Capítulo cuatro

1.2K 181 100
                                    

Todo mi cuerpo estaba ardiendo, como si estuviera rodeado de llamas. Sentía todo palpitar, escocer, incluso me atrevería a decir que incluso sangrar.

Quería gritar, necesitaba gritar, decirle al mundo que estaba ahí, que seguía vivo, que necesitaba la ayuda de alguien.

Y después de no se cuanto tiempo, conseguí hacerlo. Conseguí gritar, y apenas un par de segundos después me di cuenta de que nadie en este mundo sería capaz de escuchar ese grito, tan débil y roto, tan asustado.

No tuve más opción que dejar que la misma oscuridad que me tenía atrapado, me tragara nuevamente.

Dentro de mi interior la rabia, las ansias de una sed infrenable creciendo notoriamente. Pidiéndome más.

Pidiéndome muerte.

(...)

Alomejor debía regañar a la pequeña por ensuciar sus pantalones, o por haber mojado sus zapatos en un charco, o por haberse dejado su chaqueta en el coche. Pero ella estaba tan concentrada. Sus ojos clavados en la pequeña foto a un lado de donde su madre descansaba. Parecía estar examinando cada uno de sus rasgos.

Sandra salía realmente sonriente en aquella foto, quizás por eso Guillermo la eligió. También pudo ser porque esa foto se la hizo un día cualquiera para mandársela a él cuando Guille le preguntó que hacía. O alomejor fue porque era una foto de antes de haber regresado al pueblo.

Sammy se levantó del suelo, limpiando de sus rodillas el polvo del sucio suelo en el que se había sentado, y se giró hacia mi con sus ojos bien abiertos.

-¿Mama despertará algún día? - me preguntó, acercándose a mi para tomar mi mano.

-No lo se.

-Los mayores no sabéis mentir - dijo, sonriendo. - No voy a llorar si me decís que no se va a despertar, yo solo quiero que me tratéis como a una niña grande.

-Perdón - dije, incrédulo ante sus palabras. - No quería que te pusieras triste.

-Se que papá no lo sabe, pero yo se que él no es mi papá. Él tiene miedo de que si me cuenta la verdad, yo vaya a dejar de quererlo. - comenzó a hablar, estirando hacia mi sus brazos para que la alzara -. Pero yo realmente amo a papá, y tengo un secreto que nadie sabe. Si te lo cuento, ¿prometes guardarlo?

Asentí temeroso, con miedo de que podría ser lo que la pequeña podía decirme después de todo lo que acababa de contarme.

-Aveces, cuando una persona duerme, su cabecita es muy fácil de ver. - comenzó, jugando con una fina cadena que colgaba de mi cuello. - Pero ver por dentro.

> Puedo ver las cosas en las que piensan mucho, o las cosas con las que sueñan. Aveces he visto como papá deseaba y imaginaba en su cabeza que un día, al abrir la puerta de casa, tu estuvieras ahí. Pero nunca se lo he dicho, porque no quiero que él deje de quererme por ser rara. Papá dice que no puedo ir al colegio y hacer amigos porque soy una niña muy especial, pero yo se que es porque soy rara. Crezco mucho, y aveces se siente feo ver a otros niños de mi edad mucho más pequeñitos que yo, me hace sentirme como un monstruo. Y aunque papá me dice que es algo que tengo que hacer para mantenerme sana, yo se que nadie más bebe el agua roja que tenemos dentro del cuerpo. Una vez escuché a papa llorar, estaba en él salón con el tío Martín mientras yo dormía en mi cama. Él decía que tenía miedo de que yo muriera rápido, de que me hiciera mayor y fuera él el que tuviera que despedirme a mi en vez de yo a él. Y yo...

Él llanto de la niña, que en algún momento había comenzado silencioso y calmado, ahora la hacía sacudirse entre mis brazos sollozando.

-¿Papá se ha ido por mi culpa? - preguntó, haciendo que mi corazón doliera, que sintiera su propio dolor, tan intenso y tan fuerte.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 30, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

No necesitas dominarme (AAD #2) {Wigetta} PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora