Rumbo al castillo

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Caminamos un poco más desde donde habían sucedido muchas cosas: empezaron con un abrazo, luego con un ligero acercamiento y el beso que nos dimos. Ender no me ha hablado en todo el viaje hasta donde íbamos a dormir, pero se le notaba una gran sonrisa y sus ojos estaban muy abiertos, así que deduje que estaba apenado y no sabía cómo empezar una conversación por miedo a cómo reaccionaría, como yo.

Nos tendimos bajo las copas de los árboles que cubrirían el sol al amanecer. El bosque era sumamente verde y frío, con muchos árboles con frutos maduros. Creo que no era necesario traerse comida. En la noche la luna casi no se veía por el follaje, pero si encontrabas un hueco entre este podías ver con claridad la luna y muchas pero muchas estrellas. Era como en la isla, cuando todo estaba obscuro por la noche y no podía dormir solo iba a mi ventana y observaba el cielo, me traía una linterna y escribía ahí. Me daba inspiración ver tantos colores en el cielo. Yo sabía que nunca volvería a esa vida. A mi aburrida y antigua vida que ahora añoro con toda mi alma. Quiero que mis padres estén aquí, conmigo apoyándome en esto. Quisiera saber si están bien, cada día me lo pregunto y trato de llegar a una conclusión, pero nunca he llegado a una. Eran los únicos que me protegían del mal que había el Carnohold. Los únicos con los que me sentía protegida o a salvo.

Sentirse a salvo, eso ya no existe en mi vida. Solo existe el peligro de ser asesinados, morir a manos de gente que no tiene piedad alguna. Y yo no quiero eso para Ender, ni para todos los que me han apoyado después y antes de llegar al campamento.

Yo debería ser la que tiene que morir por ellos no ellos por mi.

Tendimos unos sacos de dormir en el suelo, uno contra el otro, sin espacio alguno.

- ¿crees que si consigo algo que prender... podrías encender una fogata?- dijo Ender tratando de romper el silencio.

- Claro, nunca he usado mis poderes en el exterior del campamento, así que espero que funcione- le dije con una sonrisa en tono burlón.

- Emm...- dijo rascándose la nuca, tímido- entonces yo iré a ver que encuentro...- hizo una pausa y me preguntó- ¿ estarás bien aquí sola?

- Estoy bien, anda, ve antes de que nos congelemos vivos. - dije con la misma grande sonrisa de antes.

Lo vi hasta que las ramas de los árboles lo taparon por completo. Sentía una sensación de alegría que cubría todo mi cuerpo. Nunca antes me había sentido así. Nunca nadie me había echo sentir de tal modo. Me hipnotizan sus grandes ojos color azul como el mar, tan claros como el agua. No es fuerte, pero es alto y astuto, sabe como actuar en momentos difíciles.

Un crujido interrumpió mis pensamientos. Creo que por instinto encendí una pequeña flama en mi mano izquierda.

- Ender... ¿ eres tú?- le pregunté al viento. Nadie respondió.

- Si me estás tratando de asustar de nuevo té juro que te quemaré la culata... ya sal de donde estés- dije enojada.

- Margo, Margo, Margo- dijo una voz terrorifica.

- muéstrate ya quien sea que seas.

Mi corazón empezó a palmitarme muy deprisa cuando lo vi, un hombre, o más bien dicho, el hombre que me quiere muerta. El padre de Ender. Estaba apunto de lanzarle un hechizo cuando dijo:

- ¡ espera! No vengo a matarte... vengo a darte un mensaje de quien me hizo llevarte hasta ella.

- tienes cinco segundos si no quieres morir envuelto en llamas- dije explotando de rabia.

- Solo tengo que decirte que yo no soy el que añoro tu corazón, sino es ella, la que me prometió pagar después de tener tu corazón en sus manos¿no lo crees? Si no yo ya te hubiera matado. - dijo con amargura, como si no tuviera sentimiento alguno.

La Chica de Fuego #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora