La chica sexy de lentes

453 51 0
                                    

- ¿Qué vas a pedir esta vez? -- preguntó Angélica mientras veía la carta del restauran.
- No sé, yo estoy esperando a el mesero. -- sonrió pícara.
- No te soporto, en serio. -- giró los ojos.
- Una semana sin sexo, Angie, entiéndeme.
- ¿Qué tal si quedas embarazada?
- Quizá algún día, pero hoy no. -- Adele miró a un punto fijo pero Angélica evadió eso.
- ¿Y cómo estás tan segura?
- Porque creo que aquella chica sexy de cabello negro y lentes, es quien nos va a atender. Está más que buena. -- se mordió los labios.
- Y aún tengo esperanzas de que cambies. -- suspiró y volvió a tomar la carta.
- ¡Yes! -- gritó y apretó los puños. -- Ella viene hacia acá.
- ¿Decirte zorra promiscua desgraciada hará que no te acuestes con ella?
- Nop. -- contestó muy concentraba mirando a "la chica sexy de lentes".
- Bien, entonces, de igual forma, eres una zorra promiscua desgraciada.
- Gracias. -- respondió sin mirarla. -- ¡Ya viene!
- Peor que un depredador.
- Shhh. -- Adele hizo muecas y las cambió rápidamente al ver que la mesera había llegado.
- Buenas tardes, ¿qué desean ordenar estas lindas mujeres? -- preguntó acomodándose sus lentes.
- Buenas tardes, -- Angélica forzó su mirada para ver el nombre en la placa bordada a la camisa. -- ¡Alex!¿Alex, verdad? Estoy un poco ciega. -- ella sonrió.
- Sí, Alex, señorita.
- Muy bien, Alex -- Adele enfatizó -- Yo quiero fajitas de pollo al chipotle.
- Y yo... -- Angélica volvió a observar el menú -- Yo quiero sopes.
- Muy buena elección. -- dijo mientras escribía en la pequeña libreta.
- Lo sé, mi madre los hacía todos los fines de semana. -- contestó con nostalgia.
- ¿Usted es de México?
- Mexicana de corazón. -- puso sus manos en su cintura.
- Me encanta México, espero algún día poder visitarlo.
- Es precioso.
- Quiero comprobarlo por mí misma. Pero en fin, no me pagan por platicar con los clientes. Con su permiso, iré por su comida. -- antes de irse miró con una sonrisa pícara a Adele.
- Este arroz ya se coció. -- dijo Adele alegre mientras frotaba sus manos victoriosa.
- Es simpática, y te miró demasiado sexy; te apoyo esta vez.
- Con o sin tu apoyo igual iba a follarmela pero gracias, eso me motiva mucho. -- soltó una carcajada.
- Uno que quiere ser buena amiga y nada más no dejas. -- se hizo la indignada, Adele sonrió.
- ¿Apoco no está buenísima? -- se mordió los labios.
- Gracias por evadirme.
- No empieces con tus dramas y contesta lo que te pregunté.
- Pues sí, está muy linda.
- Ese bombón va a ser mío.
- ¿Y qué tal que no le gustan las chicas?
- ¿Acaso no viste cómo me miró? Es obvio que sí.
- Ay Adele, es que de verdad esto me parece demasiado bueno para ser cierto.
- Soy yo, a mí me pasan cosas buenas. - Supongo. -- suspiró.

Minutos después

- Aquí está su comida. -- llegó Alex. -- Sus sopes -- le dijo a Angélica -- Y aquí  sus fajitas de pollo. -- dejó el plato lentamente y miró a Adele de lo misma forma en que la había hecho anteriormente.
- Gracias. -- respondió ella mirándola de pies a cabeza.
- Me retiro, espero disfruten su comida. -- sonrió y tomó la charola, después se fue.
- ¡¡Hoy tendré sexo, hoy tendré sexo!! -- comenzó a decir Adele mientras partía el pollo.
- Maldita cazadora. -- respondió Angélica bañando de guacamole sus sopes.
- Te lo dije. -- se llevó un pedazo de pollo a su boca. -- Me encanta este juego.
- De verdad espero que nunca te topes con alguien que actúe igual que tú, o que te enamores de un imposible. -- dijo Angélica y Adele tosió.
- ¿Yo enamorada? Sí, claro. -- comió un bocado y se tomó un tiempo prudente para hablar. -- Eso es tan real como Nathan y yo en nuestra boda. -- Angélica estuvo apunto de ahogarse.
- Te mamaste. -- no podía dejar sus palabras mexicanas. Ahora la que se ahogaba era Adele.
- No puedo evitar reír cuando sales con tus mexicanadas.
- Es un don, Londres no me ha logrado sacar a México del corazón.
- Y nunca lo hará, ahí naciste, debe ser un país lindo.
- De verdad que lo es. -- suspiró. -- Quisiera regresar algún día.
- No se diga más, tú, Laura y yo, nos vamos en 2 semanas a México. -- Angélica escupió la comida.
- ¿Hablas en serio?
- Muy en serio, haría eso y más por ti.
- Muchísimas gracias, Adele.
- Odio que me agradezcas, tú no tienes nada que agradecerme. Lo que hago por ti es con todo el gusto y la alegría del mundo.
- Realmente tú y Laura son los amores de mi vida.
- Y ustedes son los míos, junto con mi madre. Y oye, hablando de Laura, esa perra nos cambió por Daniel.
- Lo mismo he estado pensando, pero trata de entender, ellos se aman y sólo se están dejando llevar.
- Extraño a la loca de Lau, eso es todo. 
- Yo también, pero, ¡eh! ¿Nos tenemos las dos, no?
- Nos tenemos las dos. -- Adele sonrió y las dos alzaron los meñiques, después los cruzaron.
- Bien, pues comamos que esto se enfría. -- Angélica asintió.

Déjate llevar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora