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James corría por los pasillo del castillo como alma que llevaba el diablo. Las palabras de su amigo le habían caído como un puñetazo en el estómago.

—¡Cornamenta!¡Cornamenta, espera!— gritaba detrás Sirius, quien ya estaba cansado de tanta carrera.

—¡Dónde está, Sirius!¡Tengo que verla!

—James, para y te lo contaré...más...tranquilo— el chico dejó de correr y, apoyando las manos en las rodillas, intentó recuperar el aliento.

—Maldita sea, Sirius, no lo entiendes. Yo tendría que haberme dado cuenta.

—No sabías que esto iba a ocurrir, no te culpes.

—Le regalé un collar por Navidad. Son dos collares iguales: ella tiene uno y yo tengo otro. Muestran el estado en el que se encuentra la persona. ¡Maldita sea, tendría que haber visto que el collar estaba rojo! Pero como soy un estúpido me lo quité cuando Dumbledore me encomendó esta misión de mierda— James dio un golpe a la pared, haciendo que sus nudillos comenzasen a sangrar. Sirius se acercó.

—James, no es tu culpa. Vamos, te llevaré con ella. Supongo que a estas alturas ya estará en la enfermería— ambos chicos emprendieron el camino a la enfermería con paso apresurado.

A cada paso que daban más se desesperaba James. Finalmente, al doblar una esquina, se encontraron con las gloriosas puertas de la enfermería, donde Sam estaba sentada en el suelo, abrazando sus piernas, y Snape se paseaba de un lado a otro. Al  escuchar pasos, ambos jóvenes levantaron la cabeza.

—Si-Sirius - dijo Sam con la voz quebrada. Su novio se sentó a su lado y la abrazó. Ella hundió su rostro en el pecho del chico. Mientras que esto ocurría, Severus miraba a James con odio.

—¿Qué haces aquí? No mereces verla. Lárgate.

—Tú no eres nadie para darme órdenes, Snape.

—No me toques las narices, Potter. No ahora. ¿Y quieres que te diga una cosa? Yo la merezco más que tú. No eres más que un niñato que tuvo un capricho. ¿Dónde estabas cuando la atacaron?¡Dónde estabas!— James agarró el cuello de la camisa de Snape y lo arrastró hasta la pared.

—Cállate. Cállate si no quieres que te dé una páliza aquí mismo— Snape respiraba con dificultad. El chico buscó su varita en el bolsillo del pantalón y apuntó con ella a James.

—Suéltame.

—Retira tus palabras.

—Nunca.

—Entonces no te soltaré.

—¡Crucio!— James ahogó un grito de dolor mientras que soltaba a Severus. Este se acercó al adolorido animago y rió amargamente—. No te metas conmigo, Potter. Apréndelo de una vez.

—¡Estás loco Snape!¡Cómo se te ocurre!

—Silencio, Bennet - escupió con odio el Slytherin para después arrodillarse junto a James—. Esto no se acaba aquí— susurró para que solo lo escuchara el adolorido y jadeante animago. Snape se levantó y se fue a las mazmorras, no sin antes propinarle un puntapié en el estómago, dejando momentáneamente sin aire a James. Sirius se acercó a ayudar a su amigo.

—¿Estás bien, Cornamenta?— el chico asintió con dificultad y se recostó en la pared, resollando. Sam miraba la escena sorprendida.

—¿Cornamenta?¿Desde cuándo este imbécil es "Cornamenta", Sirius?¿Sois amiguitos ahora?

—Sam, por favor, ahora no...

—¿Has olvidado lo que le hizo a Lily?¿Lo que nos hizo a todos nosotros? La verdad, me sorprende que todavía no sea un mortífago...

Hasta el fin del mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora