Parte 1 Sin Título

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Johnny apagó su celular y lo guardó en el fondo de un cajón, antes habría deseado que volviera a sonar al menos una vez, parecía que todos a quienes conocía se habían olvidado de su existencia, pero después de volver a hablar con Diego, rápidamente se convirtió en algo molesto tener con él la misma conversación genérica todos los días sobre cómo había estado, era peor que no hablar con nadie. El guión siempre era parecido; Johnny le decía que no podía estar más jodido, pero Diego lo animaba a estar lo menos jodido posible. Había pensado con algo de rabia que si Diego de verdad se interesaba por él ya habría ido a verlo al menos una vez, pero más allá de eso, no tenía claro si podía considerarlo su amigo, tal vez solo eran colegas, o rivales; en sus circunstancias solo se arriesgaba a creer que Diego estaba siendo condescendiente y quizá un poco piadoso. Johnny se preguntó si él se imaginaba o sabía con seguridad lo solo que estaba, pero después de tener la misma conversación una y otra vez, había dejado de agradecer su atención cuando su teléfono sonaba.

Alcanzó su silla de ruedas a un lado de su cama e hizo un esfuerzo por sentarse en ella, a pesar del dolor de su espalda, casi era hora de su cita con Gyro y él siempre llegaba puntual, casi nunca usaba la silla para nada, pero le gustaba recibirlo sentado en ella. Apenas terminó de acomodar sus pies en las pisaderas, H.P. abrió la puerta de su cuarto sin llamar e hizo pasar a Gyro detrás de ella. Al principio Johnny siempre le gritaba que llamara antes de entrar, pero pronto se dio cuenta de que H.P. no tenía consideraciones con él como las tendría con cualquier otra persona normal, como si Johnny no tuviera derecho a la privacidad, o incluso a la dignidad; ella trataba a Johnny como si fuera un niño que aún no hablaba, y algunas veces incluso como a una mascota necia y mal educada. Johnny se había resignado a ser visto y tratado como un objeto, ya no se esforzaba en pedirle que le diera un poco de espacio y procuraba no hablar mucho con ella.

Con Gyro era diferente, sentía que podía pasar horas hablando o estando con él sin sentirse incómodo, pero ya antes le había pedido que tomara el trabajo de H.P., y él le respondió que no podía hacerlo porque no era un enfermero ni un cuidador. El tono en el que se negó aquella vez también hizo sentir a Johnny como si Gyro hubiera estado regañando a un cachorro que se orinó en la alfombra.

—Hey Johnny, ¿cómo estás?

H.P. se fue sin decir nada y cerró la puerta, entonces Johnny contestó.

—Jodido, igual que la vez pasada.

Gyro solo negó con la cabeza. Iba a ver a Johnny todos los martes y los viernes, y siempre empezaban sobre la camilla. Johnny había estado los últimos seis meses prácticamente postrado en su cama, pero le gustaba que lo encontrara sentado en la silla de ruedas, para que pensara que hacía algo más que solo estar tumbado perdiendo el tiempo, le gustaban sus visitas, sobre todo cuando Gyro lo levantaba en vilo para ayudarle a acostarse.

Gyro dejó su bolsa en la cama y se acercó a Johnny como de costumbre, él le tendió los brazos sin disimular su anticipación y le rodeó los hombros como Gyro le había enseñado a hacer para no lastimarlo mientras lo cargaba. Lo levantó con facilidad, como si no pesara nada, antes, Johnny se había esforzado mucho por ser tan ligero y le hubiera gustado serlo aún más, después de que dejara de caminar había pensado que podía perder treinta kilos fácil y rápido amputándose ambas piernas, y así dejarían de estorbarle y de colgar de su cuerpo como dos pesos muertos. Pero eso fue antes de que Gyro le mostrara que sus piernas aún estaban vivas.

Las primeras sesiones de la terapia física habían sido las más dolorosas y las más incómodas para Johnny, la cicatriz de la cirugía en su espalda dolía como una puñalada cada vez que Gyro lo movía, aunque él era dulce y cuidadoso, Johnny no podía relajarse ni dejar de pensar en lo inútil que era hacer ese esfuerzo. Fue hasta después de varias semanas que empezó a agradecer la terapia y los esfuerzos de Gyro porque no la abandonara, había notado que podía controlar mejor sus esfínteres, y que el resto de su espalda ya no dolía tanto a causa de la cirugía. Las cosas mejoraron aún más, después de varios meses, Gyro le mostró que aún podía sentir un poco su pierna derecha poniendo un aparato para hacer masaje contra ella, Johnny pudo sentir el fantasma de la vibración, aunque no tan bien como si estuviera sano, pero no le encontró mucho sentido; los doctores le habían dejado claro que nunca podría ponerse de pie de nuevo, ni mucho menos volver a caminar.

Sólo es un rumor - Steel Ball RunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora