Prefacio

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No podía reconocer el lugar, sólo a la persona, a las estrellas, a la sensación de que al fin alguien me amaba, de que me sentía a gusto en algún lugar, de que nunca tuve que hacer un esfuerzo porque siempre había estado ahí, que mi hilo rojo finalmente estaba a mi lado, entrelazado conmigo como siempre.

No podía creer que todo esto hubiera pasado, luego de tanto tiempo buscando a alguien, después de perder las esperanzas y de haberme roto miles de veces, por fin algo surgía, tenía su mano entrelazada con la mía, tenía la seguridad de que estaría conmigo por siempre. La cicatriz que había en mi hombro me recordaría que no importa todo lo que se te ponga en el camino, siempre al final llega lo mejor, que siempre hay un arquitecto que reconstruya tu corazón, que siempre habrá alguien que no sea una casualidad, sino que haya llegado a tu vida por simple causa del destino. 

Simple causa del destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora