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     Al finalizar la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, los alumnos se dirigieron al castillo para ir a comer. Lily se sentó sola en la mesa de Gryffindor, y Remus, Peter, Sirius y James se sentaron lo más separados que pudieron de los demás. James sacó un sucio pergamino de la túnica y lo abrió.

     —Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas —dijo apuntando con la varita al pergamino. Al momento, las letras comenzaron a aparecer:

     Los señores Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta presentan:

     EL MAPA DE LOS MERODEADORES.

     Ese mapa lo habían creado los cuatro chicos en su tercer año para poder deambular por los pasillos sin peligro alguno, dado que el mapa mostraba todas y cada una de las personas que estaban en el castillo, al igual que el castillo al completo, con sus pasadizos incluidos. De esa forma, sabrían si algún profesor estaba cerca. Para mayor seguridad, siempre llevaban la capa de invisibilidad de James. Cuando por fin conseguían salir del castillo sin ser vistos, se transformaban en poderosos animales, porque Sirius, James y Peter eran recientes animagos. Sirius cogía la forma de un enorme perro negro, James de un ciervo de gran tamaño y Colagusano se transformaba en una pequeña rata.

     —Remus, tranquilízate, ella no sospecha nada ­—intentó calmarlo Sirius, pero no lo consiguió, Remus seguía pálido y temblaba ligeramente.

     —Si, Lunático, no pasa nada, ella no sabe nada sobre tu pequeño problema peludo —dijo James. Remus se relajó y el color reapareció en su rostro, aunque no del todo.

Remus Lupin era un hombre lobo. Había sido mordido por alguien llamado Fenrir Greyback cuando apenas tenía cuatro años. Ese era el motivo por el que sus amigos se habían convertido en animagos. Mientras que Lupin estuviera completamente transformado, era peligroso para los humanos, en cambio, para los animales era totalmente inofensivo.

     —Bien, tenía pensado que después de que tú, Lunático, te transformes en La Casa de los Gritos, podríamos ir al bosque prohibido, he marcado una ruta que nos llevaría directamente hasta el Lago Negro, no sin antes adentrarnos bien por el bosque —explicó James­—. Esta luna llena lo vamos a pasar bien —finalizó satisfecho.

     Al otro extremo de la mesa de Gryffindor, Lily observaba a los merodeadores. Estaban demasiado tranquilos, y que estuvieran apartados de las demás personas no le daba buena espina. Había decidido levantarse para ver que tramaban aquellos, cuando sonó la campana que avisaba el comienzo de las clases que había por la tarde. Lily vio cómo se levantaban y se alejaban del Gran Comedor para ir a Pociones. Ella también tenía que ir, así que recogió su mochila del suelo y se encaminó hacia las mazmorras. Pociones se le daba muy bien, algo que no suponía un problema para ella. Lo único que le molestaba era que el profesor Slughorn siempre la pedía a ella como voluntaria para que respondiera las preguntas que el profesor formulaba. Seguía pensando en las cosas que le solía preguntar cuando escuchó una palabra que le llamó la atención: Licantropía. Eso era lo que había dicho Sirius: Licantropía. ¿Por qué estarían hablando ellos de los hombres lobo? No estaban estudiándolos en ninguna clase, debido a que ya los habían visto en tercero. Cuando les iba a preguntar, llegó Slughorn y no tuvo ocasión de ir a preguntarles.

     —Bien muchachos, en esta clase elaboraremos la poción Félix Felicis —comunicó el profesor a los alumnos—. Ya sé que es una poción avanzada, pero eso los preparará para los ÉXTASIS —concluyó.

     La palabra "ÉXTASIS" alteró mucho a la clase. Se les había olvidado que, el próximo año, se llevarían a cabo los exámenes que determinarían si estaban listos para el mundo exterior. Los ÉXTASIS (Exámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas) no agradaban exactamente a los estudiantes de sexto y séptimo curso.

     —No me miren con esa cara de asustados y vayan al armario a coger los materiales que necesitan para hacer la poción. Encontrarán la receta en la página 77 —cuando Horace terminó de hablar, los alumnos fueron en bandada hacia el armario para coger todo lo necesario.

     Al finalizar la clase, después de haber presenciado varias explosiones y de haber tenido que enviar a un alumno a la enfermería, el profesor Slughorn examinó los calderos, y las únicas personas que habían hecho la poción a la perfección habían sido Lily y James. El profesor los felicitó y ordenó a los estudiantes salir del aula.

     —Por fin, llegó el fin de semana —suspiró Sirius, bostezando descaradamente.

     —Si, pero todavía tenemos que ir a la sala común a terminar las tareas y terminar de planear la ruta de esta noche —dijo James estirándose.

     —Yo creo que ya voy a ir a la Casa de los Gritos —comunicó Remus a sus amigos. Tenía la cara muy pálida y se veía enfermo.

     —Vale, Lunático, nos vemos después —dijo sonriente Black.

     Más atrás estaba Lily, ojeando el libro de pociones, asegurándose otra vez que había echado los ingredientes correctamente, porque, aunque la poción la tuviera perfecta, ella podría ir a hablar con el profesor Slughorn y decirle que la había hecho mal. Todavía seguía mirando el libro, cuando le vino a la cabeza lo que había dicho Sirius horas antes: licantropía. De repente la cara de Lupin apareció ante sus ojos. Ojeras, cara blanca como la tiza, toda llena de rasguños y arañazos. Se veía enfermizo cuando se acercaba la luna llena. Pero no podía ser, sinceramente Remus Lupin no podía ser un licántropo. Recordó que esa noche era luna llena. "Es una simple coincidencia" pensó. No podía dar una acusación de ese tamaño sin estar completamente segura. Lily se dirigió a la biblioteca para buscar información sobre los hombres lobo y así poder saber si convivía con un licántropo todos los días.

     A la hora de la cena, los merodeadores no habían aparecido, pero Lily no se había dado cuenta de eso. Estaba absorta en un libro titulado Hombres lobo: síntomas y características antes y después de la luna llena. No prestaba atención a nada ni a nadie, ni siquiera a su comida, que estaba sin tocar en el plato. Cuando por fin iba a comer un bocado, leyó algo que la hizo soltar el tenedor, salpicando estofado por todos lados. Lo que la desconcertó fue esta frase: Los hombres lobos se ponen de mal humor antes de que haya luna llena. Lily había recordado las palabras de Peter después de salir de la clase de transformaciones. Ella estaba de mal humor y él le dijo: "¿Qué pasa? Ni que fuera luna llena". Remus se había puesto muy pálido, más de lo que ya estaba. Cuando terminó la cena se dirigió a la sala común, pero no para descansar, sino para seguir averiguando si era verdad lo que, sin querer, Sirius había dicho: Que Remus era un licántropo.

     En la Casa de los Gritos, los merodeadores estaban con un Remus completamente transformado. Esperaron un rato para asegurarse de que ya estaban todos en sus respectivas salas comunes, y así poder salir tranquilos. Cuando hubieron pasado cuatro horas desde que los alumnos habían salido del Gran comedor, ellos dejaron la casa para adentrarse el Bosque Prohibido. Se lo estaban pasando en grande. Con sus bromas y sus juegos, era como si estuvieran en su forma humana. Cornamenta era el que iba en cabeza, después iba Peter, después Lunático y por último Sirius. Cuando llegaron al lago se sentaron (como pudieron) sobre las piedras a observar como el Calamar Gigante sacaba sus enormes tentáculos a la superficie. Estuvieron así una eternidad, cuando de repente escucharon un ruido extraño que venía de la cabaña de Hagrid. James se puso a alerta y, rápidamente, él y Sirius alejaron al lobo de allí. Se quedaron esperando en la espesura del bosque hasta que los ruidos cesaron. Volvieron la cabeza y vieron el sol salir por el este. Los animagos dejaron solo a Remus. Sabían lo dolorosa que podía ser la transformación, ya fuera de humano a lobo o de lobo a humano. Después de que los aullidos pasaran a ser gritos desgarradores, James, Sirius y Peter volvieron a su forma humana. Llevaron a Lupin a la enfermería y ellos fueron a la sala común a descansar, aunque fueran solo unas pocas horas.

Al llegar a la torre de Gryffindor, James vio a Lily acurrucada en el sofá con un pesado libro sobre la piernas. Se acercó, y al leer el título se quedó de piedra. Aquello no podía estar pasando. Lily Evans en realidad sí sospechaba de Remus.

Hasta el fin del mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora