Los cinco totems celtas de la leyenda Mabon

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En la mitología celta aparecen animales a menudo conversan con los seres humanos.En realidad, imagino que la comunicación con los animales a un nivel psíquico era una practica cotidiana entre los miembros espirituales de los celtas.

Un antiguo tratado sobre mitos y leyendas celtas, el Mabinogion galés, contiene una historia titulada <<Culhwch y Olwen>>, que demuestra la citada relación entre hombre y animal.
Culhwch se enamoro de Olwen, la hija del gigante Yspaddaden, quien le dijo que entregaría a su hija si Culhwch era capaz de llevar a cabo 39 cometidos aparentemente imposibles.Uno de ellos consistía en encontrar a Mabon, el niño divino. Culhchw busco por todas partes pero solo consiguió descubrir que Mabon había sido robado a su madre cuando apenas contaba solo con tres días y que desde entonces nadie había visto.En efecto, al parecer, el niño casi había sido olvidado. Al no encontrar pista alguna entre los hombres, Culhchw acudio a pedir ayuda a Gwrhyr, quien poseía el don del habla animal, y los dos emprendieron la búsqueda de Mabon.

Decidieron hablar con el animal mas viejo que conocían, el mirlo. Este había visto muchísimas cosas, vivido muchas mas, pero nunca había oído hablar de Mabon. El mismo los encamino hacia el ciervo, pues sabia que era el mas viejo. El ciervo les contó todo lo que había visto, pero cuando le preguntaron por Mabon respondió que ni había oído ni visto nada en relación con el. Les dirigió hacia la lechuza, pues sabia que era aun mas vieja, pero como esta tampoco tenia noticia de Mabon les mando al aguila. Como quiera que ella, a pesar de haber visto muchas cosas, no había oído hablar de Mabon, les envió a ver al salmon. Este dijo no haber oído hablar de Mabon, pero le había inquietado el lloro de un niño que surgia del interior de las murallas de Caer Loyw (Glouces-ter).Los dos hombre subieron a lomos del salmón, encontraron a Mabon y lo liberaron.Como recompensa, Mabon ayudo a Culchwch a finalizar el resto de tareas y así pudo casarse con Olwen, su amada.

La narración nos demuestra que el mirlo, el ciervo, la lechuza, el águila y el salmón se consideran muy viejos y sabios. Aquí también constatamos que cuando el dominio físico no puede proporcionarnos las respuestas deseadas, debemos acudir a los dominios espirituales. Y a pesar de que la historia no nos demuestra directamente que se produjo un cambio de forma, algún cambio debió de obrarse para que los dos adultos pudieran trasladarse a lomos de un salmón.
Los animales que aparecen en el arte y la literatura celta se consideraban normalmente guías, asistentes o maestros a todos los niveles: físico, emocional o espiritual. Así como cada árbol tiene sus propias características, cada animal tiene también las suyas, y los celtas adornaban sus armas, herramientas, báculos y objetos mágicos con imágenes de animales para poder conferirles mas poder. Quien deseaba poseer una habilidad o una características de un animal en concreto, llevaba encima una imagen o un fragmento de dicho animal para que su energía le ayudara a conseguir el cambio deseado. Una vez había asimilado dicha característica, establecía una relación perdurable con el animal en cuestión e incluso labraba su imagen en una piedra para venerarlo. Todos los animales tenían su relevancia y detalles que enseñar, independientemente de su tamaño.

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