todo el mundo te está mirando verdad?-pregunta un poco incómoda al sentir las miradas de los estudiantes encima de ellos.
-Sí, me di cuenta cuando comencé a fijarme en las personas que había pero no pasa nada, ya estoy acostumbrado-dice encogiéndose de hombros desinteresadamente-oye ¿Quieres tomar algo? –le pregunta levantándose, ella asiente sonriéndole y Michael se aleja, divisa de lejos un pequeño chiringuito y se acerca. Las miradas encima de él se multiplican y con ellas los murmuros. Mientras esperaba en la cola había un grupo de chicos fumando en un banco y Michael pudo escuchar algunas cosas sin querer.
-¿Viste al tío nuevo?-pregunta uno girándose para mirarlo, Michael se hace el sordo como si no escuchase mientras sigue esperando en la cola.
-Ah el negro ese, dicen que es bueno pero antes busqué una de sus canciones y es una basura-contesta otro.
Michael estaba acostumbrado a ese tipo de comentarios hacia él pero eso no quería decir que no le doliese, la gente era realmente cruel sólo por el echo de que su color de piel era diferente a la de la mayoría de las personas que lo rodeaban y sin contar la recién enfermedad que le habían detectado: Vitíligo, el cual hace que las células responsables de la pigmentación de la piel mueran dejando de producir melanina, haciendo aparecer manchas blancas por pequeñas partes del cuerpo, pero con la ayuda del maquillaje Michael ha podido camuflarlo por ahora.
Rezando para que se acabase la cola avanzó hasta llegar, pidió dos refrescos y se encaminó de vuelta a la mesa donde estaba Giselle, le sonríe y le entrega su bebida para luego sentarse al lado de ella y comenzar a beber de la suya.
-Gracias-le dice ella, él le devuelve la sonrisa y ambos pasan el rato, justo cuando comenzaba a formarse un silencio incómodo el sonido del timbre rompe el hielo. Ella se levanta y él hace lo mismo.
–Vale, ahora tenemos que ir a la clase cincuenta y dos, ya te aviso ahora, hay que subir muchas escaleras-dice enfatizando en la penúltima palabra.
-¿Y qué toca?-pregunta él entre risas mientras se encaminan al interior del enorme edificio.
-Teatro-le contesta ella emocionada-es mi asignatura favorita, te encantará, es genial –le dice con un brillo en los ojos.
- No lo dudo- le contesta para luego comenzar a subir cientos y cientos de escaleras.
Entran en la clase y todas las miradas se posan en ellos, Giselle vuelve a sentirse incómoda y rápidamente se va a su sitio, Michael se sienta a su lado de lo más normal.
La profesora comienza a hablar sobre un nuevo proyecto que van a interpretar esa misma tarde. Se hará una especie de "Casting" y se elegirá al que mejor haga el papel de Romeo y a la que mejor lo haga de Julieta. Ambos, Giselle y Michael se miran como si estuviesen compinchados y levantan la mano para inscribirse.