Capítulo 5.-Lo que la tormenta trajo consigo.

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Cerca de tres días después de su arribo, el Viajero del Alba fue remolcado fuera del puerto de Cielo Angosto. La despedida fue muy solemne, y una gran multitud se reunió para verlos partir. Hubo aplausos y también lágrimas cuando Caspian pronunció su último discurso a los habitantes de las Islas Desiertas y se despidió del Duque y su familia. Pero cuando el barco se alejaba de la orilla, con su vela púrpura aún crujiendo perezosamente, y el sonido de la trompeta de Caspian en la popa se hizo más débil a través del agua, todo el mundo quedó silencioso.

Pronto apareció el viento. La vela se hinchó, el remolcador soltó el barco y regresó remando. La primera ola grande creció rápido bajo la proa del Viajero del Alba, y el barco volvió a tener vida.Los hombres que no estaban en servicio bajaron, Drinian tomó la primera guardia en la popa y la nave puso proa en dirección este, girando al sur de Avra.

Los días que siguieron fueron deliciosos. Lia pensaba que era la chica más afortunada del mundo, pues al despertar cada mañana veía a Peter a su lado durmiendo, ya que Lucy se fué a dormir con los chicos y les dejaron intimidad a Peter y Lia. Y luego iban los dos a cubierta, a mirar un mar de un azul más brillante cada mañana y beber un aire día a día más cálido. Después venía el desayuno y un hambre que sólo se siente en el mar. Lia y Peter pasaban largas horas sentados en el banquito de popa hablando y besándose. Era divertido pero momentos tan agradables no podían durar eternamente.

Una tarde en que Lia miraba distraídamente hacia popa la estela que el barco dejaba tras de sí, vio de pronto una gran masa de nubes que se formaba al oeste con asombrosa rapidez. De pronto se hizo un hueco entre las nubes por donde se desparramó una dorada puesta de  sol. Detrás del barco las olas parecieron tomar extrañas formas, y el mar, un color pardo o amarillento, como el de las velas sucias. El aire se puso frío. El barco parecía moverse inquieto, como si presintiera el peligro a sus espaldas. La vela podía estar plana y lacia,y al momento siguiente desplegarse con violencia. Mientras Lia observaba estas cosas, extrañada por un siniestro cambio que se percibía en el ruido del viento,Peter la cogió del brazo y la alejó de la popa y Drinian gritó:

-¡Todos a cubierta!

Y en un minuto todo el mundo trabajaba frenéticamente. Aseguraron las escotillas, apagaron el fuego de la cocina y algunos hombres subieron a recoger la vela.Antes de que pudieran terminar, los azotó la tormenta. Lia pensó que un gran valle se abría en el mar, justo frente a proa y que se metían en él mucho más a fondo de lo que podría haberse imaginado. Ella cada vez se abrazaba más a Peter, el cual la tenía sujeta por la cintura aferrándola a su pecho y sin ninguna intención en soltarla.

Una inmensa montaña de agua gris, mucho más alta que el mástil, se precipitaba contra ellos; la muerte parecía segura, pero la corriente los levantó hasta la cresta de la gran ola. Luego pareció que el barco daba vueltas en redondo y una catarata de agua inundó la cubierta; la popa y el castillo de proa parecían dos islas separadas por un furioso mar. Arriba, los marineros estaban tendidos en la verga,tratando desesperadamente de sujetar la vela. Un cabo roto colgaba al viento hacia un lado, muy derecho y tieso como un palo.

El Viajero del Alba estaba terriblemente escorado a babor, y la cubierta se inclinaba como el techo de una casa. Peter tuvo que salir a ayudar a los marineros que estaban fuera.Él le dijo que se quedara con Lucy, Edmund y Esustace, pero Lia no hizo caso y salió detrás de él.

Lia tuvo que gatear de un lado a otro hasta llegar a lo alto de la escalera, afirmándose a la barandilla; se quedó muy quieta mientras dos hombres subían y luego bajó como pudo. Fue una suerte que estuviera bien sujeta, pues al pie de la escalera otra ola atravesó la cubierta bramando y llegó hasta sus hombros. Lia ya estaba calada hasta los huesos con la espuma y la lluvia, pero esto fue más frío. Peter la vió, la cogió y la llevó a su camarote. Se abalanzaron a la puerta de su camarote, entraron y dejaron afuera la espantosa visión de la rapidez con que se internaban en la oscuridad, pero Lia no pudo acallar la terrible confusión de chirridos, gemidos, chasquidos, estruendos, rugidos y bramidos que sonaban mucho más impresionantes allí abajo que en cubierta.

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⏰ Última actualización: Nov 13, 2018 ⏰

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Las Crónicas de Narnia III (Peter Pevensie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora